Algunos sustos he tenido que vivir con mi hermano por culpa de la enfermedad mental. Se ponía violento en casa y yo llamaba al 112. Violento solo verbalmente. Una vez nos pegamos, eso sí. Pero la pelea duró segundos. Ambos fuimos conscientes del error de ejercer violencia física con el otro enseguida. Acudían policías a mi casa, bastantes. Intentaban calmarlo y lo conseguían y lo llevaban en ambulancia al Puerta de Hierro. Allí, o lo ingresaban o no. Dependía del estado en que llegara mi hermano o la evaluación que le hacían los psiquiatras. Luego, mi padre y yo íbamos a verle a las seis de la tarde a la planta de psiquiatría, hasta que mejoraba. Luego, Paco llegaba a casa y se terminaba de curar.
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