Hoy por la mañana no ha sucedido nada espectacular. No sé si es mejor así o necesitamos un extra de asombro para que no nos parezcan todos los días iguales. Todos recordamos, por ejemplo, el día de la lotería de navidad. Qué expectación, qué ansias de que saliera el número nuestro, qué emoción cuando comprobamos los números a ver si nos ha tocado siquiera "un pellizco". De la cruda realidad aburrida parece que surgen las infidelidades. El hogar es también aburrido, como la realidad circundante, y a todos les gusta "echar una canita al aire" como se suele decir, para romper la cotidianidad. Hay mucha excitación en pegársela a la mujer o al hombre que habita bajo el mismo techo. Tomar una copa con la conquista que has conquistado amorosamente es una forma de romper la vulgaridad del ambiente que te rodea. Ni qué decir tiene que la infidelidad es motivo de miles de novelas, sean estas sentimentales o de otro género. Y todo es por el aburrimiento y la monotonía. Hay que probar a salir de la monotonía en la familia o se caerá en la infidelidad. Así son muchas novelas. Y las novelas se basan en una realidad.
El tedio de la vida:
ese motor que cambia las cosas.
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