La ventana da a la alameda pero es más difícil creer que la alameda dé a la ventana. Los carruseles de la inopia andan justos de capital. Este invierno se ha gastado mucho en ropa de abrigo. Esta primavera se ha gastado mucho en escapadas de fin de semana y en camisas exclusivas de la marca Dior. La pena del bolsillo tiene lugar el día 30, día en que no hay para restaurantes, para viajes, para ropa, para un reloj nuevo. Tampoco hay para pagar la letra del piso diminuto. Llaman al avalista. El avalista no sabe nada. Le dicen que su hijo no paga puntualmente la letra. El avalista se lleva las manos a la cabeza. Cómo puede ser posible. Es todo tan repentino, tan raudo, tan acelerado que el pagador del piso se ve en los laterales del Príncipe Pío con una manta y un bote.
Por los suburbios vas, quizás esperando a que bajen los dioses
sin ser vistos. Quizás a que la iluminación ofrezca un pan.
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