viernes, 28 de febrero de 2025

 Independientemente de la economía de cada ciudadano, cada ciudadano debería tener la posibilidad de expresarse con otros ciudadanos. Pero dentro del sistema, se fomenta la desconfianza al otro. Todo son malas noticias. Cualquiera puede cometer un delito. Se inventan nuevos delitos. Decir algo referente a la naturaleza sexual de nuestro interlocutor puede ser delito (por ejemplo, llamar guapa a una mujer). Ha ido calando en la población eso de ser fascista, xenófobo, homófobo y estas historias para no dormir. Y la gente está asustada de su propio lenguaje, no sea que sea constitutivo de delito decir algo que antes decía con toda naturalidad. Y todo este sistema asqueroso es para mantener asustado al ciudadano, para que no hable, para que esté temeroso de las leyes, unas leyes nuevas que todo lo prohíben. Esos políticos que han enmerdado la relación entre la gente merecerían el olvido más absoluto, el desprecio más grande de la gente.

Homofobia, xenofobia, transfobia:

qué mierda es todo eso.

 No importa tanto la situación económica de una persona como su estado espiritual, sus ocasiones para reír o charlar con su semejante, expandirse amistosamente con sus vecinos. Reír un rato de algunos chistes es muy oxigenante, da oxígeno al alma. Pero parece que reír y charlar, en este mundo de hoy, no está muy extendido. Así esas caras largas, ese mirar de ido en las personas con las que me cruzo. La gente está quemada de oír siempre las mismas noticias. Creo que en el telediario deberían dar una tregua y dejar de contar noticias tristes, deberían contar, entre medias de tanta desgracia, cinco o seis noticias alegres, bonitas, gustosas. La tele está siempre con violaciones, robos, muertes. Qué asco. Para ser un servicio público dan asco las noticias que cuentan con la de noticias extraordinariamente humanas que hay todos los días en el mundo. Debe de ser una consigna: apabullemos al ciudadano con extremas historias tristes y así le tenemos agilipollado y melancólico. Este sistema debería cambiar.

Un sucedido desdichado:

siempre en el telediario un sucedido desdichado o un montón de ellos.

 Veo mucha mirada perdida en la calle, entre los ciudadanos. Creo que en la vida hay que tener un objetivo, algo que nos haga estar vivos, atentos al suceder de los días. Yo no puedo hacer gran cosa sobre mi persona pero escribo este blog y escribo historias. Temo perder la ilusión por contar historias por escrito. En estos momentos de mi vida ya no me sorprenden las personas, los lugares, el tiempo remoto o actual que me llevara a escribir una historia. Pero tengo este blog en el que vierto mi malandanza, lo que veo por la calle, los sentimientos que me embargan. Escribo este blog como último asidero del que sostenerme para no hacer agua, para no tener la vista perdida como he visto que tienen algunos por la vía.

Miran pero no ven.

Miran lo que hay alrededor y creo que se sienten perdidos.

jueves, 27 de febrero de 2025

Tenemos muchas cosas buenas en España: digan lo que digan, tenemos una sanidad muy buena, con buenos profesionales médicos que hacen el MIR (muy exigente). Tenemos la red de donaciones de órganos más grande del mundo. Tenemos unos grandes profesores en muchos casos, al igual que periodistas y escritores. Tenemos una cultura culinaria de primer orden. Tenemos las familias más bonitas que en muchos sitios. Tenemos la guardia civil y la policía que son bastante eficientes. Tenemos una costa kilométrica, con playas muy limpias. Tenemos un rey bastante bien formado y muy sereno. Tenemos la paella valenciana y el cocido madrileño. Tenemos Madrid y Barcelona y Valencia y Bilbao y otras capitales de provincia de las que disfrutar. Tenemos muchas cosas de las que estar orgullosos los españoles y disfrutarlas a tope. No siempre son cosas malas las que hay que decir de España. España es muy apetecible.

 No salgo de mi asombro:

el español habla mal de España.

Escribir es buscar algo de belleza entre las palabras. Se podría llamar a escribir una terapia poética o lingüística. El caso es que escribir llena un espacio en el espíritu. He leído de una psicóloga en internet que escribir repara un poco el alma alicaída, el sentido desconsolado de la vida, la pena de no poder hacer uno lo que quiere sino lo que puede, que, a lo mejor, es poco. Es verdad que podemos poco el común de los mortales. Estamos sujetos a condiciones económicas estrictas (quiero decir: no tenemos suficiente dinero para hacer lo que nos dé la gana). Estamos también sujetos algunos a una enfermedad que nos limita. Y estamos todos restringidos a una semana de vacaciones al año, no más, parece ser. Así que somos pobres casi todos. Pero más pobre es aquel que no tiene techo ni comida. La pobreza no hay que explicarla, viene dada en el ser humano. Somos limitados, nos debemos a una cifra escueta, no podemos hacer nuestro gusto casi nunca.

El dinero: 

eso que queremos todos para el cumplimiento de los placeres.

miércoles, 26 de febrero de 2025

 Me fumo un cigarro y me fumo las ganas de andar kilómetros, de alejarme de donde estoy ahora. Escribo y escribo las ganas de invadir un tiempo y un lugar lejano con mi cuerpo. Y romper el día y la tarde de camino al sur. Bebo agua, mucha agua y bebo el deseo de recorrer una nacional hasta su término, hasta el agotamiento de su asfalto allá en la costa. Quiero coger la general y no soltarla y ver pueblos que se anuncian en los letreros: Rivas, Ocaña, Elda... Y reír mucho mientras el coche traga una distancia alegre. Y llegar, llegar el primero a ver cómo las circunstancias podrían ser más gustosas que esta silla y este aparato lleno de letras. Y pronto, volver otra vez por esa calle mayor que es la carretera.

 Kilómetro cero.

Donde yo estoy acurrucado y tenso.

 A mí estas líneas que escribo me hacen contener la rabia de no estar en Torremolinos o en Torrevieja. Y luego, hablo con mis amigos que me calman la mañana lejos del mar. Y luego voy y como y me tiendo a meditar en la cama y medito que no estoy frente al mar sino que estoy muy mar adentro, demasiado mar adentro; tanto, que aquí no llega el rumor de las olas y las gaviotas y tampoco llega la brisa marina tan refrescante. Aquí solo llega la influencia de unas montañas muy erosionadas, muy antiguas que me hacen la vida imposible, que me hacen llorar muy por dentro, muy por dentro, tan dentro que nadie lo ve ni lo siente. Y yo me canso de llamar al mar y el mar no contesta, debe de estar muy ocupado el mar con su mover olas por la playa y todo eso. Y luego, hablo con otros que no tienen ese deseo de mar y solo hablan de fútbol y del dinero que cuesta un paquete de café y todo eso. Y yo me lleno de llanto porque yo estoy solo en la añoranza del mar.

El mar está lejos, muy lejos.

Tan lejos que no lo ve nadie y tampoco yo lo veo.

Es difícil andar por la vida teniendo una hora fija para comer, para escribir y para dormir. Es mejor vivir la vida bohemia de las gentes que andan por la calle ilusionados con que verán hoy a sus amigos los poetas y les pagarán un café con unos bizcochos y luego, otra vez a la calle a reunir a las musas en su beneficio. Y un premio poético ganado que hará que se reúnan a escucharles unos señores casi ancianos bien vestidos de gala y todo eso y luego, gastar todo el dinero del premio en borracheras de güisqui y cola y de otras cosas menos permitidas. Y luego, otra vez a pedir prestado, a que les inviten a un café en espera de otro premio, premio con nombre de poeta consagrado y cuidado con hacerse viejo y mearse encima.

Los premios literarios 

son premios bohemios, alegóricos, providenciales.

 Las pequeñas flores del invierno adelantan un poco tu llegada, primavera ociosa. No sabes cuándo brillará mi estado actual de persona con horas frente al pecho. No sabes cuándo mis astutos acechos a los minutos de la mañana darán su fruto. Me levanto tarde para el prójimo que me mira con asombro en la cafetería. Me levanto torpe e indeciso y se me hacen las once de un reloj extendido. Soy acaso el culpable de que mi angustia me acompañe, de que rompo el horario del que trabaja, de que mi comportamiento sufra altibajos dementes. Yo soy el enfermo que nadie nota, soy el maldito que se queda en la cama hasta que las sábanas estorban a la conciencia. Tengo horas que matar. Tengo voces que acallar. Tengo la luz dormida de un día que pasa en contra de mi voluntad.

La luz no importa.

Importan las horas que esa luz manda al día.

martes, 25 de febrero de 2025

 Si todo lo vemos mal, malo. La cabeza empieza a dar vueltas sobre sí misma y no encuentra solución alguna. Eso me pasa a mí cuando una ligera depresión me apresa en su maldición. Lo mejor que se puede hacer en el caso de que la depre te abrume, es hacer las mismas cosas de siempre y también tumbarte cuan largo eres en la cama y meditar y pensar todo el rato hasta que ya no lo veas todo malo, ya haya un resquicio por el que ha entrado una idea nueva, pequeña, pero lo suficientemente importante para ya no estar pensando en ti mismo y en lo malo del mundo. La depresión es muy mala. Tu pensamiento vuelve y vuelve hacia ti y piensas siempre cosas malas y tristes. Pero, ya digo, con un poco de coraje y otro poco de paciencia meditativa, la depresión se aleja.

