Antes, cuando Paco trabajaba el taxi y venía a las dos a comer, me preocupaba mucho por la comida, miraba recetas en internet y me atrevía con una berenjenas al horno, un conejo asado, una lasaña o algún pescado también asado con patatas. Esta forma de cocinar imponía comprar productos y estar más tiempo en la cocina. Dedicaba mucho tiempo a ir al supermercado y seleccionar los alimentos. Ahora ya toda esa dedicación pertenece al pasado. El horno ni lo uso. Bien está que ahora Paco me pica la cebolla y el ajo, que es un avance bueno. Pero las viejas y buenas costumbres ya no vuelven. Es una pena.
La cocina, su preocupación.
Ya no tan elaborada y dedicada.
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