Si hubiera alguna muestra del infinito aquí en la Tierra, ¿no sería deseable que el ser humano la persiguiera? Seguro que habrá muchas personas que nunca se han planteado qué es el infinito. Solo se han adaptado a este mundo material y nada más. Pero cualquier ser humano, al preguntarse por su propia muerte y el más allá, han saboreado mentalmente el infinito, cuando ya su nombre no suene en este mundo. Y eso lo hemos hecho todos. Un día, estando yo en una terraza de la Plaza de España en Madrid, vi pasar a una mujer de belleza extraordinaria, de una belleza infinita. ¿No era esa mujer un ser tan bello que pudiera pertenecer a algún infinito de la belleza? Puede ser. ¿No hemos estado alguno de nosotros frente a un paisaje de la naturaleza que nos ha dejado sin habla? ¿No hemos estado alguna vez en un estado de felicidad que no queremos que pase nunca? A lo mejor esos estados son muestras del infinito. Lo que yo creo es que los seres humanos sí intuimos el infinito y tendemos a él en cuanto podemos. No sé si para bien o para mal.
El poder de acercarnos al infinito
hace que nos parezcamos un poco a Dios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario