Si voy al pueblo por las fiestas, llevaré la cartera llena para invitar, claro. Como hay gente allí que solo tiene para pagar lo suyo, pues voy yo y le pago hasta lo suyo. Es que el dinero es muy bonito tenerlo intacto en el banco. Los que se me arrimen, pueden contar con mi cartera. Un día es un día pero siete, una semana. Aún así, por un día, que no quede: calamares, croquetas, gambas, todo va de mi cuenta. Y por la noche, cubatas de todo tipo: ginebra tónica, güisqui coca, ron limón, etcétera. Ya digo que un día es un día y el dinero es para gastarlo aunque sea en vicios ajenos.
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