En la mudez de seda de la noche, dice el poeta. La noche trae una canasta seria de tenebrosos versos, un cáliz que se llena para que lo libes por la mañana, esa mañana como cucaña triste. La mañana se va alzando, bestial, sobre las nubes y el oro azul del cielo. Los pájaros no suenan, dicen que se va a teñir de nieve blanca el día y yo solo espero y espero que el día vaya muriendo como otro día que vino antes, antes de que esto se convirtiera en campo de batalla y las flores dejaran su consistencia para un futuro inerte tras las ventanas. Así, cada día es más triste y cenagoso que el anterior. Así, cada vez es más difícil sostener el alma entre las costillas.
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