Puede que fuera buena idea ceder mis derechos de autor a mis sobrinos cuando yo falleciera. Si andan activos y listos podrían publicar mis escritos, incluido este blog, aunque no tengan ni puta idea de literatura. Mis escritos son novelas y relatos de mucha variedad. Algunos están en venta en Amazon, otros descansan en mi casa en espera de resurrección. Quizás yo alcanzara fama póstuma, como ha ocurrido con otros autores que ni se enteraron de que escribían ni tuvieron un público lector conocido. Lo que yo no voy a hacer nunca es promover mis escritos, ir por ahí charlando de mis novelas si esto pudiera tener lugar algún día. Yo ya vivo económicamente holgado gracias a mi trabajo pasado entre adolescentes salvajes y otros no tanto, educándolos lo que pude. Ahora estoy escribiendo piececitas de blog que creo que tienen algún valor literario e intentando escribir una novela cuya acción tenga lugar en uno o dos días pero el verano es mala época para escribir. Tengo que pensar mi próxima novela, que, ya digo, tiene que tener la concentración temporal máxima para hacerme caer en la cuenta de los detalles de una realidad muy próxima al lector como son horas, horas nada más narradas con rigor. Y claro, en esas horas o día o dos días ha de pasar algo, lo que pasa es que no sé todavía qué tiene que pasar.
Las escaramuzas del agua del torrente llegaron al valle,
al valle ineludible de la vida.
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