lunes, 30 de junio de 2025

 La mañana anduvo mucho y me tocó el pie. De repente, fueron las doce. Sin lugar a dudas, el mundo cae en el reloj un tanto inerte y sin despabilar. Las golondrinas miraron con sus ojillos negros a las nubes y ya por la tarde, no fueron las de siempre. Kilómetros de cielo comieron mis ojos y vieron al avión. Iba muy deprisa, pequeño y pequeño. Otros kilómetros al norte me separan de una casa azul y serena, tranquila a las 3. Y, poco a poco, mi cabeza dio una vuelta, comió un bombón, cocinó un pollo y se largó por la puerta de los sueños dormidos.

Estamos todos somnolientos, harapientos,

deseosos de paz.

 Por mucho que te obstines en creerlo, ni tu padre ni tu madre ni los dos juntos te crearon. Te concibieron y tu madre te parió. Pero eso no es tu creación. Tu creación pertenece a otro ámbito, al ámbito de lo misterioso, de lo no carnal, de lo divino. Y así con cualquier ser humano que pisa esta tierra asquerosa o increíble. Y así con cualquier animalillo que pisa o nada o vuela por esta tierra de dolor o de gozo. Y es cosa de Dios o de un ser superior al que la gente tiende a ignorar o despreciar, pero ahí está, ahí está ese ser superior que todo lo rige y quiere que nazca Manolo o una golondrina. Y ya está. No hay más que decir sino de agradecer o maldecir en su caso que estamos en la Tierra, en esta mágica, misteriosa, inimaginable Tierra de los mil demonios.

Estás en la Tierra. ¿Eres afortunado en general?

Comienza a aprender a dar gracias.

 Suenan sirenas de ambulancia. Es como las campanadas. No preguntes por quién repican las campanas porque repican por ti. Todos somos uno en este mundo asqueroso. Todos vamos a pasar por lo mismo más pronto que tarde. Todos moriremos al cabo, como si hubiera una hoguera constantemente ardiendo a tu lado y al lado de tu vecino. Así que todo hace pensar que las sirenas de la ambulancia te llevan a ti corriendo, corriendo y corriendo hasta que te falte el aire, maldito ser creado para morir. Y ya no hay nada que decir más allá de esta certeza que nos hace a todos iguales. Igual de tristes, igual de malos, igual de seres agonizantes y esquizofrénicos.

¿No te afecta la locura?

De un modo u otro estás loco, no riges bien, tienes manías, odios absurdos, envidias insuperadas, torpezas mentales...

 A las 6:50 de la tarde de hoy lunes, 30 de junio de 2025, ha dejado paso el calor sofocante a la lluvia, lluvia que ha dejado de caer a eso de las 6:10. Yo he ido a la farmacia a por mi inyección y he hecho un regalo a las farmacéuticas, un regalo simbólico, como todos los regalos. Ahora corre una brisita benefactora para la piel y la mente y todo parece más llevadero. Por fin, en el futuro cercano ha habido una esperanza, un dato fiable. Yo, hoy, he ido de menos a más: de creerme un marginado, un apestado y un mierdas a estar más sereno y armonioso. Ojalá llueva hasta calar hasta los huesos a todos los hijos de puta de este mundo.

Ruin sea el que por ruin se tenga.

Y no digo más.

 Este hombre había leído en un libro que existía un imán en el mundo que convertía las piedras en oro. Es muy importante, cuando leemos un libro, saber a qué género pertenece. Este hombre no sabía de géneros de libro y creyó que ese libro era uno de tantos. Pero el libro era del género fantástico. Y con esa fantasía fue viviendo su vida todo el tiempo que estuvo vivo. Buscó el imán en tierras alejadísimas y extrañísimas como Mongolia o India. Habló con un montón de gente a ver si le daba alguna pista sobre el imán. No se separaba del libro nunca hasta que un día, hablando con un escritor, este le dijo: ese libro no es científico: pertenece a la fantasía. La fantasía puede crear burros voladores. Pero como el hombre se había pasado ya media vida buscando ese imán, no quiso cejar en su empeño y mató así ya toda su vida, visitando países como Etiopía y Madagascar.

Este hombre que cuento por lo menos viajó.

Hay quien busca su piedra filosofal en el pueblo de al lado.

 Ya he hablado de los ricos en general y de los pobres que intentan ser ricos y quedan fatal. Ahora voy a hablar de los pobres. La limosna de la viuda es un ejemplo de los evangelios que creo que casi todos hemos oído alguna vez. La viuda da un dinero a los pobres siendo ella pobre. Y por eso tiene el doble de valor que la limosna del rico que la da de lo mucho que le sobra. Los pobres nos conocemos, nos contamos nuestras vidas, nos apoyamos a veces. No contamos con que tenemos mucho dinero. Nos quieren por lo que somos, no por lo que tenemos. El pobre puede ser rico si oye toda conversación, calza ancho y bebe estrecho.

Quizás el pobre vale por lo que sabe.

Desde luego, no por lo que tiene.

 Los que son ricos ya no luchan en la vida. Se acomodan en el dinero y viven eso, una vida cómoda. Además, habría que ver cómo han conseguido ese dinero que tienen. El dinero puede ser una bendición para, quizás, formarte, aprender cosas nuevas, viajar, conocer ambientes y sitios bonitos. Pero muchas veces el rico se regodea en el dinero y no avanza. Se regodea en el tener y no en el ser, ser alguien hecho por dentro. El dinero solo reluce por fuera de la persona en ostentaciones más vanas que otra cosa. Todos los superricos de USA han demostrado ser unos tontos en sus manifestaciones públicas, unos que pretenden hablar de lo que no saben. En fin. Si yo fuera rico, me gastaría todo el dinero en viajar y viajar y viajar.

Ser rico por el hecho de ser rico

es un error que se paga caro.

 Era tan pobre que no tenía más que dinero. El rico teme al que se le acerca ya que cree siempre que se acerca por su dinero. Hay gente tan gilipollas que no se gasta el dinero intentando ser rica en una vaga presunción absurda. Esas personas dicen, cuando van al bar, señalando un bolsillo: no tengo dinero y quedan fatal. Otras veces dicen: se me casa la hija. Te invito a una cañita. Ya ves: una cañita. Qué pobres son teniendo dinero. Y quedan fatal. Otros meten y sacan la mano del bolsillo como si fuera un tic o algún trastorno nervioso, pero nunca pagan. Otro error, quedan fatal. Parece que vienen al mundo para ser ricos siendo pobres. Y en una placa, en el cementerio, alguien debería poner: quiso ser rico siempre y ya lo ha conseguido: el más rico del cementerio.

Los hay que quieren ser ricos siendo pobres.

Arruinan su imagen pública sin darse cuenta.

 Creedlo: los ricos están muy solos. Los ricos solo tienen de amigo a su dinero. Los ricos se rodean de gente que los ordeña como a la ubre de una vaca y si los vieran caer esos envidiosos a los ricos, no moverían un dedo para ayudarlos. Los ricos tienen por castigo su dinero. Los ricos quizás no sean personas formadas, ricos en moral y principios y en cultura, los ricos solo son ricos por su dinero. Los ricos son eso, ricos como un profesor es eso, un profesor que enseña y un escritor porque escribe. A los ricos se les dice, al verlos pasar, mira, ahí va un rico. No se les dice: ahí va Vicente o Ramón. Se les dice: ahí va ese que es rico. Y con sus riquezas se tienen que conformar. Es una maldición ser rico. Cae sobre ellos la envidia, el malquerer, etc. No quieras ser rico porque harías el idiota.

La riqueza del alma es mil veces superior

a la del dinero.

Casi nadie dice lo que piensa. La mayoría de la gente se calla lo que piensa porque quizás le dé problemas decirlo. Si uno dice: el alcalde de mi pueblo es un ladrón, le vetan en el bar y en la calle y en la plaza aunque sea verdad que el alcalde del pueblo sea un ladrón. Así con todo, no creas que es de otra manera. El poder actúa, principalmente, acallando el pensamiento libre, la verdad y la expresión libre de la opinión. El poder quiere necios o callados como muertos para que no se diga que el poder está corrupto y que el que detenta el poder, también está corrupto.

El poder quiere silencio.

Un silencio de ovejas que andan siempre los mismos caminos y callan.

 Esto del blog es para pasar el rato, así que si me sale mal, me da igual. Bueno, tengo algo de escritor y deseo que salga bien pero no me es dado más que intentarlo. Su boca olía a patata cocida. Por los clavos de Cristo, su boca olía tremendamente a patata cocida y a un extraño condimento que mi nariz no sabía detectar. Por Dios vivo. Este hombre no merecía mantenerse de tanta patata cocida, Pero así era. Me dio tanta pena que le llevé al chino a que bebiera cerveza y se le fuera ese olor a patata cocida, ese asqueroso olor a patata cocida de su boca. Y bebió y bebió dos latas de cerveza y eructó grandiosamente y me alejé de él para poder pasar la tarde más calmado, más relajado. Ya el reconcomio del olor a patata cocida se fue de mi mente y de mis órganos olfativos y pude vivir la tarde con un poco de amor de Dios.

No se debe oler a patata cocida.

Es de pobres.

 El mar, en la playa de Malvarrosa, a 27 grados. Los restaurantes, en lleno técnico. Lo dice la radio. Un gallego habla de Valencia: a qué habré venido yo aquí. La electricidad se sube por encima de los 100. La vida se vive en casa, secuestrada. Es la guerra del calor. La Tierra se calienta. Parece el Apocalipsis o las 7 plagas que mandó Dios a los egipcios. Habrá que tomar mucha aguantinina. Habrá que tomar la medida de quedarse quieto, de no hacer nada, de exponerse poco a la actividad diaria. Comer poco, dormitar como hacen los osos, morirte un poco del asco pero no mucho.

Decir aquí algo del calor es ya imposible.

Lo vivimos.

