lunes, 30 de junio de 2025

 Esto del blog es para pasar el rato, así que si me sale mal, me da igual. Bueno, tengo algo de escritor y deseo que salga bien pero no me es dado más que intentarlo. Su boca olía a patata cocida. Por los clavos de Cristo, su boca olía tremendamente a patata cocida y a un extraño condimento que mi nariz no sabía detectar. Por Dios vivo. Este hombre no merecía mantenerse de tanta patata cocida, Pero así era. Me dio tanta pena que le llevé al chino a que bebiera cerveza y se le fuera ese olor a patata cocida, ese asqueroso olor a patata cocida de su boca. Y bebió y bebió dos latas de cerveza y eructó grandiosamente y me alejé de él para poder pasar la tarde más calmado, más relajado. Ya el reconcomio del olor a patata cocida se fue de mi mente y de mis órganos olfativos y pude vivir la tarde con un poco de amor de Dios.

No se debe oler a patata cocida.

Es de pobres.

No hay comentarios:

Publicar un comentario