En la vida suceden arbitrios que nos confunden la existencia. No entendemos por qué otros han tomado decisiones que nos afectan directamente. Y encima, no nos explican esas decisiones. Así que vamos ciegos a buscar la solución de un problema que otros han creado para nosotros. Y esperas que otros tengan más sensibilidad contigo, recurres a otras instancias para que el problema se resuelva. Y ya no te fías de nadie pues la gente actúa así, sin dar explicaciones, sin tomarte en cuenta cuando aplican su criterio aleatorio, cuando te cambian algo que tú dabas por supuesto. Y debes peregrinar de un sitio a otro a ver si alguien te toma en serio. Así me ha pasado a mí cuando una farmacéutica me ha cambiado las pastillas. Ahora tengo que ir al ambulatorio a ver si allí me hacen un poco de caso. Pero ya no me fío de nadie. Y no espero que las cosas vayan a salir bien. Eso es lo que consiguen los actos arbitrarios, sin explicación ni razonamiento.
Tú no te crees que la gente actúe así.
Pero actúa así y te fastidia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario