Como no tengo qué hacer hasta la hora de comer, seguiré escribiendo. Y un poeta que se llama Ángel González Quesada escribió un día, no sabemos si por la tarde o por la mañana, este verso: marcas tus pasos reencontrados hacia el mundo de dioses que inventas y te aguardan. Siempre estamos inventando si no dioses, refugios en los que pasar unos cinco minutos echando un cigarrillo o bebiendo una cerveza o dejando la mente en blanco a ver si nos besa la vida. Y en esos minutos inmolados a la más íntima soledad de perdedores que somos, se agita la fe en la vida y se agita la fe en los otros. Porque la fe está en saber que la realidad no es tan mala como la imaginamos sino que está hecha de almas dulces, amables almas que nos conducen a querer el mundo.
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