 Decía Gato Pérez: ahora vengo yo con sabor a rumba, o algo así. Y también decía: gitanitos y morenos son los ases del compás. Gato Pérez era cómico de ver y de escuchar. Fue un artista consumado. A mí me gustan mucho sus canciones. Tenía una gafitas redondas, barba y bigote recortados. Decía también: se fuerza la máquina de noche y de día y los músicos se juegan la vida, o algo así. Yo escribo de Gato Pérez o de lo que sea que me guste por ver de pasar esta tarde maldita como son últimamente los meses del verano que nos tienen secuestrados en casa. Muera julio.

Los cantantes tienen mucho mérito.

Cantan y cantan sin parar y les da un ataque de nervios o de corazón.

 Y llegó el reino del sol que estaba en lucha con el cielo casi blanco. Y la gente se escabulló, se deshizo en un abrazo a las sombras de la casa. Y ya nadie conocía a nadie. Solo conocía el calor maldito que duraba. Las gentes maldecían la locura de las esquinas abrasadas, se metían por donde no cabían los astros, se ocultaban torpemente en las habitaciones pero no sabían rezar, se les había olvidado rezar. Y Dios los castigó con la calurosa amenaza de los rayos, con la temperatura sórdida e inhumana, con el sol arriba reinante. Y duró y duró un mes esta tortura fina. Y el verano fue un castigo para siempre. Por no saber rezar.

Sol que quema, sol que manda.

Castigo, no es más que un castigo.

 Hoy me voy a entretener haciendo un pollo a la cerveza. Tengo el pollo, tengo la cerveza y tengo ajos y cebolla. Pero hoy estoy desconsolado. Temo que este barrio donde vivo se convierta en un deambular de zombis drogadictos y camellos vendiendo droga. Los vemos los fines de semana solamente pero se puede extender al resto de la semana. En Majadahonda hay el 3% de paro, así que trabajo hay, pero estos desgraciados que se drogan pasan por mitad de la calzada expuestos a que les pille un coche y dan una imagen pésima. Habría que atajar esto de la droga antes de que cunda demasiado. 

Unos que venden, otros consumen.

El barrio se estropea.

Este era uno que decía: si venís por el pueblo, espero vuestra visita, no dejéis de ir a verme. Y luego, sacaba una coca cola de dos litros y se enteraba de todo lo que pasaba allende las fronteras del pequeño pueblo. O sea, que lo hacía por puro cotilleo, por enterarse de cómo se vivía en la ciudad. Y ya se lo habían contado miles de veces. Así que ya no iban a visitarle. Le decían: si quieres vernos, sube a la plaza, que es de todos y allí todo el mundo habla. Pero nuestro personaje no quería pisar la plaza, quería que la gente viniera a su casa, era más cómodo. Pero ya no volvieron a ir a su casa porque su casa olía a pies. Así, como lo oyes: su casa olía a pies.

Si tu casa huele a pies

no vendrá a verte nadie.

 Las personas que viven marginadas o tienen un defecto como una enfermedad, una extrañeza, un punto vulnerable, aprenden a hacer frente a sus problemas ellos solos. Ya que nadie va a venir a solucionarles nada. Eso aprenden los arrinconados. Luego, los arrinconados tienen manías o pensamientos fúnebres con los que también tienen que lidiar. Los arrinconados son muchos. Hay enfermos mentales que son mirados de reojo por la gente. Hay otras personas que son despreciadas por su pensamiento, porque son de derechas o de izquierdas o creen en Dios. Hay tantos arrinconados como te puedas imaginar. Porque la sociedad tiende al arrinconamiento, a echar de su lado a los raros, a los extraños, a los que no son como ella quiere que sean las personas.

La sociedad echa de su lado a los que no son normales.

Normales es: padre o madre con hijos, a lo mejor.


domingo, 29 de junio de 2025

 He leído, como a vuela pluma, me parece que se dice así o de pasada, que han encontrado un cuadro de Goya. Goya trabajó primero en una fábrica de tapices. Era él el que hacía los dibujos para el tapiz. Los tapices en las casas nobles eran muy importantes porque aislaban del calor y del frío. O sea, que Goya antes fue cocinero que fraile. Y llegó a pintor real, a pintar a la familia de Carlos IV de Borbón. Si no, no hubiéramos conocido apenas nada de él. Era el top ten de pintores de la época, como se diría en la nuestra. Luego, fue por libre y retrató con fuerza lo que pasó en España cuando la invasión napoleónica. Y creó los caprichos y aguafuertes con contenido filosófico. Por ejemplo: el sueño de la razón produce monstruos.

¿Te gusta la pintura?

Más de un bote me empalaga.

 Pon tu casa en la plaza y unos dirán que es alta y otros, que es baja. Así me pasa aquí, en este blog, que habrá quién opine de lo que escriba aunque procuro ser objetivo y no vencerme en un sentido o en otro. Escribir mucho cansa pero cansa más no saber qué hacer con tu vida entre cuatro paredes. Tengo cosas que leer y que escribir pero me venzo más por escribir este blog, que, para mí que no va muy lejos en la expresión de las ideas. Hombre, algún refrán que otro, se aprende. Como el que he escrito supra, lo de la casa. Cuando uno se expone a lo público, le caen comentarios. La vida es como una plaza muy grande: allí van todas las expresiones de odio o de cariño por los que la habitan.

En la vida, sé discreto.

Lo agradecerás y quizás lo agradecerán otros.

 Se está mejor en el comedor con el aire pero estoy aquí escribiendo por ver la manera de matar el rato hasta que me vaya a Las Rozas y no sé de qué escribir. Bueno. Voy a escribir de Miguel Ríos, que ha salido en un Youtube. Pero me da la sensación de que escribiré poco porque a mí, Miguel Ríos no me impresiona. Cuando habla el tipo este, parece que lo hace con mucha convicción y como dando lecciones de algo. He visto su Youtube sin sonido y es la impresión que me ha dado. Me gusta más Sabina, me parece más sencillo. Miguel Ríos, Ana Belén y Víctor Manuel coparon la escena musical durante mucho tiempo y ahora, serán muy millonarios, si se puede decir así. No me gustan los millonarios así que no escribo más de ellos.

Hijos del rock and roll:

comen bien y viven mejor.


 Escribo porque no tengo otra manera de entretenerme así que voy a contar cómo lo pasé ayer tarde. A eso de las 5, 30, cogimos el autobús a Madrid mi hermano Paco y yo. Íbamos a buena marcha en el autobús y con refrigeración buena también. Tomamos, como es costumbre nuestra, un café dentro del intercambiador de Moncloa, viendo pasar gente. Nos fumamos un cigarrillo en un portal muy elegante que hay en la zona de las arcadas del bajo que une Princesa con Isaac Peral, porque allí hay sombra. Esta vez no fuimos a comprar libros a Hilarión Eslava sino que fuimos andando siempre en sombra hasta Plaza de España. Allí están los "montaditos" pero estaba lleno y ese bar no nos suele gustar. Más adentro de la plaza, hay un sitio de raciones. Nos pedimos tres, un agua mineral y  una cerveza sin, 31 pavos. Estuvimos casi dos horas comiendo y bebiendo con aire condicionado. A casa.

Madrid es sorprendente. Se ve y se prueba de todo.

A mí me gusta mucho.

 Me imagino cómo sería Las Palmas de Gran Canaria en que nació Galdós. Era una zona muy periférica de España y no creo que hubiera muchos alicientes para un genio como él. A los cinco años fue a Madrid, que tampoco era una capital cosmopolita y de renombre como París, pero Madrid es mucho Madrid. Yo intenté leer una biografía de Galdós y, a las 40 páginas, la biografía seguía hablando de la familia de los padres de Galdós así que lo dejé. Podría haber saltado páginas pero no quise. Una biografía, para mi modo de entender, debe ser ágil, no detenerse en detalles e ir al meollo del personaje biografiado. Galdós, en Madrid, lo pasó bien y vivió en la calle Hilarión Eslava, donde hay una placa que lo dice. En pleno Moncloa, donde pasaba de todo.

Galdós:

mi escritor favorito desde siempre.

 Yo sigo escribiendo porque si no, me come la miseria. Escribo y escribo aunque, a veces, informativamente, no diga nada ni lo tiene por qué decir. Es la literatura por la literatura, escribir por escribir. Yo estoy sentado en una silla de esas de tres patas con ruedas que, obviamente, se pueden trasladar. Escribo en un hp que yo creo que es la mejor marca de ordenadores que conozco aunque sé que los hay más caros pero siempre hay algún necio que confunde valor y precio. Hago lo que puedo y si supiera conducir me iría a Ciempozuelos o Pinto o Valdemoro, no sé por qué, pero me iría a esos pueblos una vez caída la noche a ver sus plazas, sus parques, sus bares.

La gente tiene niños y va al bar.

Y en el bar, bebe y bebe sin apenas hablar algo interesante.

 En los institutos, hay de todo. Los institutos están formados por profesores, alumnos, jefes de estudio y director y secretarios. Entre los profesores puede haber algún tonto o perezoso, pero son los pocos, quiero pensar. Entre los alumnos, como son más, hay más idiotas e imbéciles de risa floja y de descaro ante la autoridad del profesor. Yo, a esos les daba mucha mierda para comer, no los hacía ni caso, los cortaba en cuanto podía, les ponía un examen solo a ellos y ya tenían más de cinco malas notas en el curso. También solía yo hacer exámenes orales a bote pronto, en medio de la clase y los imbéciles, suspendían de todas todas. Los imbéciles sabían así, antes de medio curso, que iban a suspender pero no dejaba yo de hacerles exámenes orales o de otro tipo mientras transcurría la clase. Así, yo decía: Jonatan, que siempre estaba hablando, ¿qué acabo de decir?  Jonatan, ni idea. Os habéis ganado un examen. Repartía un folio por alumno. Y luego, examen escrito: ¿Quién fue Benito Pérez Galdós? ¿Qué es el realismo en literatura?, etc. Luego, en cinco minutos, corregía y los idiotas y los imbéciles solían dejar el folio en blanco porque no tenían ni puta idea de nada. Los demás, solían sacar unas notas muy buenas.

Los imbéciles y los idiotas:

se multiplican en el aula y más tarde, en la sociedad.

 Un profesor con los dientes roídos de tanto fumar ducados en el aula. Un par de chicas que le instan a este profesor a que dé más materia que ya tiene el temario. El profesor que se lanza a explicar el dialecto andaluz hasta sus extremos, hablando de que en Huelva capital se pronuncia una /a/ final de sílaba distinta a unos pueblos de Málaga. Yo, con una depresión de caballo que me dormía a primera hora de clases. No entendía yo ya un carajo de todo eso que decía el profesor que fumaba Ducados. Y va el profesor y me dice que en Majadahonda está ocurriendo un fenómeno dialectológico en las escuelas privadas. Que lo investigue, me dice. Y, a final de curso, cuando dio las notas, me dice que también hay un fenómeno dialectológico con el sonido /s/ en Segovia capital, que lo  investigue. Suspendí y me pasé al turno de tarde y menos mal que logré aprobar ese año.

Profesores investigadores universitarios:

se creen algo.

 Un tipo con formación práctica, pongamos por caso que ha conseguido un puesto en un laboratorio casi inquitable. Y, además, se muestra interesado por temas de cultura y lee algo en sus ratos libres: ese chico triunfa allá donde vaya. No digo yo que se vaya a ligar a una miss universo, pero caerá bien allá donde vaya y tendrá dinero para pagarse lo que se le antoje. Pero para eso se necesita dedicación y no ir al instituto a hacer el gilipollas, como hacen muchos (lo sé por experiencia propia). Yo he visto muchos, demasiados chicos estúpidos que iban a hacer gracietas a los profesores para que le aplaudan otros gilipollas como él. Y de los libros se desentienden. En vez de ver una oportunidad en la escuela pública ven un sitio para pasar el rato de la forma más absurda. Así les pasa luego, que no saben ni a tocino.

Los chicos estos tontos que hay por los institutos

abundan en demasía.


 La vida da ya suficiente miedo como para pagar una entrada a una peli de terror. No sabemos el futuro. Si lo supiéramos nos pareceríamos más a Dios, cosa que Dios no ha querido. Dios quiere que vivamos atentos a nuestro presente y de ahí no pasar. No sabemos qué nos espera mañana. Pero queremos que el día de mañana se parezca al día de hoy y al de ayer para no llevarnos sobresaltos. Amamos nuestra rutina. Es demoniaco pretender que nuestro mañana sea superior al hoy, es un acto de soberbia. Dios, insisto, nos ha colocado en un hoy y en él debemos permanecer. Aunque le toque a uno la lotería del millón de euros. El mañana está en manos de Dios, así como la salida de este mundo. No queramos subvertir la ley divina.

Dios no quiere futurólogos ni que vivamos pendientes del futuro.

Dios nos quiere atados al terco mundo.

Ya no se dirá empollón al chico que estudia mucho. A lo mejor es algo denigratorio. Se dirá, simplemente, que el chico estudia mucho. Porque el lenguaje se estandariza mucho y todo el mundo habla igual. Se llama idiolecto a la manera peculiar de hablar que tiene cada individuo. Pero parece que eso va desapareciendo y todos hablamos ya clichés sacados del telediario o de las películas. La gente se entontece idiomáticamente porque no lee. Yo leí en un tocho de sociolingüística (estudio de la lengua en su entorno social), un libraco importante, del que solo saqué algo que pude entender. Y es que el tipo que mejor hablaba la lengua con ricos matices idiomáticos era un vendedor de ruedas de coche. ¿Por qué? Porque todo el mundo necesita reponer ruedas de coches y este tipo igual trataba con gente pobre que rica, mujeres que hombres, jóvenes que viejos, etc. Y tenía un vocabulario riquísimo. Y hablaba un inglés correctísimo. Que cosas tiene la lengua, ¿no?

La lengua bien usada es sinónimo de estatus social.

Habla bien tu lengua porque es algo muy valioso que incluso te puede sacar de algún apuro cualquier día.

 Nos quejamos con razón de un partido corrupto, el psoe en este caso. Y en la pérdida de valores democráticos que solo se recuperarán cuando sz se pire del gobierno. Pero es que, cuando entren los del pp, también se corromperán. Yo no me creo ni a unos ni a otros. Han demostrado en el pasado que todos roban, todos meten la mano en la caja. A mí ya no me gusta la política, no suelo hablar de ella, me asquea que el telediario siempre abra con noticias de política. En vez de la política los ciudadanos podríamos hablar de literatura, pero eso no interesa porque la literatura crea pensamiento libre y crítico. La gente no lee libros y no entiende nada. La gente debería leer historias con las que poder comparar su realidad, pero no lo hace y así le va a la gente.

La literatura te muestra un mundo

a comparar con tu propio mundo.

sábado, 28 de junio de 2025

 En el pueblo, a estas horas, no hay ni Dios por las calles. En el bar, un par de partidas de gente mayor. El barman está oyendo música con los cascos. La gente, en las casas, se da al amor si se trata de matrimonios. Si se trata de solteros, ven la película de las cuatro hasta las seis contando con casi una hora de anuncios. Hay otros que tienen películas de tarifa plana y así ven las películas que quieren. A uno de ellos, le gustan las películas de corte bélico. A otro soltero, le gustan las de acción. Se va pasando la tarde. Pero solo a eso de las 8, se ve alguien por la plaza. Es José el de la Genoveva. Se pone un poco en el centro, no ve a nadie venir ni por una calle ni por otra de las que dan a la plaza y se vuelve por donde ha venido. A casa.

En los pueblos se descansa mucho los fines de semana.

No hay en las casas nada más que motivos para el descanso.

 Son dos niños. Juegan un juego estremecedor, aberrante, esquizofrénico: juegan a que el planeta Tierra da una vuelta de campana. Tienen muchos muñecos con los que jugar y un balón. El balón, claro, es el planeta donde habitamos. Estos niños han visto en la tele noticias apocalípticas así que no es raro que jueguen como están jugando. Los muñecos se matan contra el suelo, vuelan por los aires, se los traga la tierra, mueren achicharrados. Los dos niños lo van contando: a este la lava le ha quemado vivo. Este se ha roto por la mitad al caer de un precipicio. No le sale la palabra precipicio. El otro niño dice: preci ¿qué? Por un barranco, contesta el niño narrador. Un niño sabe más que el otro y no para de narrar, de contar muertes. Para. Para. ¿Por qué? Porque me da miedo.

Los niños imaginan mundos que los adultos les cuentan.

Y los exageran ad infinitum.

 Esta mujer reposa la comida tumbada en la cama. Ha bajado todas las persianas y ha dado marcha a un ventilador económico. Esta mujer se ha masturbado y ahora duerme. Se pone a roncar. Son las 3 y media de la tarde. Pasan dos horas lentas. La mujer despierta. Ha soñado cosas raras, como que tenía un hijo al que daba la teta y el hijo caía al suelo y se rompía como si fuera de porcelana. Nunca tuvo hijos esta mujer. Cuidó a sus padres, sus hermanos estaban muy ocupados. Ahora está sola. Se acerca al frigorífico, saca media sandía, se corta una raja, come. Esta mujer fue enfermera. Esta mujer tiene ya 69 años. Esta mujer está muy sola. Nadie la saca de su soledad. Si alguien lo hiciera, nunca sabría esta mujer cómo agradecérselo.

La soledad es muy triste.

El que menos o el que más quizás todos estemos apuntados a ella.

 La familia está reunida, han comido cordero. Se hace una charla pero uno de los miembros pega tantas voces que los otros miembros se cansan de hablar. Enmudecen todos. Entonces, la madre dice a su hijo: te tienes que comprar unos vaqueros. ¿Por qué?, pregunta el hijo. Porque te lo digo yo. El hijo dice a su padre (el que daba voces): ¿Por qué tengo que comprarme unos vaqueros? Porque te lo dice tu madre. Y así todo el rato. El hijo, llorando, dice: yo no quiero comprarme unos vaqueros. Pues te los vas a comprar, dice una vez la madre y otra vez el padre. Los demás asisten a esta locura. No dicen nada, no intervienen. Deja de llorar, dice la madre. El hijo, sin embargo, no para de llorar.

Habría que soltar una ostia una vez

para que entiendan.

 Me he leído también últimamente un libro sobre la II Guerra Mundial. En ese libro, el autor se pregunta cómo fue posible que toda una nación siguiera las órdenes de un drogadicto loco como Hitler. Este libro es puramente teórico, no es novela. Todavía ni la psicología, ni la Historia, ni la sociología ni tantas otras ramas de la ciencia social han explicado cómo pasó ese proceso histórico en Alemania. Pasa también en las familias: por qué hay que hacer caso a los gilipollas mandones de turno como si tuvieran siempre la última palabra. Es asqueroso, pero la psicología no lo explica tampoco. Las familias son grupos de gente de difícil explicación muchas veces y es porque hay gente en esas familias que loquean, pero no van al psiquiatra. Pasa como con Hitler: está ya bastante claro que estaba loco.

¿Por que haces caso a tu hermana, tu hermano, tu hijo, etc.?

No lo sabes ni lo sabrás.

Hay gente a la que le gusta mangonear, esto se hace como digo yo, o no se hace, parecen decir. Hasta que le dan de lado hasta sus más afines porque están hartos de esa gente. A los demás, no nos gusta que nos traten como niños: ve para allá, ve para acá y luego yo hago lo que me da la gana precisamente sin que nadie me mande. Estos gilipollas del ordeno y mando van cayendo en la estupidez cada vez que pasan los años. Estos de  la orden del índice, ya no hacen más que molestar y joder con la pelota y se quedan sin nadie con quién charlar porque no saben charlar, solo saben organizar la vida de los demás, pero todo se acaba y suele acabar mal.

Dios nos libre de estos que dicen: tú vas primero, tú vas segundo...

No vamos a ninguna parte ya.

 Un hombre, en Benidorm, ha puesto el despertador a las 6 de la mañana, ha bajado a la playa, no había nadie en esas horas. Ha visto el amanecer, ha andado por la arena y se ha pinchado el pie con una concha rota, Nada importante. Ha dejado que el agua de mar moje su pie y la pequeña herida ha cicatrizado. Este hombre piensa: lo tenía todo. Y lo he perdido. No vamos a desvelar qué era ese todo ni cómo lo ha perdido. Este hombre es escritor, pasará la mañana y la tarde escribiendo y luego dará un paseo a eso de las 8 por el paseo marítimo de Benidorm. Es un hombre que lo tenía todo y lo ha perdido. Y quizás esté un poco triste, nunca se sabe.

Hombres perdidos por la vida.

También mujeres, también mujeres.

 Yo voy a hablar de los niños y del verano. También voy a hablar de un libro que estoy leyendo. Se titula "Pasaje a la India" y es de E.M. Forster. De ese libro, he leído unos diálogos y descripciones magníficos, muy espirituales, muy humanos, en el capítulo II. La historia va de un club de ingleses en una zona de la India y la relación que tienen con los hindúes de allí. Sale un cirujano hindú que profesa la religión mahometana y cae muy bien a las mujeres de los funcionarios colonizadores. Sale un profesor muy inteligente que procura la interacción ingleses-nativos. Salen mujeres inglesas que quieren conocer la India por dentro. Los diálogos son buenísimos pero la prosa, la narración es un tanto intrincada, difícil, exigente.

Un libro en verano:

agárrate a él y no lo sueltes.

 Ya está aquí otra vez el verano. Se sufre o se disfruta. Da la impresión de que los niños gozan mucho en el verano porque los niños son pura actividad, son puro movimiento: están aquí y están allí parecería en el mismo momento. Muchas de las actividades que se practican en verano están diseñadas para los niños, para que se desfoguen y luego, duerman de un tirón. Yo no estoy rodeado de niños en el verano. Yo no tengo que calcular qué dar a los niños para llenar su tiempo, pero los padres de niños, sí. Y hay padres que consiguen la cuadratura del círculo en cuanto a esto y otros, no tanto. Pero el verano ya lleva 10 días, acaba de empezar y julio entra el martes y Dios dirá que será de los niños y los grandes.

Julio es calor, mocos, insomnios, dolores de cabeza (solo a veces).

Y julio es indeseable por algunas razones.

 Heme aquí frente al ordenador, otra vez y no sé qué hacer. Las aguas azules refulgen con el sol en lo alto. Las gentes se agolpan contra esas aguas claras, refulgentes, refrescantes. Yo también fui una de esas gentes antaño. La vida nos conduce por senderos estrechos y extraños, nunca nos vimos en una de estas y no sabemos muy bien qué hacer y rezamos y rezamos, casi sin saber rezar, para que no nos pase nada malo y llamamos a Dios como sabemos, con la torpeza de ser humano, de ser el animal preferido de Dios, de ser el ser elegido de la Creación. Y parece que nos escucha y parece que nos calmamos al decir: Dios, cuídanos, Dios cuídanos, Dios cuídanos.

Aunque no se hable de Él, 

Dios está en la mente de cualquiera.

viernes, 27 de junio de 2025

 La tengo muy en consideración. Es una vecina que sale con un perro todos los días, no falla nunca, y que, cuando hablo con ella, me da una conversación amena y divertida. Es una gran señora y todo parece indicar que se pasa más tiempo paseando que en casa. Compra, pasea, habla con los vecinos con amabilidad. Mi padre también es un hombre que trata, por todos los medios, de ser independiente y lo consigue. Sale por las mañanas y por las tardes. Su paso corto va indicando que la prisa no va con él. Yo creo que nunca ha ido con él la prisa, pero ahora, menos. Mi padre es una lección de vida que anda despacio, piensa despacio y triunfa de algún modo, despacio, sobre la vida.

Los ancianos dan su lección:

vive despacio, no irás muy lejos.

 Me acuerdo de algunas películas en blanco y negro en las que sale José Luis López Vázquez, que hace siempre de tío, cómo eran las familias de aquel entonces, qué valores había sin ser discutidos, cómo había un respeto a los mayores, cómo iban todos a una, etc. Hoy en día, al hijo respondón o rebelde, como se quiera decir, le sobran en la sociedad que vivimos motivos para la queja o el victimismo. La sociedad actual ofrece al individuo un montón de recursos para ser eso, un individuo sin contar con nadie. Eso estaría bien si el individuo tuviera herramientas para dirigirse en este mundo pero, la verdad es que esta sociedad, que fomenta la individualidad, no da ni instrucción ni voluntad para ser individuo pleno. Así que todos son quejas, todo son víctimas de lo que sea pero no valen para nada (los individuos estos).

Si quieres ser individuo libre

prepara tu formación y tu economía.

 Si algún año de estos, entra el PP en el gobierno, de las cosas más rápidas que va a hacer es una ley de educación. Ha habido ley Wert, luego, ley Celaa y habrá otra ley. Los socialistas creen en el estado, por eso dijo la ministra que los niños no son de sus padres. Los socialistas tienen un gran sentido del poder del estado. El estado iguala a los ciudadanos. No sé si los hace a todos tontos y pobres y el estado ha funcionado. Los de derechas creen más en la libertad individual y en la propiedad privada, así que la ley de educación tendrá otro sesgo. Los del PP creen en el individuo, en la libertad y así, lo público funciona peor. Para ellos, el estado debe intervenir lo menos posible. El estado lo único que hace es quitar libertades e igualar a la gente pero por abajo. Yo lo que digo es que no he visto algo tan insolidario e individual que un instituto de secundaria. Allí cada uno va a su bola y nadie ayuda a nadie, salvo raras excepciones.

La ley de educación, ¿cómo se llamará?

¿Lusloe, loloe, proloe, coloe?



 Si tú hubieras estudiado/cuánto hubieras aprendido/y ese ideal agresivo/lo hubieras civilizado. Y dice otro pareado de la misma obra: Vaca dijo el presidente/vaca respondió el jurado/y le dieron una vaca/con un cencerro colgado. La obra se llama "El muerto inmortalizado", pero no supe nunca por qué se titulaba así. El argumento me parece que va de un servidor de una hacienda que se revoluciona y quiere ir en contra del capital o de los ricos o algo así. A mí me dijo un tipo que era profesor de secundaria que esta obra dio alas a algunos del pueblo para hacer la revolución e ir contra el capital o los ricos o qué sé yo.

Las obras de teatro tienen un mensaje muy directo, muy fuerte.

Algunas obras de teatro son muy agresivas.

Como no tengo que hacer gran cosa en todo el día y, en verano, la desocupación es todavía más grande, me levanto a eso de las 11:00. No pretendo dar envidia a los que madrugan. Los que madrugan no tendrían envidia de mí si tuvieran mi cerebro en vez de el suyo. El caso es que estoy trabajando en una historia que hace que esté yo ocupado y no esté mi mente dando vueltas como una noria. Se trata de crear un personaje que quiere dar la vuelta al mundo como lo hizo Phileas Fogg. Nada más. Y quería explicar esto porque si yo no tuviera la mente ocupada, estoy seguro que me daría una depresión o una manía (este término pocos lo conocen o saben en que consiste).

La enfermedad bipolar es grave.

El que la tiene, sabe más que el que no la tiene.

 Nos ha respetado Manolo esta mañana y esta tarde. No nos ha hecho sufrir en demasía. Ojalá vinieran muchos días como este este verano recién iniciado. Me gustan mucho las magnolias, las adoro, no puedo vivir sin contemplarlas por las mañanas o por las tardes. Los geranios es otro cantar, no me gustan los geranios que vulgarizan los balcones de las casas. Voy por la calle en sombra. No sé bien dónde iré, si me emborracharé al cabo de la noche, si acabaré en el cuartelillo por discutir con algún panchito o si me iré a mi casa a cultivar mi  silencio y mi soledad leyendo algún libro interesante. Por lo pronto, avanzo por la calle, veo chicuelas guapas, llego a la calle real y me cruzo con Antonio, el tonto de Antonio que todo se lo sabe. Corto la conversación rápidamente y entro en el bar Luna. La suerte está echada. Me parece que me cargaré de grados.

La ingesta grande de alcohol trae la desinhibición del individuo.

Así, no te preocupa llamar hijo puta a alguien que solo conoces de vista.

Manolín, nacido en el pueblo en el 95, sabe manejar a la perfección un tractor y una cosechadora lo mismo que llevar las cartas que han salido y están por salir, en el juego de la brisca. Así que en el bar se lo disputan todas las tardes. Trabaja más en verano que en invierno. Bueno, en invierno prácticamente no hace nada. Manolín es simple pero puede ser artero cuando se le buscan las cosquillas. A Manolín le gusta una chica del pueblo de al lado pero piensa que no es muy rica. Intentará buscar a esa rica de sus sueños. Manolín no es feo. Es más bien atractivo, con ese atractivo que da el sol y el agua del campo. Manolín piensa mucho en la economía, por eso quiere agenciarse una rica. A lo mejor se tiene que ir a Madrid a por ella. Pero luego no sabe si esta de Madrid se ajustará al pueblo. Porque se tiene que ajustar, esa es otra.

Manolín:

No te creas que lo que he escrito se va mucho de la realidad.

 Por lo que veo en la televisión, a mí no me gustaría ir a la playa. No como está montado el tinglado ese. Llena la playa de gente, pierde su sentido. El agua llena de niños chillones y abuelos que se tocan los cojones al lado de la arena. La vida es dura cuando se va de vacaciones: madrugar para coger puesto, aguantar niños gritones, aguantar el calor, aguantar las horas de estancia en la misma playa con tu suegra, tu yerno y tus nietos. Se ha convertido la playa en un reducto de las familias, en una especie de reserva como las de los indios. Allí están bien  las familias, se desahogan meando en el mar y tirándose de la colchoneta.

La playa, las playas, la mierda de las playas:

un gentío atronador.

 El tiempo ha mejorado. Estos tres últimos días ha hecho menos calor. Se nota en la gente, que respira más aliviada por las tardes. Me parece que todavía quedan días malos que pasar, pero yo, hasta que no me levante de la cama no sabré el calor que hace. No vuelvo a ver un pronóstico del tiempo de esos gilipollas que mienten quizás porque se tiene que cumplir unas temperaturas que vayan acorde con el 20-30 ese de los cojones o algo así. Tienen que decir que este verano ha roto todos los récor de calor, si no, no se quedan a gusto esos hijos de la gran puta que no hacen más que asustar y alarmar a la población.

Pronósticos del tiempo:

a ver quién dice la gilipollez más grande.

 Ayer me corté el pelo. Hay gente que no se corta ni un pelo a la hora de hacer daño, pero ya caerá. Todo pasa y todo llega. La gente se cree que va a estar toda la vida jodiendo al prójimo y al obrero, pero algún día se acaba todo, se vuelve a lo de antes. Lo de antes es la ley y el orden, que se va perdiendo un poco todos los días. Pero ya todo concluirá para bien de todos. Hay que saber esperar. La gente, aunque le digan que una cosa está bien, no es imbécil y ve que está mal. Las aulas están llenas de alumnos que no tienen criterio, que no disciernen. Pero ya discernirán. Estos se creen superiores a todos pero tendrán que caerse un día del caballo, romperse la cabeza contra el suelo.

Los que ahora mandan

dejarán de hacerlo.

 Voy a dar un paseo por la selva. Estaba yo con un machete abriéndome paso por las ramas y lianas de la selva amazónica. Cada vez era más difícil avanzar. Entonces, una pantera surgió de no sé donde e intentó atacarme pero yo iba armado con un revólver y le di su merecido al salvaje animal. Luego, un oso hormiguero empezó a chuparme los pies que tenía yo lleno de termitas. Me hizo ese animal tantas cosquillas que me meé de la risa encima de mis pantalones. Luego apareció un guacamayo e intentó picarme en la cabeza pero le di con el machete y le corté el cuello y dejó de chillar. Y ya he dado el paseo por la selva. Sigo por la selva matando animales hasta que salga de ella, que no sé cuándo será.

La selva:

lo oscuro, lo negro, lo malhadado.

 Escribir de lo que hace el gobierno le pone a uno malo. Todo lo retuercen, todo está bien mientras sigan. Mejor voy a escribir sobre esta mañana. Esta mañana, el azul del cielo está como líquido, claro como el agua. Llegará un día en que el cielo, de tan claro que esté, disuelva la ruina y el desorden que llevamos. Pero para eso hay que esperar, esperar. El sol incendia el cielo y ya digo, lo pone del color del agua pero sin llover. Es un color que asusta porque despide mucho calor, ahuyenta el placer de vivir. La paciencia hará que un día, todos estos corruptores de la leyes mueran, se vayan y así, todas las nubes acudirán a dar lluvia.

No temamos.

Estemos preparados para el cambio que vendrá.

 El tribunal dijo que sí pero luego dijo que no. Las montañas azules del fondo de la fotografía se volvieron cenicientas, como sucias, como abandonadas. Los hombres cogieron sus maletas y se fueron al desierto a ver si allí les hacían más caso. El delincuente tuvo su amnistía, el vendedor de helados tuvo su oportunidad. Los cielos no ocultaban agua porque ya era julio o agosto, no recuerdo. El número uno disfrutó de vacaciones en palacio. El número dos y tres contaban su dinero, el dinero de nadie, el dinero de todos. Y va bola, decía un hombre bebedor en la taberna.

Señor cura, baile usted

que Dios todo lo perdona.

 Vaya sociedad que está quedando: los alumnos pegan a los profesores. Los pacientes pegan a los médicos. Los ocupas se quedan, el propietario no puede hacer nada. La policía no tiene autoridad y lo que está haciendo este gobierno con los jueces también es quitarles autenticidad. Vamos muy mal. Los tres poderes se tambalean por un gobierno que persigue hacer lo imposible por mantenerse en el poder. Es muy grave lo que está pasando. Yo lo veo como una forma de desmantelar el Estado de derecho, las leyes, la autoridad que siempre ha existido. El socialismo español se lo carga todo. Los ministros se quejan de los jueces que no obran como quiere el gobierno. Los ministros dan collejas a los magistrados para que callen. Los jueces que se atreven a desobedecer las consignas, se les repudia desde el poder. Vamos mal, vamos mal.

Desde la educación a la justicia 

se lo están cargando todo.

jueves, 26 de junio de 2025

 Si te encuentras a un empresario en tu vida, este te dirá que en la vida hay que pensar a lo grande. Si te encuentras en tu vida con una monja o un fraile, te dirán que hay que hay que ser humilde y pensar en las cosas pequeñas. Si te encuentras con un sabio, te dirá que hay que pensar ni grande ni pequeño, sino convenientemente a tu modo de vida. Hay gente que se conforma con poco, que come verdura y legumbres muy a menudo. Hay otros que comen muchos entrecots y chuletones. Hay que comer de los dos, según la ocasión. Esos son los que saben, los que en cada momento, piensan pequeño o piensan grande.

No siempre se sabe qué pensar.

Para eso están los demás, para tomar consejo y saber obrar.

 Voy a escribir algo literario pero surrealista. A ver qué me sale: la luna se montó en el taxi y deslumbró al conductor, que era muy gordo, que no cabía. Su cabeza estalló. Llenó de sangre todo el asfalto. El asfalto se elevó y sus baches cayeron en las haldas de Doña Herminia, la maestra de escuela de cuando Franco. Franco se sonó la nariz porque los dictadores también se suenan la nariz. Luego, empinó el codo el franchute porque se empezó a aburrir de ver carreras de caballos. El franchute no dice nada, dice: ehh y sigue andando con sus perros que miden cada uno mil metros del rabo a la cabeza. Y no me sale más así que voy a ir al baño donde tengo una playa privada de lata y agua y me meteré en el agua y no saldré en toda la tarde.

Cuando nada tiene sentido

puede tener un sentido rebuscado.

 En la cumbre de Navacerrada, ahora mismo, se está fresquito. Y si tienes a alguien allí con quien hablar de libros, es un tarde ideal. Te fumas unos cigarrillos, te tomas unos refrescos o cubatas, te pones del lado que viene el viento, y te dan unas ganas grandiosas de mearte pantalón abajo del gustito que te entra. Y luego seguís con que en la novela esta yo quitaría la maldad tan fuerte de este personaje o que yo no estaría más de dos hojas describiendo la ciudad donde pasan los hechos narrativos o aquello de que un personaje es tan triste y misérrimo que no parece real. Y luego hablaríais de los estilos: uno corto, ateniense. Otro más almibarado. De los hispanoamericanos ni hablar, pues escriben novelas que dan pena con la excusa del realismo mágico. Y pasaría la tarde y llegaría la noche y nos acostaríamos y al día siguiente, más libros.

Navacerrada. Libros. Entendidos en novela. Conversaciones.

Y el fresquito de la sierra y un café.

 El temor no es otra cosa que la falta del auxilio de la razón. Yo soy bastante temeroso y del miedo, muchas veces me ha salvado mi hermano Paco, que es más templado. La vida ofrece multitud de ocasiones de temer, de tener miedo sin razón. De estar equivocado de algunos que luego no valen ni para poner el culo. Equivocado en el sentido de que algunos pueden hacerte daño. El caso es que en casa cada uno, no hacemos daño ni metemos miedo a nadie. Ya casi es pena lo que dan por su soledad, por su desorientación, por su falta de gracia, por su (ellos sí) su equivocación que les hace ir de pena por la vida. Cómo vas a estar equivocado por unos seres que ellos sí que están equivocados y no los conoce nadie de la ciudad.

Hay algunos que dan miedo.

Pero por lo imprevisibles, lo equivocados que están.

 Yo tenía un blog en el que salía un hombre en la terraza de un piso décimo segundo que daba al mar. Vio el hombre el telediario para que pasara el tiempo en que una botella de vino blanco se enfriara. Pero esta vez no es vino blanco el que se enfría sino una coca cola. A ese señor, en realidad, lo que le gustaba con locura era la coca cola helada. Como a un personaje que yo leí en un libro titulado "Un mundo para Julius", que les decía a las mucamas que enfriaran coca cola en el congelador. Este libro habla de un niño que no es educado por sus padres sino por las mucamas que servían en casa. Y la brisa marina acariciaba el rostro de este señor que se llamaba Wenceslao.

Es muy bonito que te enfríe el rostro la brisa marina.

Es más bonito estar con quien te quiere.

 Te casaste, la cagaste. Y se casa uno normalmente para perpetuarse en unos hijos. Y los hijos, hoy en día, exigen dedicación plena. Papá, mamá, que mi hermano me quiere hacer rabiar. Papá, que no sé hacer lo de Miró. Que la culebra recorría el cuadro de Miró. Y el otro hermano, papá, papá, tengo hambre. Quiero agua. Quiero dar un paseo. Quiero lapiceros para pintar. Quiero caca y pis. ¿Dónde está mi osito, papá? Y acabas no con la cabeza como un bombo, sino lo siguiente. Vaya berenjenal este de las familias de ahora. Salen a la calle como si fuera a venir la guerra mundial: toallitas, pañuelos, toallas, más toallitas, etc. Y luego tiene la vertiente cómica, pero yo no se la veo.

Unión de hembra y macho:

niños que lloran, niños que piden, niños que no saben lo quieren, en fin.

 Los solteros tenemos un gracia especial. Por lo común, aunque parezca que no, conocemos a un montón de gente. Somos hábiles para detectar malhumores en los demás. Pero hay gente que, el hecho de estar casado, no le impide ser simpático, como a los solteros. Los solteros nos reímos más que los casados porque estos están hiperresponsabilizados y la responsabilidad les puede y así, no ríen. Los solteros solemos ser simpáticos puesto que no tenemos nada que perder, ni la reputación siquiera. Los solteros somos amigos, somos divertidos, vemos las cosas con la lupa del humor y juzgamos a la gente por si está muy o poco neurotizada.

Yo no me he casado y soy más o menos feliz.

Un casado suspira por un rato sin su pareja y sus niños, ¿que no?

 Todo el mundo, a lo largo de su vida, va experimentando la falta de cariño y atención de familiares y amigos. Cuando mueren los padres, aunque los hermanos vivan cerca, no se ven, no se entienden, no se visitan. Ya va cada uno a su bola. Yo tengo la suerte de tener un hermano gemelo con el que compartir la vida. Otros no tienen esa suerte y andan solos, mal cuidados, sin afecto de nadie. Les da por beber a muchos y acumulan en su sangre mucho cortisol y les da un ataque al corazón y mueren. Los que se divorcian pasan por ese rollo también y luego, es difícil encontrar otra pareja, rehacer su vida, lo llaman. El divorcio es como una enfermedad o una ruina.

El divorciado las pasa putas.

La divorciada no, pues se queda con casa y niños que la acompañan.

 Dice un refrán: madre muerta, familia deshecha. Así es. No hay que darlo vueltas. Nos tenemos que hacer fuertes Paco y yo y no esperar nada de nadie porque nadie va a venir. La vida es así. Yo procuro mantener fuertes mis piernas yendo a Las Rozas para que, cuando sea viejo, me sostengan bien. Pronto seré viejo, el tiempo pasa volando, de repente son años. Llevo un tiempo en que reflexiono mucho sobre la vejez. Será porque estos días no estoy animado con eventos especiales. Aunque yo no voy a más eventos. Paso de eventos, de modas y de bodas.

Nadie se casa. Nadie hace nada por nadie.

Hay que ser fuerte, pues, de cuerpo y de mente.

 Parece que no encuentro otra manera de pasar el rato que escribir aquí, en el blog. Escribiré aunque no me lean. Son tantas ya las mentiras, son tantos ya los cambalaches y ocultaciones que ya da igual. Nos dicen que el número uno ha visto un burro volando y nos lo creemos. Han retorcido y seguirán retorciendo tanto la ley que nos dirán: el juez ha dicho que el número uno es inocente de todo. Y nos lo creeremos. Luego está la bulla que montan los medios en contra del poder y luego está la oposición que también, a su modo, nos defrauda.

Qué montonera de gentuza hay en el gobierno.

¿Y qué hace la oposición?

 Ya he asado unas verduras y me las he comido con un cacho pan. ¿O se dice pedazo? No lo sé. Solo sé que en la primera de televisión mienten impunemente. Y no la voy a ver más. Voy a ver a Vicente Vallés, que es muy majo y se explica de maravilla. Entre tontos anda el juego. Un presidente que es el número uno que se llama a andana, los telediarios públicos tapando huecos de corrupción, no nos enteramos de nada y venga sz, venga sz. Que si una carta, que si una aclaración, que si un comunicado. En fin. La mierda de siempre, la ultraderecha y la derecha extrema y Franco y la fachosfera.

Qué sinvergüenzas los de la televisión pública.

Se entiende porque sirven al amo.

 Falta solo media hora para ponerme a pasar por la plancha unas verduras y comérmelas. Tengo berenjena, calabacín, cebolla y setas. Estoy un poco nervioso. No sé por qué. El año pasado se tiraron todos los días con lo de la amnistía. Ya está votada. Menuda mierda. Los que dieron el golpe al Estado español se libran porque eran siete votos que apuntalaban el gobierno Frankenstein. Pero no voy a hablar de política sino de esos cabrones de la primera que asustan con el calor a la gente. Nadie debería ver la primera porque mienten ya por sistema para decir luego: este ha sido el verano más caluroso desde que hay registros. Hijos de puta.

Los veranos son asquerosos.

Viva febrero.

 Hoy hace buen tiempo. Viene una brisa muy buena por la ventana, no como dijeron los asustantes de la primera, ese de la barba que se tiró todo el día de domingo atemorizando con más calor. Son las 12:00. Si hiciera malo, no se podría estar al lado de la ventana como estoy hoy. Sin embargo, ya han dicho otros funcionarios del tiempo que sábado y domingo va a hacer 41 y 42 grados. A ver si es otra mentira para tener a la gente pendiente y temerosa en casa. Es asqueroso que gente que vive de dar el tiempo en televisión salga con esas noticias falsas. Yo creo que este gobierno de mierda nos está acostumbrando a la mentira, a todo vale y así  nos va.

Los de la primera: unos jetas que les da lo mismo arre que so.

Yo: no vuelvo a ver la puta primera.

 Los del tiempo de la cadena primera, el domingo, dijeron que las temperaturas iban a subir toda la semana. No sé si mintieron o se equivocaron pero ya no veo la primera. Esta semana, desde el martes que llovió, las temperaturas han bajado considerablemente. Si lo que pretenden es asustar a la población, lo hacen estupendamente. Ya no los veo más. Ni noticias ni tiempo ni nada. Veré Antena 3 que parece que tienen más criterio a la hora de dar las noticias. Como el cura va a peces, la primera miente también para estar en la línea del jefe creo que a lo mejor por ahí van los tiros. No me gustan las mentiras. Y parece que nos quieren acostumbrar a las putas mentiras o a las medias verdades. 

La televisión pública va de pena.

Como la credibilidad del gobierno.

miércoles, 25 de junio de 2025

 Como estoy en plan de contar anécdotas o chascarrillos (esto suena peor, pero bueno) de mi pueblo, voy a seguir en la brecha y contaré que un verano, vimos cómo unos jóvenes sacaban de sus coches unos cuantos amplificadores de sonido y los metían en el hostal contiguo a mi casa. Mi hermano Paco no pudo dormir en toda la noche. Por el día mi hermano maldecía a la hostelera y a los huéspedes de forma continua. Y deseaba hacer algo al respecto, como llamar a la guardia civil, a la que nunca llamó. Habló con un vecino que también tiene la casa al lado del hostal y se consoló un poco. La verdad es que esos tipos, por las voces que pegaban, es que tenían que estar drogados. Todo transcurrió feamente después de esa noche y mi hermano se cogió una obsesión que le duró dos años.

Menos mal que ya no vamos al pueblo obligados.

Ni vamos en fin de semana.

 Voy a rememorar lo que supuso para mí, en mi pueblo, una demostración de amistad que todavía llevo guardada en la retina. Era el día de los santos y había bastante gente en torno al cementerio. Nos saludaron a mi hermano y a mí unos cuantos amigos y nos dieron el atendido y nos trataron afectuosamente. Estábamos todavía en el coche. Cuando yo salía y me dirigía a la entrada del camposanto, un vecino del pueblo de toda la vida que se llama Diego y estaba sentado, saltó como un resorte al verme y vino a darme el atendido. Yo le respondí preguntando por él y hubo una conversación. Creo que tendría que haber sido esta más larga pero no sé por qué se cortó y fuimos cada uno a lo suyo. Luego, viniendo a la ciudad, yo pensaba: le tenía que haber preguntado esto y lo otro, tenía que haber estado más atento con él, etc. Y todo se me hacía poco comparado con el afecto que me demostró Diego a mí.

Un vecino del pueblo

es un vecino del pueblo.

 Los pocos días que he ido al pueblo, ya no sé a qué atenerme. No veo más que grupos de gente que no conozco, se supone que son turistas rurales de hostales que han florecido en el lugar. Luego, veo muchos jóvenes que hablan de cosas extrañas para mí, que no me conciernen. El caso es que deduzco de ellos, de esos jóvenes, que no se han cultivado mucho. La educación no ha avanzado en España, deduzco también, ya que estos jóvenes, que tienen unos veinte y tantos años, a lo que pueden aspirar, si no me equivoco, es a camareros o a empleados de gasolinera. Por lo que les oigo (hazañas en unas fiestas), ya digo, se puede deducir que se dan a la holganza. A lo mejor se apuntan al ninismo, tan de moda en estos tiempos. Es una pena pues hay muchos recursos para formarse. Pero estos no se forman. Solo deben de estudiar para el carné de conducir. Y ya es mucho para ellos.

Lo que veo en mi pueblo, tristemente,

me echa para atrás.

 Un día de verano, a la puerta del bar de mi pueblo, un forastero de tantos que hay ya en él, me dijo: "tú y yo no hacemos uno". Lo que no sabe este forastero es que existe en mi pueblo una norma de cortesía no escrita que se llama "dar el atendido" y consiste en preguntar al que tienes delante por su persona. Otra vez me quedé en una conversación con gentes del pueblo pero me sentí extraño, me sentí alejado de estos que hablaban y además, no preguntaron por mí en ningún momento, no me dieron el atendido. No es que vaya yo de importante sino que yo, siempre que puedo, doy el atendido, pregunto por el que está hablando conmigo, por sus padres, hijos, salud, etc. Porque yo me he criado mucho tiempo en mi pueblo y sé a qué atenerme en él. Como en el bar yo ya no encuentro esa fórmula de educación básica, pues llevo ya tres años sin ir al bar porque ya no entiendo quién va allí ni me entienden a mí.

Los bares de los pueblos cambian.

Ya no sé quiénes son los que van ni los que no van.

Uno intenta explicar la espiritualidad y se queda en el intento pues es un tema difícil en este mundo en el que evadirse y no pensar está a la orden del día. Toda nuestra vida está planificada en actividades. Yo tengo esta actividad de escribir blogs. Con ella, intento demostrar que el ser humano no es un ser que tenga que apegarse a la materialidad del mundo. El hombre debería expandirse para llegar a algo menos tangible pero que, a la larga, da más satisfacción que comerse una hamburguesa. Hay gente que confunde el esoterismo con la transcendencia de buscar a Dios aquí en la Tierra. Dios es un ser superior para todos y creo que tampoco tiene cualquier religión que intervenir para buscar a Dios. Algo somos de Dios los hombres y las mujeres de esta tierra. No es difícil llegar a esa conclusión. Lo difícil es perseverar en esa idea.

El ser humano sabe de su transcendencia en la Creación.

El ser humano es favorito para Dios.

 Como he cogido carrerilla (en mi pueblo dicen carrenderilla), voy a escribir otro blog. Y lo voy a hacer sobre una cuestión que me llama la atención. Y es el tema de la espiritualidad. El espíritu debe ser algo que emana del ser humano hacia Dios. O hacia modos de vida en los que ya se ha apartado la materialidad del mundo y se aspira a algo más que una vida ordinaria, sujeta a necesidades corporales. Hay que comer, sí, eso nadie lo duda, pero también hay que tender un poco hacia la transcendencia, hacia la comunicación con algo superior a los que nos rodean. El espíritu transciende la relación con los demás seres humanos. Perseguir al espíritu se hace individualmente. Hay gente en el mundo que nos hace transcender este mundo en cuanto que nos hace pensar en lo maravilloso que es Dios, que crea cosas y personas muy bonitas para quererlas. Gracias a gentes como esa, podemos elevarnos espiritualmente. Lo espiritual surge cuando nos preguntamos sobre la perfección del mundo o el montón de cosas que hay en el mundo para atrapar una sola cosa: el alma de Dios. Dios anda entre nosotros en forma de reino fuera de este mundo. Hay que hacer caso al reino de Dios en la Tierra.

Uno es espiritual

en cuanto se pone a hacerse preguntas sobre este mundo y no lo entiende.


 Ayer leí la Biblia. No es un libro común sino que está inspirado en la divinidad; está, digamos, escrito por Dios. Dios manda un profeta a Israel y el profeta advierte a los israelitas para que dejen de ser idólatras, malvados y tal. Si hacen caso al profeta, Dios se porta bien con ellos. Si no, los pasa a espada y los llena de pesadumbres y castigos. Me gusta mucho el libro de la Sabiduría. También me gusta uno que habla de la vanidad de la vida. La Biblia puede ser una lección sobre la vida que llevaban aquellos hombres y cómo la podemos aplicar a nosotros mismos. Y es que Dios es universal, llega a todas las civilizaciones y nos advierte.

La Biblia es un libro poderoso.

Y está todo muy bien contado.

Hay tres posiciones de los pronombres interrogativos. Uno es cuando actúan, precisamente, de pronombres; por ejemplo: dime cómo lo has hecho. Y en ese caso van con tilde. Otras veces, actúan de nexos de unión de frases; por ejemplo: lo hice como me dijo Luis. Cuando van en una interrogación también llevan tilde: ¿Cómo lo has hecho? "Como" no solo indica modo si no que también puede indicar causa; por ejemplo: Como me caí, me fui a casa. Donde como es igual a porque: porque me caí, me fui a casa. Y ya no me sé más usos de como. Lo mismo ocurre con qué, por qué, cuánto, quién, cuándo etc.

Las palabras, los pronombres, los nexos.

Un mundo que hay que aprender.

 Como llevo tantos blogs escritos es muy fácil que me repita. De hecho, mis temas son algunas veces, repetitivos. Antes, me metía mucho con el consumismo. Ahora ese aspecto de la vida de algunos, me es indiferente. Que consuma el que pueda y quiera, a mí plin. Luego, me metí con el gobierno. Pero ya estoy harto de política. Luego hablé del infinito y la espiritualidad pero me puse a escribir sobre las lentejas que tenía que hacer aquel día. Por lo tanto, la espiritualidad pasó a segundo plano y lo tomó el pimentón y el chorizo. Y me voy repitiendo porque no sé ya de qué hablar. Así que últimamente hablo del tiempo, como hace Vicente, el vecino de enfrente.

Vicente sabe de lo que habla.

Hoy hace buen día y dice: hoy hace buen día.

 Este mundo es una bola que no para de girar. A ver si para un poquito para poderme bajar. Allá vamos todos y de cualquier manera en este universo amplio, lleno de curiosidades y lamentos, lleno de realidades que nos gustan o nos deprimen. La vida es la acera de la Humanidad. Por ella anda el que llora y al que le sonríe el presente. Hay que vivir para saber y hay que saber para vivir. El centro del mundo une al millonario y al menesteroso en un ciclón vital de muchos contrastes. La pobreza anda desnuda para dar una lección al que come a la carta, como Marta. Que quien es Marta: Marta es una que va por el desierto delante de una pancarta y siempre come a la carta. Marta no puede ser yo ni tú ni quien lea esto. Marta es un invento de un poeta descontento.

Tierra, agua, fuego, aire:

en estos elementos se convierte todo en el mundo.


martes, 24 de junio de 2025

 Qué tarde más aburrida. Como está nublado, no he ido a Las Rozas, pero no cae una gota. Llevo ya más de 3 horas sin saber qué hacer. Me he leído la Biblia. En la Biblia todo es temor de Dios o sale un Dios que da la espalda a su pueblo. Luego me he puesto a escribir esto como una mera forma de agotar minutos de la santa puta tarde que estoy pasando. No sé ya qué hacer. Si lloviera, me conformaría con ver llover, ese fenómeno milagroso que ocurre cada dos o tres meses. En fin. Ya no sé qué hacer de mí si no es tumbarme a meditar qué coño es el verano y qué coño es esta vida que llevamos.

La santa puta tarde.

Que se acabe, por Dios.

 Y va bola. Esto lo decía un señor que acudía al bar familiar que resucitamos un verano los tres hermanos que éramos. Y yo, con mi depresión a cuestas. Y recuerdo el montón de moscas que había. Y recuerdo a otro señor que decía: os va a comer la miseria. Y otro que decía: me voy a pegar un tiro y adiós. Y otro que le respondía: eso es lo último hombre, es lo último. Yo creía que había una gran crisis y que las palabras no comunicaban nada y no dormía por las noches. Y un día subí a la discoteca pero mi ansiedad y mi malestar no dejaron que estuviera allí ni cuarto de hora. Y va bola.

El verano de depresión, el verano del bar.

Fue algo duro de llevar.

Voy a ver si averiguo qué está de moda no en cuanto la ropa, que no me interesa, sino en las costumbres: está de moda el aire condicionado a tope en casa y después de venir de trabajar, ver la novela turca porque son muy guapos todos los que salen. Está de moda pegarse tres o cuatro duchas en casa para que la piel esté tersa y húmeda. Está de moda salir a eso de las 8 de la tarde y comprar una botella de litro y medio de agua para los perros y los amos de los perros cuando se están estirando las piernas. Y no visitar los bares porque se pasan de caros. Y cenar muy tarde, después de otra ducha generosa de cuarto de hora para quitar restos de sudor y asquerosidades que se te pegan cuando paseas por el campo.

En todos los sitios hay un campo para pasear.

Pasear está muy de moda, o sea, que pasea.

 Muchas cosas dependen del calor estos días. Lo peor es que el buen humor depende del calor extremo que estamos padeciendo. En política, en el clima y en el mundo, el término medio es muy aconsejable. Los extremos no traen más que problemas al ser humano. Como los partidos de extrema izquierda que ya sabemos los quebrantos que han causado. Y dónde están ahora. Y quizás desaparezcan. Ojalá. Y, por eso, el calor extremo, no la extrema derecha, nos va a causar muchos quebraderos de cabeza. Tengo la polla como la extrema derecha. Ya te he dicho que con la vecinita no me hace falta la viagra.

Son las 14:30.

Fuera, el impedimento de todos estos días. Señor, llévame pronto.

 La gente que conozco y en la que me incluyo somos bastante vulgares. No sé si vulgar puede tener un sentido positivo o no lo tiene. A lo que me refiero es que la gente que conozco es muy discreta, demasiado discreta. No se sale del tiesto, acata las normas pero también, creo, disfrutamos de la vida como podemos. Quizás no como querríamos y de ahí viene lo de vulgar. Yo querría estar al lado de una enorme playa y, como soy vulgar, pues no estoy. Otros, tacita a tacita, como decía el anuncio, se han comprado un chalecito en la playa y así huyen de la vulgaridad, que en Madrid, es sinónimo de calor. En verano, el calor nos sume en la vulgaridad más absoluta.

Lo vulgar viene de vulgo, pueblo, grey, gleba.

Lo vulgar es soportar este calor sin ponerle algún tipo de remedio.

Ayer noche tardé en dormirme. De ahí quizás mi estado de desaliento que sufro hoy y combato escribiendo. No voy a contar grandes cosas como sobre el infinito, Dios y esas cosas tan excelsas que escribí ayer. Hoy no voy por las alturas y sí arrastrándome como un caracol hasta que por la tarde me anime, si es que me animo, remonto este estado de cosas en mi pequeña alma, pues creo que se me ha encogido en exceso. Había un negro a la puerta del supermercado hablando por un móvil. Nadie le daba nada. Porque tiene un móvil, precisamente. Yo tampoco le he dado nada. Estaba yo peor que él, rompiéndome la cabeza por ser feliz y la felicidad no acudía a mí. Voy a esperar a la tarde que, ojalá, venga con una dichosa lluvia que dure toda la tarde. Creo que así, sería feliz.

La lluvia quita el calor del día.

La lluvia anima al alma, la pone alegre. Quiero que llueva.

 Sería maravilloso que pudiéramos desentrañar los misterios del cerebro humano. Se sabe que hay una serie de sustancias navegando por las neuronas, creando cada una de ellas un estado de ánimo distinto. No sabemos ni el número de neuronas que habitan un cerebro pero sí se ha estudiado su plasticidad: el cerebro puede crear neuronas incluso en la vejez si se las estimula. Es muy bueno inventar, crear algo imaginativo, aprender una lengua, resolver crucigramas, etc. para tener un cerebro activo y que no muera o se degrade. Por eso, se aconseja aprender un idioma a partir de los 50, o eso he oído yo en algún sitio. El cerebro es plástico, multirrelacional, insospechado y conductor de nuestras inteligencias.

Hay  fenómenos no explicados aún

que dependen de nuestro cerebro.

 Cuando después de comer relleno algunos blogs, siendo estos de alguna envergadura intelectual, de algún interés para mis lectores, ya estoy contento para toda la tarde. Debería destinar líneas de escritura para mis historias pero eso me da pereza, mucha pereza porque hay que inventar sucesos de personajes que son intrincados, pesados de madurar en la cabeza y, con este calor, soy incapaz de concentrarme. Dejaré mis historias para el otoño que está el tiempo más atemperado. Mientras, ya digo, me conformo con este blog y los textos que creo más o menos acertados.

Historias o blog.

El verano y el calor vencen.

 Otra vez aquí, en el rincón de las palabras a ver si escribo algo sustancioso, interesante, ameno al menos. Y resulta que no se me ocurre nada. Hoy he ido a por el periódico un tanto desesperado pero luego he agradecido a Dios que puedo andar, que oigo, que veo, que no tengo una enfermedad incapacitante aparte de mi enfermedad mental. Y me animo un poco yo solo, lanzando aleluyas al cielo, lanzando un sentimiento de gratitud al Creador. Porque, ¿quién sino un Dios que hay en lo alto determina si tú estás así o asao? ¿Depende de los seres humanos que me rodean que yo este triste esta mañana? No. Depende de la conciencia que me otorga para mí Dios hoy. Y yo le pido que me anime un poco, que no sea todo una tristeza andar por este pequeño mundo por el que ando.

Dios tiene la llave de nuestra conciencia.

Los seres humanos pueden cambiar esa conciencia si nos tratan con cariño y dedicación.


lunes, 23 de junio de 2025

No podemos cambiar nuestro cuerpo en cuanto que el cuerpo es un sistema de tejidos con una función concreta cada uno. Así el riñón, así el corazón y los miembros que nos ayudan a la traslación. Pero sí podemos cambiar nuestra mente o entrenarla con hábitos, sean estos saludables y buenos o malos. Nuestras relaciones hacen que ese cerebro que tenemos vaya variando. El padre o la madre que tiene hijos realiza una transformación completa de su cerebro. El escritor que escribe un libro también cambia su cerebro al ir escribiendo, se va dando cuenta de cosas que antes no pensaba. Hay influencias a nuestro alrededor de carácter familiar o político o natural que nos hacen cambiar de ideas. Si nos dijeran: vas a estar atado a una cama durante una semana. No es malo si podemos, con nuestro cerebro, pensar que la semana acabará y, a lo mejor, nuestro cerebro cambia por el hecho de no estar sometido a lo habitual de todos los días y al haber estado relajado simplemente esperando 7 días.

No sabemos el potencial de nuestro cerebro.

Sabemos que del cerebro depende nuestro comportamiento, nuestra personalidad y nuestras ideas.

 Tengo yo un relato en el que los terráqueos han llegado a un planeta de 20 continentes y 20 océanos donde los robots preparan y sirven comida gratis todos los días. Además, la Humanidad ha conseguido unos seres llamados regeneradores que se alojan en las células de los seres humanos para que no haya degeneración en las mismas. Total: que los seres humanos se convierten en inmortales. Pero hay algo que se cruza en este sueño colectivo de la Humanidad. Y es el deseo de sentir a Dios. Son los llamados neocatólicos, que quieren que el ser humano experimente la muerte para así llegar al cielo soñado. Entonces hay un lucha intelectual, no violenta, entre los inmortales y los neocatólicos. Y deciden que el Hombre decida si quiere morir o no.

¿No será que la muerte nos acerque a Dios?

Solo sé que es muy duro morir en vida.

 Cuando uno piensa, su carnalidad parece evadirse por momentos y nuestro cerebro recibe la conciencia universal que solo los seres humanos tenemos. Hay quien piensa en una vida mejor para él y para sus familiares siempre de por medio un montón de dinero para conseguirlo. Es dichoso el que no necesita dinero para procurarse esa felicidad de ensueño. Con ver algo nuevo que le llame la atención, ese ser humano ya vuela un poco con la imaginación y ya lo ha pasado bien, ya ha pensado un poco de felicidad. Es triste que sometamos nuestra felicidad al hecho único de tener muchísimo más dinero del que se dispone. Es triste porque el dinero es terrenal pero el cerebro pertenece a nuestra libertad. Por eso se dice que a los presos se les aísla pero su pensamiento vuela.

Tu cerebro es magnífico.

Te puede dar la felicidad simple o la tristeza si no se alza imaginativamente.

 Si hubiera alguna muestra del infinito aquí en la Tierra, ¿no sería deseable que el ser humano la persiguiera? Seguro que habrá muchas personas que nunca se han planteado qué es el infinito. Solo se han adaptado a este mundo material y nada más. Pero cualquier ser humano, al preguntarse por su propia muerte y el más allá, han saboreado mentalmente el infinito, cuando ya su nombre no suene en este mundo. Y eso lo hemos hecho todos. Un día, estando yo en una terraza de la Plaza de España en Madrid, vi pasar a una mujer de belleza extraordinaria, de una belleza infinita. ¿No era esa mujer un ser tan bello que pudiera pertenecer a algún infinito de la belleza? Puede ser. ¿No hemos estado alguno de nosotros frente a un paisaje de la naturaleza que nos ha dejado sin habla? ¿No hemos estado alguna vez en un estado de felicidad que no queremos que pase nunca? A lo mejor esos estados son muestras del infinito. Lo que yo creo es que los seres humanos sí intuimos el infinito y tendemos a él en cuanto podemos. No sé si para bien o para mal.

El poder de acercarnos al infinito

hace que nos parezcamos un poco a Dios.

 Hoy hace mucho menos calor que ayer. Y los telediarios de la 1 decían que iban a subir las temperaturas. Ahora está todo el mundo echando la siesta o en las piscinas. A eso de las 8, se empieza a menear la gente, no antes. ¿Qué hará la gente en sus casas hasta las 8? Es muy probable que juegue a juegos de esas cosas que llaman consolas, que no lea, porque leer es aburrido. La gente se concentra en aquellas cosas que hacen subir la dopamina, esos juegos que he dicho que son muy adictivos. Ya casi he rellenado unas líneas con unas apreciaciones muy random, muy de andar por casa, muy banales.

Horas de un verano que no cunden intelectualmente.

Solo actividades ramplonas.

 Mi cabeza trajina con las palabras para ver de expresar ideas ciertas, pero casi todo me está vedado. No se entiende la muerte de inocentes. Habrá escribientes que relaten esa matanza de cándidos, habrá emisarios que hayan pedido ayuda a naciones amigas, habrá redactores que cuenten, con la memoria en los antiguos persas poderosos, qué está ocurriendo. Y, para el mundo en general, no son alentadoras las bombas. Todo lo contrario. Y todo quedará escrito. Para la memoria de los que no entienden, habrá un listado de muertos, a ver si así entienden. Pero no entendemos. No sabemos a qué viene tanta violencia y dolor como ha venido.

Los países poderosos machacan a otras naciones.

Por culpa solo de unos cuantos salvajes.

 Hay guerra en el mundo. Estados fuertes hacen una guerra en la distancia, desde los bombarderos modernos. Los países que padecen la guerra a distancia no pueden repeler el ataque, no tienen medios. Una urraca, esta mañana, ha soltado un graznido que parecía una queja. Se quejaba de los seres humanos, de su envilecimiento, de su falta de corazón. Y luego, los palomos grandes han caído al suelo desde los árboles a ver qué ha dejado la noche en esta mañana de Dios. Yo paseaba pronto por los arrabales de la ciudad, por los tristes barrios de postración de la ciudad, por los vecindarios agrestes de la ciudad. Y no he visto señal buena de los hombres, nada más he visto la torpeza humana que se hunde en las  aceras tan temprano.

 Los seres humanos no entienden su mundo.

Les está vedado la comprensión de hechos como la guerra y la muerte.

La tórtola madruga y pica algún desperdicio de la plaza. Las urracas chillan. Los viandantes maldicen su suerte al tener que madrugar. Yo me levanto tarde, no tengo nada que maldecir. Vamos a cobrar doble este mes y todo el mundo lo agradece, menos los que no cobran un salario. Los días van al infinito, un infinito que acotamos los seres humanos porque los seres humanos no concebimos el infinito. Solo Dios concibe el infinito porque lo ha creado Él mismo. Un borracho ha dormido en un banco pero no ha soñado con el fin de los tiempos, eso está acotado para los profetas. ¿Dónde están los profetas hoy en día? Los profetas son los poetas, esos que sienten con palabras los que otros sienten con la piel.

¿Qué será de este mundo con el tiempo?

No creo que lo sepa nadie, sino quizás en sueños.

 Temo un futuro cercano, no vaya a salir mal. Temo que algo se descarríe y lo pague yo. Pero también estoy deseando que suceda porque creo que es para bien. Mientras tanto, los días se suceden muy lentos porque se hacen larguísimos, hasta las 10,30 no se hace de noche. Hay que esperar al 15 de julio para que los días se vayan acortando un poco. A las 12, 30, me pongo la inyección. Los animalitos pasan el verano atrapados contra un muro grueso de luz, lo pasan mal, querrían descansar del calor y del día redundante. Los animalitos lloran contra las hojas de los árboles que no tapan su dolor de seres vivientes. Así pasa con los seres humanos también.

Piezas de calor son los días,

diseminadas como pequeñas torturas de las horas.