Excrementos y cadáveres de paloma es lo que dan estos. Dan la hora de casualidad. Al fin y al cabo no dan las gracias porque se sienten mejores que nadie, idolatrados hijos de sus padres. Andan en troupe como los del circo. Se les ve de vez en cuando para que no te cuenten nada que no sepas. Saludan y sus hijos no saben ni decir hola, son así de simpáticos sus hijos, todo el rato jugando, comiendo y jugando. Y así se los ve que avanzan un año tras otro, los niños van creciendo. Van a la calle y se comen un flash de limón y un bocadillo de cosas increíbles, como ese que piden de pechuga de paloma callejera. Y así andan y llegará un día que no sepamos de ellos porque se han mudado y ya no viven por aquí sino por ahí, como los peces de ciudad.
Esos que andan como los hijos del dinero
no llegarán muy lejos en cuidar su alma.
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