Nos ha respetado Manolo esta mañana y esta tarde. No nos ha hecho sufrir en demasía. Ojalá vinieran muchos días como este este verano recién iniciado. Me gustan mucho las magnolias, las adoro, no puedo vivir sin contemplarlas por las mañanas o por las tardes. Los geranios es otro cantar, no me gustan los geranios que vulgarizan los balcones de las casas. Voy por la calle en sombra. No sé bien dónde iré, si me emborracharé al cabo de la noche, si acabaré en el cuartelillo por discutir con algún panchito o si me iré a mi casa a cultivar mi silencio y mi soledad leyendo algún libro interesante. Por lo pronto, avanzo por la calle, veo chicuelas guapas, llego a la calle real y me cruzo con Antonio, el tonto de Antonio que todo se lo sabe. Corto la conversación rápidamente y entro en el bar Luna. La suerte está echada. Me parece que me cargaré de grados.
La ingesta grande de alcohol trae la desinhibición del individuo.
Así, no te preocupa llamar hijo puta a alguien que solo conoces de vista.
No hay comentarios:
Publicar un comentario