A las buenas personas no nos gustan ni entendemos a los ladrones, a los traidores, a los ladrones traidores ni a tanto hijo puta que hay suelto por la vida. Nos hizo más ligeros el rail y luego el asfalto y luego el ancho mar y el manso cielo. Lo que no nos hizo más ligeros son esas almas oscuras y tenebrosas que tienen acciones y palabras de cerdos. No me gustan los seres que hacen daño, que arruinan familias por su puta codicia. Pero está estipulado así. Hágase tu voluntad, dice la oración. No sé si a Dios le gustan los hijos de puta pero cada vez abundan más, es la impresión que me llevo en este mundo que en vez de dar ejemplo de bondad, lo da de traición y de dolor y de violencia.
Cuando llegue la hora de partir, que no digan de mí:
fue un hijo de puta. Con eso me vale.
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