Tenían que ir en taxi al pueblo porque Daniel se había negado a ir y era el que conducía. Bueno. No era muy grave. Se llamaba, se pagaba el taxi entre los tres y ya estaba. Pero no. La burriciega de Marga se puso a llamar a Daniel, que cómo nos haces esto, que por qué no quieres ir al pueblo. Daniel la bloqueó el móvil. Marga se enfadó aún más y quiso verle, a Daniel, para decirle lo malo que era. Hasta que Miguel se cuadró y le dijo a Marga que dejara ya en paz a Daniel, que nos fuéramos al pueblo y en paz. En el camino, Marga siguió maldiciendo a Daniel hasta que yo intervine y le grité: déjanos en paz a todos, ¿vale? Y Marga se puso a llorar. No he conocido una chica más gilipollas y cansina.
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