domingo, 6 de abril de 2025

 La rosa química florece de ansiolíticos acuosos. Ya va entrada la primavera y la hipotimia y el dolor de mirar al sol y a las nubes como eternos enemigos. A veces se nos despierta bajo las axilas el dolor de ser nosotros y no un vecino que no piensa, que no agudiza el ingenio para saber quién es, quiénes somos, qué hacemos aquí, en este sembrado de cabezas de ajos, decía mi madre. No respira bien el que tiene inquietudes, el ser pensante y por tanto, se ahoga. Se ahogan las ganas de comprender esta loca posición en el universo, esta sucesión de estaciones y estados, esta calcomanía del mundo que llevamos tristemente en nuestras cabezas. Y todo durará un instante. Y los extraterrestres nos miran con incredulidad desde sus telescopios. Dicen entre ellos: qué seres más raros. Y procuran estar lejos de nosotros lo más posible.

Ningún ser humano entiende el mundo por completo.

Pero, ¿hay alguien que entienda al ser humano?

 Colillas en el cenicero. El libro de historia contemporánea y el de psicología social. Libros de poetas, de novelistas, de lentas líneas, el diccionario de sinónimos y antónimos, biografías, refranes, un libro de ensayo sobre la violencia de Luis Rojas Marcos (jefe de psiquiatría de NY). Y luego el ordenador y luego, yo. Pían los pájaros con desinterés más allá de la ventana. Escribo. Quizás escriba sin muchas ganas, sin ser el tema de escritura muy allá, sin saber casi que escribo. Escribir es un misterio de la vida. ¿Por qué o para qué se escribe? Comí naranjas podridas, palomas salitrosas. El mundo es tan grande que el ser humano no lo entiende. Así nos hizo Dios: hombres y mujeres que buscan en el mundo respuestas que no se les dan. El que quiera saber sabrá casi lo mismo que el que no sabe nada. Porque, como dijo el filósofo, solo sé que no sé nada. Quizás vaya a beber agua.

¿Para qué queremos saber un poco del mundo?

Será para justificarnos en el mundo.


 Hay que ver las gentes que contiene la ciudad. La ciudad es como una sopa agridulce de unos fideos únicos e irrepetibles. Me levanto por la mañana y salgo a la calle, la calle de la ciudad, y veo gente que no he visto nunca en mi vida. Y mañana también veré gente desconocida y pasado mañana y al otro. La ciudad contiene su propia disgregación poblacional, su desconocimiento entre las gentes. La ciudad está llena de inmigrantes, para lo bueno y para lo malo. La ciudad está llena de gente de Burgos o de Albacete. Los inmigrantes no saben ni de Albacete ni de Ciudad Real. Los inmigrantes solo saben de Madrid, Barcelona y Valencia, otras ciudades grandes. La gente que habita las ciudades vive sola entre una gran multitud que nunca llegará a conocer. Voy a beber agua.

Las dunas del desierto cambian.

Así las gentes, así las multitudes.

 La mujer que va sonriendo por los pasillos del Gran Plaza II. El divorciado al que se le ha diagnosticado cirrosis y ahora toma coca cola. El hombre que pasea al perro todas las mañanas por el mismo sitio. Esa mujer que veo por las tardes por el parque, también paseando al perro. Nosotros, que también saboreamos a veces ese sentimiento de estar solos. La familia de cuatro miembros que también funciona como una célula humana transitoriamente sola. Ese que, aunque esté rodeado de familiares, ninguno de ellos nota su individualidad, su peculiaridad y esto hace que se sienta solo también. Hay tantas soledades como individuos a los que no se les reconoce su singularidad. Y la soledad es mala si no se lleva querida, si no se lleva bien. Voy a beber agua.

Un ser solitario no es lo mismo que un ser solo.

Al mundo se viene a conocer gente.

 Si el signo de los tiempos es la globalización, todo lo que sea ir en contra de ella es un atraso y un impedimento para el crecimiento mundial. Y, además, se están creando bloques de países con intereses económicos, no con la finalidad del bien común de los pueblos. EEUU ha dejado de moverse por el mundo aliado a Europa y escoge a un tirano como Putin como compañero de juegos financieros. Es malo que Trump y Putin se lleven bien. Son dos megalómanos absurdos que usan a sus respectivas naciones para "brillar" en el mundo. Trump primero crea los aranceles y luego dice que quiere negociar. Es algo estúpido en sí mismo. A los pueblos todo se les encarece por culpa de una visión alicortada del presidente de la nación más rica de la Tierra. Ya hay manifestaciones en NY contra Trump y sus colaboradores. Las bolsas han caído mucho. Todos estamos perdiendo. Nadie gana con el proteccionismo en un mundo que va rompiendo fronteras. Voy a beber agua.

La democracia mundial rompe fronteras e invita a crearse otras democracias.

Pero la democracia norteamericana se equivoca, se cierra, se aísla.

sábado, 5 de abril de 2025

 Miro por la ventana. Hay un bloque de viviendas que pertenece a una urbanización con piscina. Hay una urraca en los olmos que está haciendo un nido. Las primeras horas del día, yo no las he vivido, me levanto tarde, a eso de las 10. Se oyen algunas conversaciones de vecinos. La mañana va avanzando. Ayer estuve en un gran centro comercial y me llamó la atención una señora que iba sonriendo mientras miraba las tiendas porque iba sola. Luego, yo hablé con mi amiga de la soledad. Es un tema muy traído y llevado este de la soledad. Yo creo que a nadie le gusta sentirse solo a pesar de que hay gente que sonríe, sola, en un centro comercial. Los centros comerciales agrupan a muchas gentes. Cada una con su rollo. Dice un refrán moderno: hay que joderse, todo el mundo va a su rollo menos yo, que voy al mío. Y así es. Todos con un rollo. ¿Qué será ese rollo? Voy a beber agua.

La soledad deseada es fuente de inspiración.

La vida, también.

 El tiempo que yo fui novio de alguien, o tuve pareja, como se dice ahora, di muchas vueltas los fines de semana. Recuerdo paseos por Segovia, alrededor del alcázar siguiendo un río, lleno de huertas. Recuerdo ir a Navacerrada, todo nevado. Recuerdo pasear por La Granja de San Ildefonso. Recuerdo hasta haber ido a Chinchón, un sitio casi perdido. Dimos muchas vueltas mi pareja y yo. Ayer vi a mi pareja, que ahora tiene una perrita que ladra a los niños. Ayer me sentí extraño con ella, como si la comunicación no fluyera, como si no estuviera yo en conexión. Bueno. La vida trae y lleva a la gente con la que estuviste y estás ahora. La vida es como la resaca del mar, no sabes qué depositará en la playa después de haberse engullido algo. Voy a beber agua.

Esas vueltas que se dan, esas que vuelven.

Melancolía.