La familia está reunida, han comido cordero. Se hace una charla pero uno de los miembros pega tantas voces que los otros miembros se cansan de hablar. Enmudecen todos. Entonces, la madre dice a su hijo: te tienes que comprar unos vaqueros. ¿Por qué?, pregunta el hijo. Porque te lo digo yo. El hijo dice a su padre (el que daba voces): ¿Por qué tengo que comprarme unos vaqueros? Porque te lo dice tu madre. Y así todo el rato. El hijo, llorando, dice: yo no quiero comprarme unos vaqueros. Pues te los vas a comprar, dice una vez la madre y otra vez el padre. Los demás asisten a esta locura. No dicen nada, no intervienen. Deja de llorar, dice la madre. El hijo, sin embargo, no para de llorar.
Habría que soltar una ostia una vez
para que entiendan.
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