No dejes de hacer cosas cuando estés depre.

Las acciones logran que el pensamiento triste se vaya.

 Por la mañana, los ciudadanos, por el mero hecho de pisar la acera, tienen los contornos muy limitados. Unos son gordos, rebosan carne. Otros, al revés: nos enseñan sus huesos pegados a la piel. Por las calles, la luz, esa luz indecente y atrevida, se pega a la figura de cada uno, también se pega a mi ropa de calle, a mi esencia carnal. Dicen que el cuerpo, con todas sus alegrías y todos sus defectos, se queda aquí, en la tierra, y el alma sube al cielo. No sabemos los mortales cómo sabemos. Nadie come a un semejante en condiciones normales. Así que no sabemos a qué sabe la carne humana, el filete de la persona que se cruza con nosotros. Es un misterio el cuerpo humano, tan diestramente trazado: sus piernas para la traslación, las manos para manejar el cepillo de dientes, etc. La vida es un misterio en todo orden de cosas. Por ejemplo: todos hablamos de la seguridad social. Pero, ¿sabe alguien lo que es la seguridad social? ¿Y los aullidos de los monos o el zumbar de las abejas o el mugido de una vaca? ¿Sabe alguien de algo en este mundo? El misterio de este mundo es un mundo de misterio.

La luz, el primer misterio.

Los ojos están hechos para la luz pero rompemos la noche con farolas eléctricas.

 A imitación del sol, pero con una timidez muy grande, casi infinita, las farolas se encienden pero no alumbran a nadie. Nadie quiere saber ya nada de la noche. No hay bohemios, como antes. No hay que apurar con canciones la oscuridad. Noches de bohemia e ilusión, decía la canción. Ya nadie canta. Pero en los hogares se desenvuelve un amor grande a los hijos que hay que cuidar, tan sensibles, tan esponjas que todo lo absorben, tan listos que se aprenden las canciones del colegio y la tabla de multiplicar y los nombres de todas las plantas y animales que pueblan la Tierra. Estos niños no se darán cuenta de los cambios de gobierno, de lo que dicen los políticos cada vez que hay elecciones, pero sí sabrán la tabla periódica, los nombres de los escritores afamados y el nombre de una tía mayor que vino a un cumpleaños hace tiempo. Hace tiempo, todo es hace tiempo. Y, en el tiempo, devenimos señores serios como la tabla de multiplicar.

Un niño aprende.

Pero lo que aprende no le vale para entender el mundo del todo.

 Ocupación, abusos sexuales, violaciones, delincuencia, no acceso a una vivienda digna, paro juvenil, inmigración masiva, inflación, carestía de la vida, pocos nacimientos patrios, edad de casarse y tener hijos a los 40, juicios televisados sobre abusos sexuales como un beso, suicidios de adolescentes, consumo récord de pastillas para la ansiedad, poca posibilidad para conciliar en las familias, extensión de la droga y el alcohol en jóvenes y mayores, adicciones a las redes sociales, al porno, a los juegos, soledad no deseada en mayores, la sanidad que no llega a la gente... Estamos en una sociedad resbaladiza, de quiebra, de mala gestión, de no poder atender al ciudadano. Pero igual que pongo esta lista de asuntos malos podría poner una lista mayor de cosas buenas que tiene la sociedad española. Lo que pasa es que la sociedad buena no sale en los medios de comunicación. La sociedad buena es aquella en que dos personas tienen hijos y deciden tirar para adelante hasta que sus hijos se basten a sí mismos. La sociedad buena son las de las oenegés que ayudan a todos los sectores vulnerables y otras personas que deciden hacer el bien a los demás. Hay muchas cosas buenas en la sociedad, hay una solidaridad auténtica que no sale en los periódicos. Hay el amor al otro, la generosidad, el deseo de paz y otras tendencias que dicen que no todo es malo en esta Tierra de Dios y de los hombres.

Ten paciencia.

Si conservas la paciencia, conservas el latir del tiempo.

lunes, 24 de febrero de 2025

 Bajó sin libertad por el camino de la desesperanza pero también pensó que él era de este mundo como los otros aunque no hiciera más que andar y andar. Y pronto, se hizo el frío del corazón pero también se helaron los corazones de los hospitales y las lluvias torrenciales. Y se dijo a sí mismo que no lloraría nunca más delante de aquella dama que ya no era su novia. Que ya no lloraría más su estado, el pobre estado en el que contemplaba paredes y televisiones y calles llenas de gente que reía. Y las lágrimas no eran ya la lluvia mezquina de pensarse peor que los demás. Las lágrimas se agotaron como se agotó ese día y otros de férrea soledad. Y no volvió más a esa tienda donde los monos bailaban con frenesí la danza de la locura. Todo estaba bien. Todo fluía y esperaba el verano.

Dormir con la sensación de no agotar el día.

Pero hay otros que no duermen siquiera.

 A veces, el mundo feliz, el wonderful world, se agota y se esconde y llega la desilusión. Y el mundo es tu cabeza dando vueltas a lo mismo. Pero todo pasa como pasa solo una vez ese pájaro ante tus ojos. Y aflora otra vez el sol y los helados de vainilla y los ojos de esa chica tan dulce y el corazón también llega latiendo. Y los empleados del supermercado ahí están otra vez porque es lunes. Y el lunes tiene un mandato. Y tú te levantas y dices adiós a esa tarde de andar maravillándote de tu pensar enojoso. Y has andado ya por los vicios neuronales. Y has hecho asco a las azucenas. Pero hoy disfrutarás de eso que está para disfrutar a tu pobre persona. Y habrá felicidad. Y habrá la sonrisa que la manda tu cerebro ya elegante y acostumbrado a los horarios diurnos y esenciales.

Un hueco hay en tu mente 

que te dice: sigue, sigue y llegarás tan lejos como ayer.

 La noche vino ayer y hubo un incendio de farolas. Alumbraban mi ser escondido en casa. Alumbraban la calle como quien alumbra un deseo. Y yo me vi atado, me vi sujeto a un horario. La pequeña tristeza se había ido antes de que la luz naciera en lo alto. Y no hubo más que una llamada telefónica. Y no hubo sino la certeza de que estábamos solos. Pero la vida se hace hueco en cualquier corazón. La vida se cuela en las venas más frías. La vida es para todos, como el sol. Leí un poco. Vi un poco la televisión. La noche cuajaba en mi sangre un helado de limón. La noche me indujo al sueño pero yo gané una batalla. Gané también la guerra, la guerra de la depresión.

Tristeza que se sujeta al fluir de la sangre.

Pero se agota en el empuje de la felicidad de los días.

 La Tierra nos deja vivir, no se acelera ni se para nunca. Los astros nos respetan el sitio que ocupamos en el universo. Podemos alegrarnos, podemos ser felices ya que el mundo es perfecto. No bien nos despertamos, la Tierra nos acoge en su seno blando y divino. Salimos a andar a la calle y la calle también quiere ser un signo de la perfección de este mundo. Está el supermercado que nos abastece, está esa vecina  a la que decimos hola, está la mañana prestándonos su luz. Vemos a unos amigos que se sientan en un banco en el parque y nos expresamos. Nuestro aparato fonador, tan perfecto, nos permite hablar, nos permite construir frases con las que comunicarnos. La brizna de hierba surge del asfalto y nos da un ejemplo de las ganas de vivir que tiene el mundo. Los perros ladran de pura felicidad. Yo soy feliz también como los transeúntes, como la hierba, como el cielo azul.

El cielo tan azul, 

los árboles tan verdes.

domingo, 23 de febrero de 2025

 Había un hombre que reflexionaba sobre el mundo y quiénes lo habitan. Para sí se preguntaba: ¿Para qué valen los curas? Para asustar a todo el con el infierno y las tentaciones de este mundo. No me valen para nada. ¿Y los políticos? Para crear problemas que no existen y no resolverlos. ¿Y las mujeres? Para dominar a los hombres y volverlos como un calcetín. ¿Y los amigos? Para que te traicionen un día o te pidan dinero. Entonces, toda la gente que conozco me sobra. Todos los que me rodean no quieren sino mi mal. Todo el mundo está de más ya que no me buscarán más que problemas. Yo solo he de valerme en este mundo traidor. Todo el mundo sobra menos yo, que soy amable, sencillo y sincero. Y se fue andando y miraba a la gente que veía por encima del hombro ya que eran malas por una causa o por otra. Y se sintió feliz al hacer la reflexión que hizo y se consideró la mejor obra de la creación de aquí a Lima.

Yo soy el mejor,

dijo y dio un tropezón y cayó de cara al suelo y dejó de decirlo.

 Por Madrid van unas chicas o mujeres, no sé cómo habría que llamarlas, que van muy guapas ellas y además, visten muy bien. Estas chicas y los chicos que mariposean alrededor de ellas, están en otra onda que la mía. Estas chicas quieren gustar y lo hacen en la primera mirada que se las dirige. Luego, va un hombre viejo y cansado, la cara llena de barbas, que avanza muy despacio cargado de mochilas. Es un sin techo. El contraste es bestial. Son dos mundos que hay en Madrid. Uno ríe y otro lo pasa mal. Uno busca habitación para amarse y otro busca un rincón de la calle para no pasar frío, el frío matador de la noche de Madrid. Y así, me vengo yo en el autobús sorprendido de lo que he visto con mis ojos. Toda igualdad se revienta en mi mente, se hace trozos en mi pensamiento, muere al pensar que la vida es casi la muerte.

Moncloa:

la farola alumbra al exultante y al necesitado.

 Cuando nadie decía nada, cuando no había nada que decir, llegaba este hombre bebedor de vino a la taberna y decía: "y va bola". Y nos poníamos todos un poco tensos o derrotados y pensábamos por un momento que el mundo se iba a parar o a caernos encima de un momento a otro. Y yo seguía poniendo vinos a los mayores y masticaba mi tristeza por dentro. Y el verano pasaba con parsimonia, con una lentitud de patatas con chorizo, de huevos fritos con salchichas. La barra no nos separaba. La barra era la unión de unos destinos abrumados por las circunstancias. Unos bebían. Otros sufrían el abandono de sus personas. La calle era estrecha, diminuta y calurosa. La calle no daba nada y encima, el dinero se volvía inútil, se volvían grandes las monedas y no valían nada. Era el verano más triste de mi pequeña historia.

Yo estuve allí,

estuve en el calor que despedía la acera en unos momentos tristes.

 Río artificialmente mostrando mis dientes amarillos. Río sin tenerme que reír. El domingo ya va mostrando su cara del fin del fin de semana. La gente se levanta tarde. En las habitaciones se oye un rumor de sábanas pegadizas, enamoradas, dulces para el cuerpo. Y yo me siento bastante raro. Hay una lombarda en la encimera y hay unas urracas que graznan más allá de la ventana. La cura de mis males no es en soledad. Más bien deseo que suene mi móvil de una vez por todas. Que alguien me atienda, que alguien diga: mira, este es Ismael. No sé cómo salir de este callejón oscuro en que me hallo. Respiran los violines de agua más allá del umbral de las soledades.

Miro a ese personaje que soy yo.

Y río sin saber muy bien qué se esconde en la risa.

sábado, 22 de febrero de 2025

 Alquitrán. De los pulmones surge una queja continua, un rumor de agobio. Pero yo sigo y sigo. Lo que pudo existir brilla un instante. Yo pedaleando fuerte por la carretera, yo pegando un chut enorme a un balón. Los cirios y las velas se derriten por la acción de un fuego lento y tibio. Las iglesias guardan la fe de los creyentes obstinados. Yo quiero creer en algo que dure más allá de la muerte. Los lejanos árboles que pueblan densamente las costas y los ribazos me hablan, me comunican la lejanía anhelada. Qué cosa hay en las carreteras, qué diálogo sutil entre el coche, las ruedas, el volante y el futuro alejado. Mi vida transcurre en unas aceras ya vulgares ya transitadas por la repetición sin nombre de mis pasos. Démosle la vuelta al infinito ser que vive de la pobreza de cercanías olvidables.

Quiero ser un amor a descubrir tierra,

tierra que danza a lo lejos.



 Esta noche de este mundo ha sorprendido a más de uno con colores estrambóticos. Han bailado hasta el amanecer los pies y los brazos. Han surgido locuras nuevas en las cabezas lunáticas. Y todo ha vuelto a ponerse en su sitio en esta mañana de este mundo. Pero con resaca de horas. Pero tocando a su fin esta artificial manera de volverse enajenado. Un ejemplar de primavera cruza la calle sin mirar. No ve a los coches cuando va a por pan. La dureza de la mañana le ha hecho dudar de su propia sombra. La noche fue divertida; la mañana, llena de luz, demasiada luz. No dice adiós, tampoco espera. Por la luz matinal se escapan las avenidas nocturnas que paseaste ayer. Todo por diversión. Todo por darle al cuerpo la tensión adecuada para romper con tu realidad.

La noche: locura llena de artificios.

La mañana: traza la luz las formas de la vida.

 Un ejercicio de melancolía: pensar cuán cerca estás de todo lo que te rodea todos los días. Un ejercicio de humildad: no puedes estar en el sitio deseado así que te conformas con el que ocupas desde siempre. Aunque todo cambia un poco para no ser tu vida una tormenta de cosas que se suceden igualmente. Esa repetición de los actos en los días te hacen aprender una lección. La vida no es como uno quiere, sino como está establecida. Si no, todo el mundo estaría volando a Nueva York cada dos días, yendo en tren a la playa, dando la vuelta al mundo constantemente. Y se colapsarían las estaciones y los aeropuertos.

No intentes ser otro en el espacio.

Intenta ser otro en el tiempo.

viernes, 21 de febrero de 2025

 Un cigarrillo último, un rebullir de mi alma tediosa. No hay libro que me consuele de estar aquí. No hay poema que me lleve por la nacional cuarta a un restaurante de carretera con un árbol inmenso en el patio. No hay coche, ni taxi, ni autobús que vuele con mi espíritu a lo lejano, a lo que no conozco todavía. El trayecto es fijo: con final en la costa y ver el mar lamiendo la arena. Y una habitación de hotel en el piso dieciocho. Y una coca cola para celebrarlo. Y comer sardinas en el puerto donde ondea la bandera blanca de la paz y la libertad. Yo quisiera ser de madera, quizás de hierro, para no sufrir la falta de lejanía de mi vida. Yo quisiera ser una piedra para no sentir lo que siento aquí sentado.

Te olvidas de los álamos y del desayuno

y vas a la calle y recuerdas de repente que eres uno solo, un aburrimiento por la acera.

Los periódicos llenan España de miseria moral. La lluvia, si existiera, quizás limpiaba el ambiente de corrupciones varias. Ando al kiosco, compro palabras que, unidas, crean frases y párrafos aparentemente coherentes. Pero, cuando llego a casa, yo no sé expresarme, no sé dónde están mis palabras y mis párrafos propios. Voy escribiendo esto que veis para así, dejar constancia de que existo. Solo procuro eso: que mis pensamientos circulen en frases, que se llene esta blancura de la pantalla con el lenguaje mío, individual, quizás necesario. No sé cómo podría yo estar en otro sitio, al lado de un límite costero o montañoso. No sé cómo podría yo dotar este viernes de una consistencia que me hiciera otro. Otro mundo deseo. No este de párrafos periodísticos, de una farola que, en la mañana, se calla humildemente. Quiero salir de las inmediaciones, saltar a la frontera, a la frontera querida de algún sitio lejos.

La lejanía:

esa fuerza irracional que lo contiene todo para matar lo cotidiano.

 El paso de las horas es como una tortura muy lenta que va horadando la paciencia, una carantoña a la muerte. Los días son como lunares que portan la insidiosa insipidez de los frutos cansados. Ya es hora de decir basta y escribir aquí por qué estoy harto de que pase el tiempo impunemente, sin hacer señal de mejora del espíritu. El cuerpo se va erosionando de los años, de la costumbre de hacerle daño. El espíritu no se alza con poder, con el signo de la victoria. Quizás falten esos raptos de amor por Dios, esas caricias anímicas a lo sobrenatural. Solo sé que el tiempo pasa, los días pasan y yo sigo siendo el mismo de siempre. No apaciguo mi existencia si no hay algo de por medio. No sé prácticamente quién soy si no hay aventura.

Querría salir a la carretera y rodar y rodar

para que yo fuera otro en otro lugar, en otro mundo sensorial.

jueves, 20 de febrero de 2025

 Te has quedado como hecho de ceniza ante el monumento al demonio, al que murió de soberbia. Estás en el Retiro y ves pasar gentío agreste, como de ciudad inhóspita. Quieres hablar pero no tienes con quién. Has ido a este parque grande a pasar el tiempo, eso que tanto te sobra. Y te tomas una cerveza que sabe a soledad. Y lloras por dentro eso mismo, tu soledad. Así la locura te ha estado mancillando los días. Así esa memoria de tu padre te rompe la vida. No es que ames la soledad ahora que estás así, en un piso sin luz, sino que siempre has estado solo con unos libros sobre pájaros y otro sobre perros. Ya hace muchísimo tiempo que no te veo. No te veo por el pueblo, donde te hacías ver. Espero que todo te vaya bien. Y que comprendas tu soledad.

Un primo antiguo, cocinero.

No le veo.

 Hay que ver cómo es Madrid. Un movimiento trepidante te atrapa si vas por la Gran Vía. La Gran Vía tiene su canción y la Puerta de Alcalá también tiene su canción. Y la calle melancolía también tiene su canción. Y Madrid entera tiene su canción (hay una jeringuilla en el lavabo). Pongamos que voy a hablar un poco de mí. Yo me siento aturdido del montón de tiempo que ha pasado desde que fui profesor. Pero, en términos históricos, 10 años no son nada. En esos 10 años he visto un cambio de gobierno. En esos diez años, he tenido que ayudar a mi hermano varias veces por culpa de la enfermedad mental. En esos 10 años, he leído la historia de España desde el siglo XIX hasta la guerra civil. He hecho de cocinero en mi casa. He barrido un montón de veces el comedor y la cocina. En 10 años para acá, he olvidado las aulas y ese olor a tiza y sudor que emanaban. He crecido de cuerpo y de espíritu esos 10 años.

La luna sale dormida.

y se la ve en el azul.

