Unos prometidos regañan y, después de un paseo en coche, vuelven a darse el sí. Eso es lo que he leído de una novela ubicada en la India. La mañana va pasando lenta y tranquila. Leo y escribo, el ordenador ya no bufa. El sábado subiremos a una montaña por la tarde. Las lunas se van sucediendo y los seres humanos aprendemos a pasar el rato de la mejor manera posible. Hay hijos de puta que llevan el pensamiento a regiones odiosas, pero pronto vuelve ese pensamiento al ahora, al presente más abarcable. Los hijos de puta tienen esa potestad: que revuelven la fuente donde se ha de beber.
No pensemos en aquellos que son falsos y egoístas.
Pensemos en las buenas personas que nos rodean.
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