La vida va todo lo bien que puede y así lo apreciamos por amor a nuestra salud mental y física pero no está exenta nuestra existencia de obsesiones, bajones de ánimo, amarguras, choques con otras personas, envidias, fracasos y deseos no cumplidos. La lista podría ser más larga y diversa pero cualquier desdicha no rompe la idea en el ser humano de que su vida va bien. De lo contrario, todos estaríamos locos de atar, a todos nos tendrían que mirar por dentro y decirnos: su alma es una ruina, su espíritu está reconcomido y sucio, su psique no crea más que basura intelectual. En fin, vivimos en un mundo de locos en el que el éxito en la vida es lo que nos venden hasta para comprar unos caramelos o una bola de cacao. La vida esta a la que asistimos no promueve el ayudar a los demás sino en triunfar uno como sea. Estoy un pelín gordo pero llueve y no puedo andar. El verano vendrá pronto y nos transformará. Seremos felices en un hotel contemplando el mar y la arena y los delfines saltando.
Vienen los lugares remotos, los hijos altivos, los pájaros
para que salgamos de esta batalla de asfalto, de la falta de horizonte.
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