Esta tortura que me da en la cara, este cuidado que guardo en mi corazón para las mariposas frágiles, me está saciando de soledad. Me está llenando los días esta tortura de un pensamiento de augurio feo, de primavera podrida. Pero hay que seguir adelante y leer el periódico procurando no fumar, sentado en un banco al sol de febrero. Luego vendrá el porfiar con delirios. Luego vendrán los colgantes comportamientos raros. Luego vendrá la luz de abril. La estrella que reluce al lado de la luna tiene la respuesta a tanta tortura, a tanta desazón, a tanto desvío que ocupa a mi corazón.
Allá va la furia vestida de tristeza.
Una tristeza que no vale la pena hacer caso.
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