Es el desafío, es el estar defendiéndose constantemente, es el despreciar al otro, es casi insultar por nada. Es censurar de lo que se habla, es no estar nunca conforme con el otro, es mentir descaradamente sobre hechos de los que se hace la víctima. Todo ello en un ambiente opresor y tiránico. Pero todo va bien si se es flexible, si no intentas quitarle la razón. La pena es que nadie ayuda. La familia manipula, nos tiene en menos y si puede, va a abusar de nosotros porque la enfermedad mental y el abuso van de la mano. Me llama porque he tenido una diarrea, la gilipollas. ¿Y cuándo nos peleamos Paco y yo? No. No llamó a ver cómo estábamos.
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