lunes, 30 de junio de 2025

 La mañana anduvo mucho y me tocó el pie. De repente, fueron las doce. Sin lugar a dudas, el mundo cae en el reloj un tanto inerte y sin despabilar. Las golondrinas miraron con sus ojillos negros a las nubes y ya por la tarde, no fueron las de siempre. Kilómetros de cielo comieron mis ojos y vieron al avión. Iba muy deprisa, pequeño y pequeño. Otros kilómetros al norte me separan de una casa azul y serena, tranquila a las 3. Y, poco a poco, mi cabeza dio una vuelta, comió un bombón, cocinó un pollo y se largó por la puerta de los sueños dormidos.

Estamos todos somnolientos, harapientos,

deseosos de paz.

 Por mucho que te obstines en creerlo, ni tu padre ni tu madre ni los dos juntos te crearon. Te concibieron y tu madre te parió. Pero eso no es tu creación. Tu creación pertenece a otro ámbito, al ámbito de lo misterioso, de lo no carnal, de lo divino. Y así con cualquier ser humano que pisa esta tierra asquerosa o increíble. Y así con cualquier animalillo que pisa o nada o vuela por esta tierra de dolor o de gozo. Y es cosa de Dios o de un ser superior al que la gente tiende a ignorar o despreciar, pero ahí está, ahí está ese ser superior que todo lo rige y quiere que nazca Manolo o una golondrina. Y ya está. No hay más que decir sino de agradecer o maldecir en su caso que estamos en la Tierra, en esta mágica, misteriosa, inimaginable Tierra de los mil demonios.

Estás en la Tierra. ¿Eres afortunado en general?

Comienza a aprender a dar gracias.

 Suenan sirenas de ambulancia. Es como las campanadas. No preguntes por quién repican las campanas porque repican por ti. Todos somos uno en este mundo asqueroso. Todos vamos a pasar por lo mismo más pronto que tarde. Todos moriremos al cabo, como si hubiera una hoguera constantemente ardiendo a tu lado y al lado de tu vecino. Así que todo hace pensar que las sirenas de la ambulancia te llevan a ti corriendo, corriendo y corriendo hasta que te falte el aire, maldito ser creado para morir. Y ya no hay nada que decir más allá de esta certeza que nos hace a todos iguales. Igual de tristes, igual de malos, igual de seres agonizantes y esquizofrénicos.

¿No te afecta la locura?

De un modo u otro estás loco, no riges bien, tienes manías, odios absurdos, envidias insuperadas, torpezas mentales...

 A las 6:50 de la tarde de hoy lunes, 30 de junio de 2025, ha dejado paso el calor sofocante a la lluvia, lluvia que ha dejado de caer a eso de las 6:10. Yo he ido a la farmacia a por mi inyección y he hecho un regalo a las farmacéuticas, un regalo simbólico, como todos los regalos. Ahora corre un brisita benefactora para la piel y la mente y todo parece más llevadero. Por fin, en el futuro cercano ha habido una esperanza, un dato fiable. Yo, hoy, he ido de menos a más: de creerme un marginado, un apestado y un mierdas a estar más sereno y armonioso. Ojalá llueva hasta calar hasta los huesos a todos los hijos de puta de este mundo.

Ruin sea el que por ruin se tenga.

Y no digo más.

 Este hombre había leído en un libro que existía un imán en el mundo que convertía las piedras en oro. Es muy importante, cuando leemos un libro, saber a qué género pertenece. Este hombre no sabía de géneros de libro y creyó que ese libro era uno de tantos. Pero el libro era del género fantástico. Y con esa fantasía fue viviendo su vida todo el tiempo que estuvo vivo. Buscó el imán en tierras alejadísimas y extrañísimas como Mongolia o India. Habló con un montón de gente a ver si le daba alguna pista sobre el imán. No se separaba del libro nunca hasta que un día, hablando con un escritor, este le dijo: ese libro no es científico: pertenece a la fantasía. La fantasía puede crear burros voladores. Pero como el hombre se había pasado ya media vida buscando ese imán, no quiso cejar en su empeño y mató así ya toda su vida, visitando países como Etiopía y Madagascar.

Este hombre que cuento por lo menos viajó.

Hay quien busca su piedra filosofal en el pueblo de al lado.

 Ya he hablado de los ricos en general y de los pobres que intentan ser ricos y quedan fatal. Ahora voy a hablar de los pobres. La limosna de la viuda es un ejemplo de los evangelios que creo que casi todos hemos oído alguna vez. La viuda da un dinero a los pobres siendo ella pobre. Y por eso tiene el doble de valor que la limosna del rico que la da de lo mucho que le sobra. Los pobres nos conocemos, nos contamos nuestras vidas, nos apoyamos a veces. No contamos con que tenemos mucho dinero. Nos quieren por lo que somos, no por lo que tenemos. El pobre puede ser rico si oye toda conversación, calza ancho y bebe estrecho.

Quizás el pobre vale por lo que sabe.

Desde luego, no por lo que tiene.

 Los que son ricos ya no luchan en la vida. Se acomodan en el dinero y viven eso, una vida cómoda. Además, habría que ver cómo han conseguido ese dinero que tienen. El dinero puede ser una bendición para, quizás, formarte, aprender cosas nuevas, viajar, conocer ambientes y sitios bonitos. Pero muchas veces el rico se regodea en el dinero y no avanza. Se regodea en el tener y no en el ser, ser alguien hecho por dentro. El dinero solo reluce por fuera de la persona en ostentaciones más vanas que otra cosa. Todos los superricos de USA han demostrado ser unos tontos en sus manifestaciones públicas, unos que pretenden hablar de lo que no saben. En fin. Si yo fuera rico, me gastaría todo el dinero en viajar y viajar y viajar.

Ser rico por el hecho de ser rico

es un error que se paga caro.