miércoles, 12 de febrero de 2025

 A pesar de que el mundo parece extraordinario y perfecto, a veces parece incomprensible. Se levanta uno de la cama y no comprende nada de este mundo. No sabe por qué tiene que leer el periódico o no sabe por qué tiene uno que escribir en este blog. Ni siquiera sabe por qué uno está vivo y no muerto, tanta es la confusión mental. Un taxista, por ejemplo: ¿no ha llegado un día en el que se pregunte por qué tiene que llevar gente de un lado a otro? Así con todas las profesiones. Y el descentramiento de la realidad es muy grande a veces y nos arruina el día y, si me  apuras, todo el mes. Esto deviene en depresiones al no saber uno cuál es su misión en el mundo porque todo es preguntarse sin respuesta qué hace uno en el mundo, en este mundo y dice: ¿no puede haber otro mundo en el que yo me sienta alineado, integrado, comprendido. Y no. No hay más que un mundo. El mundo de las gentes, los animales y las cosas. Y solo quizás, de Dios.

El mundo es muy grande y tal.

Lo malo es cuando el mundo es incomprensible.


No hay comentarios:

Publicar un comentario