No se reía. No se reía nunca. Era un tipo aburrido a más no poder. Un día estuvo con un compañero de trabajo esperando un encargo. No habló en dos horas. Los otros compañeros de trabajo le tenían lástima. Porque no reía ni hablaba apenas. Pero los días iban pasando y le tocó el sabor amargo de la derrota que tan bien sabía esconder a los demás y se lanzó a hablar de eso, de su derrota. Y, entonces los compañeros de trabajo se dieron cuenta de que era humano este tipo. Por fin se dieron cuenta porque antes pensaban que era alguna clase de robot insensible.
Si te crees insensible a todo
es porque no te ha pasado nada en la vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario