Había un tipo que no tenía más que este discurso: los ricos, los pobres. Me decía a mí: te despiertas a la hora de los marqueses. A Gandía lo llamaba el charco de los pobres. Criticaba a los ricos porque decía que solo comían jamón york. Era una forma de denigrarlos. De los pobres decía que no se lavaban y que no habían visto el mar, o algo así. Estaba todo el día con eso del dinero, la riqueza y la pobreza. Este señor existe. Yo lo conozco. Un día, pagué yo en un bar y me enseñó la cartera con un montón de billetes grandes y me dijo: ¿qué te creías, que no tenía dinero para pagar? Y así hasta que me hartó y no he vuelto a verle. Pobrecito.
La gente que no habla más que de dinero
aburre a María Santísima.
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