lunes, 7 de agosto de 2023

Doy vueltas a una cuestión. Yo he estado con unos amigos el invierno pasado y unos meses de este año. Los amigos eran: un enfermo mental que nunca conseguía trabajo pero mareaba mucho con esa cuestión de no encontrar trabajo. Le echaban de todos los sitios. Y además, este tipo se cogía muchas confianzas y era muy pesadito con el rollo católico que tenía en la cabeza. La otra amiga era informática peruana divorciada y trabajaba en una buena empresa. Nos hablaba mucho de Lima y de su padre y de su hermano que se quedaron en Lima, pero de ella no hablaba, ocultaba muchas cosas. Esta peruana vivía con este enfermo mental en alquiler. Luego estaba otro enfermo mental que no hacía más que pedir cigarros. Quería beneficiarse a la peruana. Estos dos enfermos mentales son enfermos mentales de pacotilla: no sufren ansiedad ni depresión ni nada. Viven la noche los dos y se lo pasan pipa. Yo no sé qué enfermedad mental tienen pero no la sufren. Si aceptabas a uno tenías que aceptar a los tres, pues iban mucho juntos. El caso es que Paco bloqueó sus móviles. Yo también. Pero luego, los desbloqueé. Pero cuando llamaban, no les cogía el teléfono. A mí me llamaba el enfermo mental para contarme sus penas laborales. Este enfermo mental tenía muchos amigos y su teléfono no paraba de sonar. Cuando estabas con él, te podía ignorar por atender una o varias llamadas. Me harté de este trío de pedigüeños y raritas como la peruana. Los rechacé dos veces y no volvieron a llamar. Apenas los he visto ya en todo el verano. Otra cosa que me preocupa: si Majadahonda es rica y culta, ¿dónde están los cultos, los formados de la ciudad? No los veo por ninguna parte. No me encuentro más que tontos por la ciudad.

Miró por la ventana

No vio gente, solo loros que hacían cosas de loros.

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