lunes, 30 de junio de 2025

 Y llegó el reino del sol que estaba en lucha con el cielo casi blanco. Y la gente se escabulló, se deshizo en un abrazo a las sombras de la casa. Y ya nadie conocía a nadie. Solo conocía el calor maldito que duraba. Las gentes maldecían la locura de las esquinas abrasadas, se metían por donde no cabían los astros, se ocultaban torpemente en las habitaciones pero no sabían rezar, se les había olvidado rezar. Y Dios los castigó con la calurosa amenaza de los rayos, con la temperatura sórdida e inhumana, con el sol arriba reinante. Y duró y duró un mes esta tortura fina. Y el verano fue un castigo para siempre. Por no saber rezar.

Sol que quema, sol que manda.

Castigo, no es más que un castigo.

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