 Así como los periodistas escriben sobre la actualidad, yo escribo de algunas actualidades o sentimientos que me recorren. Yo estoy atorado en un presente que se repite. No hago más que levantarme y recorro, como un autómata, unos actos iguales todos los días. Supongo que este recorrido vital lo hace mucha gente, no solo yo. La vida, la mayor parte de tiempo, es hacer lo mismo todos los días. La manera de combatir esta monotonía maldita es dotarla de sentido. Pero yo, a veces, no sé o no encuentro el sentido de esa repetición. Y por eso escribo aquí, porque aquí, en este blog, rehúyo un poco ese hacer y hacer de ayer y de hoy. Y me descargo. E invento. Y me pueden los renglones torcidos que escribe Dios para mí.

Los renglones van bajando en la página.

Y me alivio un poco.

miércoles, 19 de febrero de 2025

 Lo cotidiano no suscita grandiosidad. Sean las dificultades de la vida a las que nos tenemos que enfrentar, sean las horas dichosas de un verano junto al mar, sean actos que hacemos para mejorar el clima humano, sea un viaje de muchos kilómetros, sea conocer a una persona influyente en nuestras vidas, sea escribir una novela, sea estar ocupado de unos hijos, sea ayudar a un hermano a que salga a flote de una enfermedad, sea un idilio amoroso, sea visitar una ciudad que nos marque, sea pasar un día de campo, sea lo que sea que nos ausente de lo cotidiano, es lo que nos hace ser felices. El día a día nos cierra la puerta a lo maravilloso. El día a día nos hace ser más feos espiritualmente. Un mañana ilusionante no estaría mal en estos días que se repiten.

Día a día se va ganando el terreno

para luego, pasarlo bien.

 La novela "Fiesta", de Hemingway, va de un hombre que se emborracha en Pamplona y ha sido herido en sus partes en la guerra. Este hombre no hace más que beber y también va de pesca y va viendo el ambiente festivo de Pamplona en los sanfermines. Todos beben como cosacos en esa fiesta de los toros. Pero este hombre tiene un hándicap terrible con esa herida que tiene, precisamente, en sus órganos sexuales que le impiden conquistar a una mujer. Y así va pasando la novela en la que unos norteamericanos se juntan para hablar y beber. A Hemingway le encantaba esta fiesta de Pamplona, se bebía sin freno y no se notaba porque todo el mundo bebía sin freno. Y los toros. Y las chicas guapas españolas. Y el deseo de sexo sacralizado por el poder sexual de los astados.

El sexo es un deseo.

Se puede agudizar o minimizar ese deseo.

 En "Tormenta de verano", de García Hortelano, aparece una mujer muerta en la playa, en un sitio de vacaciones veraniego. Eso da qué hablar a todo el pueblo. También se cuenta en esta novela una infidelidad. Nada se resuelve, la novela no intenta ser una novela negra. Pasa el verano. Pasa todo el misterio del cuerpo tendido en la arena. Los veraneantes vuelven a Madrid. El que anda mucho, ve mucho. El que lee mucho, sabe mucho, dijo Cervantes. Si yo me encontrara un cuerpo muerto en una playa al amanecer, llamaría a la policía. Si yo estuviera en verano en una playa con sol, no sería yo, sino una ilusión cumplida. Majadahonda, según el médico que me trata, es un buen sitio para pasar el verano.

Trata de que tus sueños se cumplan, 

para estar a gusto contigo mismo.

 Cien rastros vas dejando de una sola pasión mientras caminas por la ciudad haciendo recados. Tu perrita anda ligera detrás de ti. Pudieras ser la Maga de París pero faltan muchos intelectuales a tu lado. La rayuela está pintada en la acera, en los baldosines que recogen las pisadas más antiguas, las pisadas de los muertos, de los que estuvieron en su día. Así recoges tú la vida que nos sobra, la tonta hora de un reloj que habla de instantes. Ahora ya no me quieres y me dices que no llame ni siquiera a tu número. No sé qué te he hecho, no sé qué dolor te he provocado. Viviré de acuerdo con la lucha que existe entre tu palabra y la mía.

Una nula comprensión.

Un jaleo de la memoria.

martes, 18 de febrero de 2025

 Imagina tus ojos aquellos de 2007, qué bien atisbaban la luz entre los muslos, la cadencia de tu cuerpo. Pero todo tiene su cruz y su caída. Todo se desenvuelve como los bocadillos de la hoja del periódico. Todo se agita y lo que más se agita, el tiempo que pasa. Y ya no volverán más caballitos a la claridad de la luna. Ya no estarán esos kilos de carne trémulos como la hierba, temblorosos como los peces en el mar. Ya un mundo feo que mata el deseo ha llegado en esta actualidad de pacotilla. No hay noticias de ti por la ciudad y siempre tienes prisa. Los diarios se amontonan en mi costado dolorido y triste y las noticias me importan un rábano. Tú eras la noticia entonces. ¿Qué eres ahora? Un aceleramiento, un ir y venir sin causa, una mutilación de mis pasiones.

Ya no es lo mismo eso que fue amor.

Ya yace el sol tras los montes.

 Te amanece el cuerpo mientras ves niños en el parque jugando. Y quieres ser como ellos pero ya fuiste como ellos. Te duele no ser inconsciente de tu propia vida. Quieres que no se note que estás vivo y la verdad, no se nota. Pero la vida te pondrá en situación de hablar con otros. Es cosa de algún tiempo, un tiempo premiado con unos números tranquilos mientras echas un cigarro sentado en un banco. Eres minúsculo entre el paso de los años. Los años te han envuelto como las nubes han envuelto el cielo. El cielo es azul para todos menos para ti, que se desgaja en minutos. Parece que ya no puedes más, que ya está todo atado en tu historia de hombre gris y vacilante. Pero queda una década, queda quizás una década para que sepas que tus huesos habitarán una habitación granada de palabras.

El estar con otros aviva la paz.

No estamos totalmente solos nunca.

 Pasan las horas. En casa pasan las horas. No le hace gracia la TV. La pone y la vuelve a quitar a los pocos minutos. No tiene coche para hacer unos kilómetros y ausentarse entre el tráfico de la general. Un coche es muy caro. Tampoco le hace gracia subirse a un autobús que le lleve a un pueblo, él solo. No va a ningún sitio porque está solo. No ha despegado los labios en todo el día. Bueno. Sí lo ha hecho: frente al espejo mientras se afeitaba, pero no se ha dado cuenta. No le gusta esta soledad que respira, que sufre, que le aplasta. Los vecinos solo sirven para decir hola y adiós. La pena se le hace grande en el pecho. No sabe si robar algo para ir a la cárcel y allí tener compañía. Esas cosas se le ocurren. No sabe si esperar al verano. No sabe si ir al médico otra vez a decir que respira mal, que se ahoga. La soledad le está matando. Se siente estresado a cada cosa que hace. ¿Se hará la comida? Ya no se hace la comida casi nunca. Va al centro a comer. La tarde, una pesadilla de horas vacías. Está solo.

Tenemos gente a la que querer y que nos quiera.

Demos gracias a Dios por ello.


 Ya que  no crees en Dios o en las "cosas de los curas", al menos sé civilizado. Hay una cosa que llaman la civilización del amor. Es cuestión de respetar a los demás y saber ver cuándo se tiene la razón y cuándo no. Y saber perdonar. La vida solo se inventa una vez para siempre y hay que intentar no estropearla con rencores. La vida es única, solo pasa una vez por nuestro lado. Y hay que intentar entendernos con los seres humanos que están cerca de nosotros para que esa rueda que no para se atore difícilmente. Hay cosas que no podemos evitar pero las evitables, las que están en nuestra mano mejorarlas, mejorémoslas. El pan de hoy repartido es la gloria de mañana. La mano tendida vale más que cien palabras. Pax sit tecum. Vale tu frater. Ego valeo.

Vivir a veces es difícil.

Pero el entendimiento lo hace fácil

lunes, 17 de febrero de 2025

 Había un profesor de economía que decía: "no os preguntéis por qué existe la pobreza, sino por qué existe la riqueza. La pobreza, en realidad, es el estado natural del hombre." Si nos quedamos parados, viene la pobreza a visitarnos. Si no luchamos para ser un poco más ricos todos los días, enseguida viene la necesidad a visitarnos. La verdad es que si gastamos en cosas innecesarias, también nos pasa que luego, nos falta dinero para las necesarias. Yo propongo techo y comida para todo el mundo, pero es un ideal. La gente cada vez es más pobre. La agenda 20-30 no sé si se cumplirá (erradicar el hambre en el mundo). Hoy en día, hay 700 millones de personas pasando hambre. Hay niños en las minas de África. En España, se derrocha casi la mitad de la comida que compramos. Ojalá el mundo sea más serio en adelante.

No tires comida a la basura.

No te compres prendas que valgan 500 euros.

 Las nubes buscan acomodo en el cielo. Quieren llover pero quizás la contaminación no les deja. O un estado atmosférico que no promueve la lluvia. Estaremos secos, muy secos, todo el año. Parece que nieva y llueve del otro lado de las montañas, allá, al norte. Pero no lo vemos. Es un dulzura la lluvia. Se mete entre la hierba y las raíces de los árboles, se mete entre la piel de las lombrices, se mete muy hondo, como el pene de un antiguo sátiro en una doncella medieval. El mundo va sin agua y, cuando cae, arrasa tierras y regiones y casas y coches. Es una pena esto de la lluvia. Está tan mal repartida como el dinero. Los bancos y ricos en el mundo han obtenido ganancias récord. Deberían hacer donaciones o repartir un poco esas ganancias en cuestiones sociales, como máquinas contra el cáncer. O dar una oportunidad a ese hombre que está en la Gran Vía pidiendo. La lluvia es generosa. Que lo sean también los ricos.

