El que tapa las vergüenzas y los pecados de otro, desea estar lejos de él, no vuelva a cometer esos pecados otra vez. Y merece honra por magnánimo y misericordioso pues ese que comete pecados no debería recibir más que una ostia en la cara y destapar sus vicios a los demás. Cuando se acaba la fuente de donde salían sus pecados, este sinvergüenza encuentra otra fuente de donde chupar. Pero la gente ya está avisada y conoce de sus trucos y embelecos y soberbias. Parece tonto, sí, y quizás lo es, pero su soberbia es infinita. La soberbia es lo que le guía, un egoísmo brutal. Y es iletrado pero malo, malo, malo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario