miércoles, 24 de diciembre de 2025

 Voy a recurrir a un libro de poesías para escribir este blog. Y el verso dice así: acabó el fin del mundo sin peligro. La vida es asomarse al fin del mundo casi cada día. Es como un respingo que te recorre las vértebras así que te levantas de la cama y piensas: hoy podría ser el último de mis días en el globo terráqueo. Y ese es el fin del mundo. Y el dolor de no ser vive también mientras existimos, ese vaso que la vida pone ante nuestras narices y que hay que beber, queramos o no. Y nuestra vida falla un poco cada día, se inclina al terror, se inunda de sombras y termina fastidiando el desayuno. Luego, las horas pasan más inconscientes pero la mañana ha sufrido un simulacro del fin del mundo en el que nosotros estábamos y no estábamos.

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