La riqueza no debería ser patrimonio de unos cuantos.

La riqueza hay que repartirla pero no robarla.

"Me tengo que ir a Bilbao porque mi hermano está en el hospital pero no tengo dinero para ir", dijo este hombre que, como se dice ahora, vivía en riesgo de exclusión social. "Yo te doy cien euros para que vayas a Bilbao", dijo este hombre que se dedicaba a exponer cuadros. A los pocos días, el hombre necesitado estuvo en Bilbao, vio a su hermano, que padecía del corazón, estuvo durmiendo en el hospital esas noches en que su hermano iba a ser intervenido y a mediodía, comía con sus sobrinos y les daba ánimos: "me han dicho los médicos que parece que la cosa va bien". Los sobrinos estaban agradecidos a su tío por quedarse a dormir con el enfermo. Después de la operación, a los dos días, mandaron a casa al hermano enfermo. Se curó bien. Nuestro protagonista (el del riesgo de exclusión social), encontró trabajo de pastor en un pueblo de Santander. Regaló un queso al tratante de cuadros. Le gusta el campo y los animales. Le gusta estar al lado de su hermano, ya restablecido. Le gusta el mundo cómo rueda.

El amor al prójimo no es imposible.

Es más, debería fomentarse mucho más.

 Las noticias del periódico, bien. Ya no me acuerdo de ellas. Las mañanas claman atención de nuestra parte. Las mañanas quieren que participemos en la vida. Nos levantamos y algo tira de nosotros para que salgamos a la calle a ver el aire cómo sopla. Y compramos. Y entramos en los hospitales como en las azucenas. Y queremos que el mundo vaya bien y los conocidos y los clientes nos saluden amablemente. Todo es una rueda en la que nos relacionamos con las nubes, con las latas de judías, con los otros, con los mismos de siempre. Un taxista va al aeropuerto. Otro va a San Sebastián de los Reyes. Bravo por ellos. Bravo por el que se levanta por la mañana y hace algo útil para la sociedad.

El tronco del árbol hacía barcos antes.

Seamos como el tronco del árbol de antes.

domingo, 16 de febrero de 2025

 Metidos en primavera, que es una harina agradable, nos vamos dando cuenta de que la vida es digna de vivirse, de que somos hijos de Dios con alguna potencia del Creador que nos hace parecido a Él. Yo quiero vivir en el orden natural del mundo de la Humanidad. El hombre es lobo para el hombre pero hay que ver también el montón de cosas que el hombre y la mujer hacen por otros hombres y mujeres. Es muy bonito ver los poemas que han creado poetas de todos los tiempos, la enjundia que tienen, la inteligencia que tienen esas poesías de antaño y de ahora. Hay que ver qué cosas han creado los hombres y las mujeres a semejanza de Dios Creador. Los parques de las ciudades son un pequeño mundo donde las ardillas gozan saltando. ¿Quién no quiere a un árbol? Es el ser más amado en lo vegetal sumándose al amor que despierta el trigo y el girasol.

Los campos, los árboles, los animalitos.

Nos rodean, nos llenan de satisfacción.

 Ahora dice mi hermano que quiere tener un gato. Los gatos son muy evasivos, no hacen caso de nadie. Los gatos dicen que son muy inteligentes y muy independientes. La vida de los gatos no hay quién la entienda. Tengo sucia la mesa del escritorio. No estaría de más limpiarla un poco. La tengo llena de papeles y libros. Tengo en la mesa del escritorio un libro sobre Virginia Wolf, que fue muy feminista y bastante rara, la verdad. El túnel del deseo yo ya lo recorrí. Ahora, en mi vida, ya no hay ni túnel ni camino del deseo. La luna y el sol se suceden, la Tierra se sucede. Todos, parece ser, nos sucedemos a nosotros mismos hasta que hincamos la tea.

No hay que ser gafe.

Hay que creer que vivimos bien.

 Me he encontrado con Luis el abogado, que es enfermo mental como yo. Dice que ya ha dejado de robar libros. Dice que su mejor momento vital fue cuando iba a la casa de campo y espiaba a las parejas que follaban dentro de su coche. Ejerció de abogado también durante mucho tiempo y creo que ganó bastante dinero con los juicios, pues Luis es bastante inteligente. Luis tiene una hija en Noruega y un hijo que vive al lado de su casa pero que ve poco. Tiene un nieto de 11 años de su hija la que vive en ese país nórdico. Luis es buen conversador, habla un poco de todo. Luis es una persona que vive tranquila, acomodada y ya no roba libros.

Cómo están las cabezas.

Decía uno de mi pueblo y con razón.

 La veo, le digo buenos días y que le vaya bien y ella me dice que para qué me quiere de amigo. Bueno. Lo importante es no comerme el coco con ella. Lo importante es que me resbale su amistad la espalda abajo. Lo importante es que ella y sus inventos y mentiras no me afecten. Últimamente, cuando me veía solo me decía que tenía mucha prisa, ni siquiera me saludaba como Dios manda. Me decía nada más verme: estoy teletrabajando, estoy teletrabajando. Y yo le ponía cara de pocos amigos. Claro, eso no es saludar, no es ser educado. Se dice "buenos días". Y luego se dice: "qué tal estás". Pero ella no sabía decir esas cosas básicas de la educación diaria. Así que no me rompo la cabeza mucho pues el fallo viene de ella. Ya verás cuando su madre tenga algún percance, quizás me llame para pedir ayuda pues creo que su amiga Sandrita ha emigrado con su nuevo novio. En fin. Ya veremos.

Mi amiga, mi recuerdo de amiga.

Qué desastre de persona.

sábado, 15 de febrero de 2025

 Este blog solo tiene el sentido de beber agua y fumar un par de cigarros. Así que casi da igual de lo que escriba. "Ropa de calle" es una colección de poesías modernas que reafirman la dimensión social del individuo. Las urracas chillan o graznan, tanto da. Camilo José Cela hizo su viaje a la Alcarria. Madrugó mucho el primer día de hacer ese viaje para coger un tren en Chamartín. Y digo que da igual lo que estoy escribiendo. El caso es estar entretenido, beber agua y fumar. La vida da sorpresas. Las sorpresas no se esperan. El agua que corre por debajo de la tierra tiene un misterio, tiene un sabor a barro muy fuerte. Mi hermano descansa en la cama. Hay una urraca que prepara su nido.

Ir romera y venir ramera le pasa a cualquiera.

Cien estudiantes, cien caballeros.

viernes, 14 de febrero de 2025

Hace unos días escuché una entrevista a Pedro Cavadas. Es un hombre portentoso, muy generoso ha sido en tierras africanas y por todo el mundo. Ha ofrecido su habilidad como cirujano en muchos sitios. Para mí, es como un santo moderno que ha llevado la felicidad a mucha gente. Los médicos tienen un aura de demiurgos, de hacedores de milagros algunas veces. Los médicos traen mucha esperanza con sus conocimientos, con su saber hacer, con su diagnóstico certero, con su gran sabiduría. Los profesores también tenemos algo de misteriosos, de contenedores de sabiduría, pero no tanto como los médicos que son sabios, que son esperanza, que son el misterio de la salud encarnados. Los profesores que enseñamos las reglas del lenguaje y a hablar bien a sus alumnos no somos nada comparados con los médicos.

Aristóteles fue preceptor de Alejandro Magno.

Un sabio y un imperio.

 El dinero no lo inventó Dios. Lo inventaron los hombres. Se dice que lo inventaron los fenicios para tratar económicamente con las colonias que tenían por todo el Mediterráneo. Poco a poco, el dinero acabó con el trueque. El trueque es más viejo que el dinero. El trueque podría existir hoy en las selvas amazónicas. Pero el trueque es difícil de llevar a cabo. Es más fiable el dinero, mucho más objetivo. El dinero nos proporciona la manutención y ciertos placeres ajenos a la alimentación más básica. El dinero nos proporciona ropa, techo y comida. Me gustaría tomarme un Bellini. Un Bellini es un capricho alimentario que se hace de melocotón y un poco de alcohol. Lo he leído en una novela. "Póngame un Bellini", dice la chica que ha volado a Roma. Y se lo ponen. Y se lo bebe. Y llega el novio y se van a joder al cuarto del hotel.

El dinero es básico en nuestra sociedad.

Por él, trabajamos, nos sacrificamos, deseamos cosas a veces, inútiles.

 Hoy voy a Madrid por la tarde. Es una ventaja que Madrid esté tan cerca. Iré con mi hermano. En el autobús, me voy fijando en el paisanaje. No faltarán sudamericanos. No faltará alguna pija. No faltará algún alma descarriada de la mano de Dios. El autobús va parando en muchas paradas. Se montan gentes variopintas. A mí me gustaría que esas gentes me contaran a qué se dedican. A lo mejor a alguna persona que va en el autobús le guste escribir o, por lo menos, leer. A mí me gustaría saber la trayectoria vital de esas gentes que van en el autobús. Es difícil saber. Voy especulando sobre esa chica morena, de ojos marrones, que va mirando el móvil. ¿Pertenecerá esa chica al mundo de la lectura y la escritura? No lo sé. Desearía saberlo.

