Este hombre había leído en un libro que existía un imán en el mundo que convertía las piedras en oro. Es muy importante, cuando leemos un libro, saber a qué género pertenece. Este hombre no sabía de géneros de libro y creyó que ese libro era uno de tantos. Pero el libro era del género fantástico. Y con esa fantasía fue viviendo su vida todo el tiempo que estuvo vivo. Buscó el imán en tierras alejadísimas y extrañísimas como Mongolia o India. Habló con un montón de gente a ver si le daba alguna pista sobre el imán. No se separaba del libro nunca hasta que un día, hablando con un escritor, este le dijo: ese libro no es científico: pertenece a la fantasía. La fantasía puede crear burros voladores. Pero como el hombre se había pasado ya media vida buscando ese imán, no quiso cejar en su empeño y mató así ya toda su vida, visitando países como Etiopía y Madagascar.
Este hombre que cuento por lo menos viajó.
Hay quien busca su piedra filosofal en el pueblo de al lado.
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