Muchas cosas pasan en el autobús.

La gente se comunica, ve fotos, se ama en el autobús.

 Aquí hablo mucho de la mañana: que si la mañana sube, que si la mañana pasa, que si la mañana se tuerce, etc. La mañana es un territorio temporal en el que luce mucho el sol. Al amante de la noche, la mañana le va fatal. La mañana le hiere los ojos y el corazón. Porque por la noche no se puede estar haciendo más que ofensas al corazón y a los ojos. Drogarse es típico de la noche, no de la mañana. Alcoholizarse también es propio de la media tarde viendo un partido de fútbol o de la noche (me voy a acostar tarde para chuparme unos güisquis). Y, a medida que los días se hacen más largos, el riesgo de consumir drogas legales o ilegales, es mayor. Yo no debería decir nada en contra de los adictos porque yo fumo. Pero creo que no he dicho nada en contra de los adictos. Los adictos a algo suelen dar problemas. El humo del tabaco es malo para todo el mundo. Pero bueno. Ya he dicho algo sobre la mañana y la noche.

Estamos en el bar:

la gente bebe. El partido va a comenzar. Feliz primavera.

jueves, 13 de febrero de 2025

 Me acuerdo mucho de ese amigo del pueblo que estaba sentado a las puertas del cementerio y se puso de pie enseguida para saludarme. Vive ese amigo en Santa Eugenia y creo que trabaja en Iberia o en Aena. Fue un día para rememorar dulcemente. Fue un uno de noviembre, el día de Todos los Santos. Había mucha gente ese día por el pueblo y pude saludar a muchos de los de allí. Me puse muy feliz por conversar con esos amigos: Mila, Francisco, Victoriano, Josela, Pablo, etc. No le pregunté yo a ese amigo por sus hijos ni por su familia. Empecé a hablar de ese barrio y le dije que allí estuve yo dando clases un año. Me pasó de todo. Buen amigo Diego que se paró a charlar conmigo. El pueblo da sorpresas a veces y muy dulces.

Tu pueblo, donde has gastado casi tu vida entera.

Ahora vienen a ti los amigos de tantos años.

 Hay un rumor de barco hundido referido a Europa. Parece que occidente está en crisis permanente. Este estado de cosas la gente del común no las percibe. Es demasiado abstracto pensar en este declinar de la economía, cultura y sociedad en países como Francia o Alemania o la misma España. Hay indicios, como la cantidad de adicciones que hay hoy en día en toda Europa o la corrupción política o lo endebles que son algunas generaciones, en la que me incluyo, que no saben muy bien adónde van. Pero la gente tiene hijos y va al bar, como hacían sus padres y sus abuelos. Charlando, parece que ese decaimiento de la sociedad no tiene lugar o no se lo vislumbra. Porque charlando se cambian experiencias y las experiencias en este mundo son de progreso personal y no de una abstracta decadencia europea.

 ¿Qué es al decadencia?

Cuando una sociedad va mal, tiene muchos vicios, está vieja. Pero mira los padres con los hijos cómo los educan para el día de mañana.

 Cuando un presidente del gobierno de EEUU tenía algo de lo que vanagloriarse, paseaba con su coche oficial para que el pueblo americano le aclamase. Como hacían los generales romanos y el emperador cuando habían conquistado un pueblo bárbaro. Los esclavos hechos en esa campaña militar eran paseados junto al general (el sistema económico romano era meramente esclavista, esclavos que se hacían en las guerras). Pero detrás del general cuentan las crónicas que ponían a un esclavo que le susurraba al general, en su aclamación: "recuerda que eres mortal". Por mucho que triunfemos en la vida debemos recordar que somos mortales, ceñirnos a esa condición de que un día no estaremos aquí, por bien que nos haya ido en la vida.

Conozco dos personas que no han de quejarse de la vida que han llevado.

Camino de rosas para ellos, pero son mortales.

 Uno se levanta y deja atrás el sueño. Pero, ¿qué es el sueño? Para mí no significa soñar. Yo no sueño por las noches quizás por la medicación. Soñar en español tiene otro significado, es como tener ilusión por algo. Yo sueño con ir a la playa y conocer gente, un amigo que merezca la pena. Sueño con hacer kilómetros largos y ver el paisaje tras la ventanilla del coche. Me encanta coger una nacional y comer tramos de carretera hacia el sur o hacia el norte, parar en un área de servicio y tomar un café y fumar un cigarrillo y volverme a montar en el coche y hacer más kilómetros, más kilómetros. Pero, ya digo, yo sueño despierto, no dormido. Durmiendo se sueñan cosas raras, bonitas o nefastas.

Kilómetros, destino, playa.

Eso es lo que soñaría uno que quiere olvidar un poco dónde vive.

miércoles, 12 de febrero de 2025

 Un enfermo mental tuvo mala noche. Se durmió a las 11:00 de la noche pero tuvo insomnio y, como no dormía otra vez, tomó pastillas peligrosas indiscriminadamente. Y se durmió otra vez pero por la mañana se levantó muy aturdido. Y fue al trabajo y le echaron por cometer algunos fallos. Y al cabo de unos días, le echaron de su puesto de conserje en un instituto. Y lo pasó muy mal a partir de entonces porque no veía motivación en la vida ya que no tenía ya ni obligaciones ni horarios a los que ajustarse ni nada. Y le dieron una pensión de discapacidad. Y lo pasó mal hasta que se apuntó al pádel. Y, desde que practica este deporte, está ya mejor. ¡¡Viva el pádel!!

Dormimos, soñamos, vivimos.

¿Cuál de estas tres cosas es más importante?

 Hay a lo largo y ancho de todo el mundo, niños que son explotados en las minas de coltán, de cobre y otros minerales para que nosotros tengamos un móvil. El móvil, en occidente, es motivo de diatribas: que si el móvil engancha, que si es adictivo, que si conduce a la pornografía, que si se dan fraudes y engaños a través de él, etc., etc. El mundo, de este modo, no puede ser más criminal y absurdo. Si tienes un móvil, consérvalo todo lo que puedas y así, no inducirás a la explotación infantil más de lo debido. Pero no. La gente cambia de móvil, de tableta, de todo. El mundo, para que funcione, tiene que joder la vida de otros. Y eso no es justo ni admisible. Las potencias ricas deberían hacer algo por estos niños que viven en la miseria más absoluta.

Los niños, en África, sufren guerras, explotación.

Las potencias occidentales somos crueles y mala gente.

Hubo un hombre, aunque se cree también que sigue vivo y por ende, se debe pensar que hay un hombre que un día fue al banco (no se le ocurrió ir a otro lado) y allí pidió ver al director. Una vez que le presentaron al director, este hombre le preguntó. ¿quién soy yo? Y el director se quedó sin saber qué decir. El hombre insistió: quiero saber quién soy yo pues esta mañana me levanté y no lo sabía. ¿Tiene usted alguna respuesta? El director del banco, muy agudamente, le mandó al hospital, a la sección de psiquiatría. Este hombre cogió un autobús sin saber quién era y se presentó ante un psiquiatra y le hizo la misma pregunta que al director del banco. El psiquiatra, al oír la pregunta, le dijo: usted es un ser humano pensante Y tiene dudas de su identidad. Puedo ofrecerle una plaza en la planta de psiquiatría donde le ofreceremos un tratamiento. Pero el hombre no quiso. Y se fue a una iglesia sin saber todavía quién era. Encontró a un cura y le hizo la pregunta consabida. Y el cura le dijo: eres un ser creado por Dios y es normal que tengas esa duda tan enorme. Te puedo confesar. pero el hombre no quiso confesarse y, hoy día, sigue sin saber quién es.

Somos o no somos: he ahí la cuestión.

Y difícil es saber ser a veces.

 A pesar de que el mundo parece extraordinario y perfecto, a veces parece incomprensible. Se levanta uno de la cama y no comprende nada de este mundo. No sabe por qué tiene que leer el periódico o no sabe por qué tiene uno que escribir en este blog. Ni siquiera sabe por qué uno está vivo y no muerto, tanta es la confusión mental. Un taxista, por ejemplo: ¿no ha llegado un día en el que se pregunte por qué tiene que llevar gente de un lado a otro? Así con todas las profesiones. Y el descentramiento de la realidad es muy grande a veces y nos arruina el día y, si me  apuras, todo el mes. Esto deviene en depresiones al no saber uno cuál es su misión en el mundo porque todo es preguntarse sin respuesta qué hace uno en el mundo, en este mundo y dice: ¿no puede haber otro mundo en el que yo me sienta alineado, integrado, comprendido. Y no. No hay más que un mundo. El mundo de las gentes, los animales y las cosas. Y solo quizás, de Dios.

El mundo es muy grande y tal.

Lo malo es cuando el mundo es incomprensible.


martes, 11 de febrero de 2025

 No sé qué me pasa hoy que no estoy inspirado. No acuden a mí los dulces nombres ni los decidores adjetivos ni los verbos que suelen expresar acción. Tengo mal día para las letras, se me caen de mal escritas que me salen. Pero bueno. Hay un dicho que dice: también dormita Homero. Que quiere decir que hasta los mejores escritores tienen algún lapsus estilístico de vez en cuando. Procuraré acabar ya estos blogs e iré al sol, a tomar vitamina D, que es muy buena. Hoy no hemos puesto ni la calefacción, ya que no hace de invierno. Luce un sol no se si llamarlo impropio o inmundo. A ver si se soluciona lo del cambio climático pero con tanto coche circulando, lo veo malo. Hoc dixit qui sapet multum: mundus proveniet niger.

Está la cosa achuchá,

dice la señora en el supermercado

En la novela "El Jarama" sale un taxista llamado Ocaña, que tiene un taxi destartalado y cuatro hijos. Su mujer tiene una Singer. Y tienen una cuñada catalana que dice de vez en cuando: molt mal y chiquetes. También salen en esa novela un porrón de jóvenes que van desde Vicálvaro al chiringuito de Mauricio en bicicleta, con sus novias en la barra. Hay una pareja que va en moto y son la envidia de todos. Hay  un joven que sabe cantar. También sale coca coña, un discapacitado que juega al dominó. Y salen tantos personajes, entre jóvenes, niños y mayores que la novela es como el mosaico de un domingo en los años 50. Beben tintorro y comen latas de sardinas y filetes empanados y croquetas y queso manchego. Lo malo es que yo no he ido nunca al Jarama, a ver cómo está eso ahora.

Las novelas de personaje colectivo estuvo de moda.

Ahora ya no se escriben ese tipo de novelas.

 La mañana levanta un espíritu en cada persona. Hubo madrugadores cuyo interés era hacer su trabajo y traducirlo en dinero. Hubo insomnes que se quedaron enganchados a la radio a las 4 de la mañana y ya no la han soltado hasta que la claridad del día los ha deslumbrado como cuerpos asolados, mortuorios. La larga noche es para dormir y habrá quizás un médico para esas personas que no duermen. Ojalá se crucen ese médico y ese insomne. Hubo también deprimidos que no aman la luz del día y lloran cuando esta aparece y les obliga a dejar sábanas por pasos inciertos por la casa. Hay solitarios, muchos hombres y mujeres solos en casa y se van muriendo de la soledad, de la triste soledad de los desgraciados de este mundo. Tendría que haber en España un ministerio de la soledad, como lo hay ya en Inglaterra.

Trastornos del sueño, soledad, alcoholismo, falta de cariño:

muerte.

 El lector número 3 bostezaba en su despacho de director de ventas. Hoy estaba aburrido quizás porque era martes, quizás porque había salido de una discusión con su mujer. Dentro de 15 días se sabría el monto de las ventas, un dato que le sostenía en el mando y en el mundo. Tendría que advertir a Manuel, el encargado, de que no se desperdigara tanto en asuntos baladíes sobre los empleados y que sí estuviera al tanto cuando hubiera aglomeración de gente en la tienda. Otro tema era el de los robos. Tenían que ser más eficaces y debíamos advertir a los guardias jurados para que estuvieran atentos  a qué artículos se robaban más y poner coto. El lector número 3 se aburría. Se sacó el móvil del bolsillo. El blog decía: cada mañana luce el sol para todos.

Para el ladrón también hay sol

pero con la posibilidad de dormir a la sombra.

lunes, 10 de febrero de 2025

 La mañana crece como una planta, como crecen las ideas en una persona despierta, como crece el miembro viril cuando se excita. Los programas de la tele no hacen más que confundir a la gente pues cuentan medias verdades o verdaderas gilipolleces. No hay que fiarse de un solo telediario pues cada telediario tiene su amo. Es como los periódicos, dan las noticias que convienen a alguien que paga. Hay que informarse de la gente de la calle: qué les ocurre a los taxistas, a los pintores, a los albañiles. Y así te haces una idea de lo que pasa alrededor. Es como un taxista que habla con su cliente, en una conversación que puede parecer banal, pero el taxista se informa. El taxista es como un termómetro de cómo anda la cosa laboral, la cosa sanitaria o educativa. Porque la gente habla, quiere desahogarse. Y lo hace con un taxista como lo pudiera hacer con un hermano, con su mujer, con su marido.

La gente se comunica.

Comunica problemas, deseos, ansias de vivir, quejas y aspiraciones.

Hoy lunes, muchos se han puesto en marcha. Han acudido a la parada de autobús, se han bajado en la estación, han cogido un cercanías y se han presentado en su puesto de trabajo. A ganar dinero. El dinero es un imperativo ineludible para todos nosotros. Y el medio más común para tenerlo, el trabajo, también es imperativo. Fuerza a levantarse pronto para apurar el día. Parece que las horas de trabajo se acortan y el sueldo va a subir. Este gobierno está en ello. Los trabajadores necesitan un buen trato, para que no se desesperen. Los trabajadores cumplen sus horarios si estos horarios son proporcionados. La riqueza en este mundo está muy mal repartida. Poca gente amontona millones y millones. A lo mejor, hay un reparto o hay una justicia salarial o hay una reducción de horas de trabajo.

La ministra de trabajo se llama Yolanda Díaz.

Ojalá le salieran bien las medidas para los trabajadores.

 Las luces tibias de la mañana, como un bálsamo que cayera a la calle, inundan los troncos de los árboles, la calzada negra, las camas de los que duermen con la persiana levantada. Esa luz tibia se va colando por la casa en un dibujo de sombras y claridad que anuncia una tristeza, la simple tristeza de estar vivo. Y uno se pone a escribir qué está pasando por su alma esta mañana de lunes, qué sensaciones se crean con este pequeño resplandor casi absurdo que puebla las habitaciones. Y concluye que la vida es alegre, que la vida se asoma a la ventana con decisión. Y ya sales a la calle, andas, vas a algún sitio, los músculos se tensan y los ojos se llenan de la luz nueva del lunes.

Templados rayos del cielo

acuden al cuerpo, a las manos, al alma.

En la vida suceden arbitrios que nos confunden la existencia. No entendemos por qué otros han tomado decisiones que nos afectan directamente. Y encima, no nos explican esas decisiones. Así que vamos ciegos a buscar la solución de un problema que otros han creado para nosotros. Y esperas que otros tengan más sensibilidad contigo, recurres a otras instancias para que el problema se resuelva. Y ya no te fías de nadie pues la gente actúa así, sin dar explicaciones, sin tomarte en cuenta cuando aplican su criterio aleatorio, cuando te cambian algo que tú dabas por supuesto. Y debes peregrinar de un sitio a otro a ver si alguien te toma en serio. Así me ha pasado a mí cuando una farmacéutica me ha cambiado las pastillas. Ahora tengo que ir al ambulatorio a ver si allí me hacen un poco de caso. Pero ya no me fío de nadie. Y no espero que las cosas vayan a salir bien. Eso es lo que consiguen los actos arbitrarios, sin explicación ni razonamiento.

Tú no te crees que la gente actúe así.

Pero actúa así y te fastidia.


domingo, 9 de febrero de 2025

 El paso del tiempo a veces nos abruma. Pensamos que los años que quedaron atrás pasaron como un pájaro lejano que describiera una línea breve en el cielo. Dejamos de pensar en el paso del tiempo, nos lo quitamos de la cabeza y quizás, charlamos con alguien y el pensamiento se nos distrae y hacemos otra vez por la vida, por este presente que es lo único que existe. Siempre he dicho que si no pasara el tiempo, ni nosotros ni nadie podría vivir. Vivimos en el tiempo y este, pasa. Es una ley, la más dura de llevar, pero es ley. La ley del paso del tiempo deprime mucho, más que cualquier necesidad no satisfecha. Pero hay que vivir, hay que estar, hay que creer en algo: en la literatura, en tus hijos, en tu vocación de hombre o mujer amable, en tu honra, en la línea que ha seguido tu vida si tu vida ha servido de algo a los demás.

Miramos el cielo, tan grandioso en su azul, en su inmensidad.

Y nos hacemos pequeños pero no tanto que no pensemos que somos algo en este universo inexplicable.

 Esta mañana he sentido ansiedad, no sé por qué. Es un sentimiento o padecimiento que no se lo deseo a nadie. Escribiendo blogs se me ha pasado un poco, pero sigo con esa desazón penosa, esos nervios que me atenazan. En fin. A ver qué da de sí el día y a ver si se me quita esta penosa sensación. La despoblada ciudad se desperdigaba por los comercios. Un viento del norte castigaba los rostros de esos que salían a la calle por turnos. Unos se desperezaban pronto, a otros, les gustaba más estar un poquito más en la cama pero todos se unían en la calle y se decían adiós y compraban la oferta del día. Y así, se iba pasando la mañana y se iban a casa y comían y se volvían a tumbar. Era una ciudad de pastores, era una ciudad de rebaños, era una majada llena de ovejas.

Pasar la mañana. Pasar la tarde.

Por la noche, pronto, coger el camino de la cama.

 Escribiendo estos blogs me voy entreteniendo y calmando mi mal humor, soltando mi bilis negra en la tinta negra de la desesperación. Voy diciendo mis males y lo que pienso de mis males. A nadie le importa ya una ministra penosa; a nadie le importa ya el gobierno. La gente quiere vivir con más o menos normalidad, con más o menos comodidades, con más o menos vigor del alma. La gente no entiende de socialdemocracia o liberalismo. ¿Por qué no dejan que la gente viva en la calle, a su aire, sin saber de palabros tontos? ¿Por qué insisten algunos en tener que oír una y otra vez eso de la cuestión social? Arreglad la cuestión social pero no habléis más de ella, por favor. No habléis más de lo que ha hecho y va a hacer el gobierno, el partido, el líder. Por favor, dejadnos en paz de patriotismo, ideales y organigramas.

Dicen muchos que van a hacer, que van a hacer

y lo dejan sin hacer para poder hablar más tiempo de lo que van a hacer.

 Somos sombras, sombras austeras que no pedimos más que vivir un rato, ni siquiera una vida pues no tenemos derecho a exigir una existencia larga o corta. Dependemos de muchos accidentes que nos pasan por la mañana o por la tarde y por eso, solo podemos aspirar al instante, al paso inquietante de los minutos o quizás, de alguna hora. Somos gente que pasa, a la que nos miden los relojes nuestra vida. Somos gentes que tendrían que tener miedo a la noche pero hay farolas que nos lo quitan. Somos gentes que no somos dioses, que no somos espíritu de nada. Somos gentes tangibles, accidentales, pobres de alma, tercos en el errar. Y, por eso, dependemos de un azar imprevisible, de una suerte que ni intuimos, de un destino que nos dice: aquí vendrás y de aquí no pasarás.

El destino, la azarosa fortuna:

eso que tanto tememos sin darnos cuenta.

 Ayer me junté con mis amigos y cometimos el error de hablar de política. Yo me quejé del tema de la vivienda y hubo otro que decía que se han hecho cosas importantes en ese tema. Así que, unos defendiendo una postura y otros, otra, no hubo tiempo para la risa y el cachondeo. Hubo tiempo para discutir cosas que no podíamos ni probar pues nadie se creía lo que decía el otro. A ver si hoy los veo y tenemos una charla diferente, no política ni social ni de vivienda, sino a ver si nos cachondeamos de algo divertido y disparatado si puede ser. Ojalá salga el tema de algo anodino, familiar, abarcable, sin importancia alguna.

Charlar y charlar.

Y pasar el rato. El rato ha de matarse como se pueda.

 Luis García Montero tiene publicado un libro de poesías que se llama "Ropa de calle". No sé muy bien qué es ropa de calle, la verdad, porque no sé si hay ropa de casa o ropa de estar en un palacio o ropa de andar por el campo, por ejemplo. O sea, que no sé muy bien qué es ropa de calle o si existe alguna ropa que no sea de calle. Ropa de calle yo entiendo ropa de andar por la ciudad, ropa que no descuella de la de los demás, ropa para ir tirando o para no lucirse mucho, para ir como los demás van vestidos y no aparentar gran cosa. Yo debo ir siempre con ropa de calle y no de fiesta pues a ninguna asisto. Yo debo de ir con ropa de calle pues a la calle salgo y entro unas cuantas veces al día. Hoy veré a mis amigos y charlaré un rato con ellos y eso es todo lo que sé.

Ropa de calle.

La camisa, el jersey, los pantalones y el abrigo, eso debe de ser.

La calle está sola, está inhóspita, áspera y solitaria y la acera escupe los pasos que se dan en ella. Es muy triste la calle esta mañana. Se ha ido la gente no sé dónde. El vendedor de periódicos no los vende fácilmente porque no hay nadie en la ciudad. La ciudad se ha quedado reducida a sus calles, a sus plazas dormidas, a sus avenidas dementes, sin gente. Peladas las baldosas de cemento, pelada la calzada para que pasen coches que no pasan, ¿dónde ha ido la gente que habitaba la urbe hace solo tres días? No lo sé. Me da rabia no saber dónde han ido los pijos y los obreros y los oriundos y los que andaban el viernes comprando pan y filetes en plástico y una lechuga fresca para la comida. ¿Dónde están esos que llenaron el ágora toda la semana? No lo sé. No lo sé y me pongo triste.

Abramos el balcón.

Fijémonos en la luna que desvela la noche.



sábado, 8 de febrero de 2025

 En la biblioteca, contaban cuentos para los niños. Los padres los recogían después de unas dos horas y la pregunta siempre era la misma: ¿qué cuento te han contado? Había niños que recordaban el cuento de pe a pa y los padres estaban, por lo tanto, muy contentos de ellos o de su memoria. Había otros niños que se habían aburrido un montón mientras les contaban el cuento y lo que querían era correr o jugar al fútbol. Y no sabían nada o casi nada del cuento. Pero había unos niños que se inventaban el cuento completamente. Ellos contaban otro cuento para los padres, no el que les habían contado. Y estos últimos sí que eran chicos especiales porque eran creadores. Para que no pensaran sus padres que eran tontos. Porque estaban hartos de los cuentacuentos y porque ya eran ellos cuentacuentos de verdad.

Esta noche vinieron dos amigos.

Uno blanco y uno negro

 Cada vez mi hermano Paco y yo comprobamos que la gente se pira los fines de semana. La ciudad ya no es atractiva para quedarse en ella. La gente ha comprado un chalecito en la sierra o se pira a otros sitios que yo ya no sé. En la ciudad hay un complejo comercial con atracciones pero está ya muy trillado por padres e hijos. Hay cines y todo eso, pero la gente se pira. Se irá, digo yo, a una casa rural o a mil sitios que hay para irse, así que se va. Y no se oye ni un ruido en la ciudad y da un poco de pena pasearse sin ver gente en toda la tarde. El que tiene dinero, tiene poder y tiene el poder de comprarse un chalecito en la sierra donde hacen eso de la matanza y muchas cosas más. Otros, quizás, tiran para Madrid, pero creo que son los menos.

Tras saludarse a través de la lona,

Bachir estaba agotado.

 De la luna de lo que sucedió, hablarán, triste o alegremente, las hojas del calendario. No somos nadie ni aquí en la Tierra ni cuando damos el último suspiro. Lo que nos pasa nos pasa a pesar nuestro. No intervenimos en nuestro accidente, aunque Cervantes dijo que somos nosotros los que fabricamos nuestro destino. Muchas cosas de las que nos pasan son ajenas a nuestra voluntad. Podemos poco en este mundo. Pero debemos tener la sensación, según Rojas Marcos, de que dominamos lo que nos pasa. Es como conducir un coche. Debemos tener la idea de que sabemos interpretar las señales y acontecimientos que están delante de nosotros en la vía. La vida es muy tozuda y todo se repite. Debemos hacer para que se repita lo bueno, no lo malo.

El calendario marca unos días.

Días malos, días buenos.

 Louis Armstrong fue un trompetista que cantó a la perfección del mundo en una canción memorable: It´s a wonderfull world. Tenía una voz muy peculiar, muy profunda y como aguardentera, pero sonaba muy bien. The sky so blue, decía: el cielo tan azul. The trees so green. The faces of people, so happy passing by. Louis Armstrong fue muy bueno con la trompeta y cantó otras canciones como Mike the Knife. Para cantar a la perfección del mundo no hace falta desarrollar una poética muy grande. Simplemente con fijarse en el cielo o en los árboles ya casi vale. Pues la perfección del mundo está en todo. Con cualquier detalle que nos parezca misterioso o asombroso, como es el color azul del cielo, ya nos vale. Me acuerdo que Rubén Darío, en un poema de estos de la perfección del mundo se fija en un tigre. Es otra manera de verlo.

El mundo es perfecto.

Por lo menos, el cielo azul lo es.

 En Youtube ha salido un mensaje del Papa. El Papa es una figura religiosa al que hay que tener en cuenta pues yo creo que sabe mucho. No en vano habla con un montón muy grande de gente a lo largo de su papado, como se llama el periodo que está dirigiendo a la iglesia católica de todo el mundo. Las conclusiones que saca Francisco después de oír a tanta gente pueden ser interesantes. Y lo que ha dicho es lo siguiente: que no debemos quejarnos de la sociedad y de los otros, que no debemos quejarnos sino hacer cosas. El católico no debe quejarse. La queja no es a lo que nos llamó Cristo, sino a la acción. Y eso es lo que ha dicho el Papa.

La queja no vale de nada.

Los quejicas no avanzan, no actúan, no se desarrollan.

viernes, 7 de febrero de 2025

 Hoy me dice el horóscopo que voy a cerrar heridas con una persona muy importante para mí y todo volverá a su cauce y me sentiré genial al final de la jornada. Luego, nunca pasa nada de esto. Me imagino al que redacta los horóscopos pensando: ¿y qué le pongo a este? Como mi signo del zodiaco es muy peleón, siempre estoy en guerra con todo el mundo pues el que escribe mi horóscopo ha pensado: como es viernes y tal, pongo que tiene un tregua con alguien y punto. Y así le doy una satisfacción y deja este hombre de pelearse con todos los semejantes suyos. Y así ha sido. Pero yo no me lo creo. No creo que encuentre a una persona muy importante para mí y enterremos el hacha de guerra. No me lo creo. Pero bueno. Reconozco la piedad que ha tenido el horoscopista conmigo y lo doy por bueno. Las buenas intenciones también valen.

El horóscopo:

eso que se lee y se olvida a los cinco minutos.

 Pensando en esto del humor, me pregunto: ¿quién es el que tiene humor, el que crea cosas de humor o el que se ríe de ellas? Las cosas de humor son difíciles de crear pues ya sabemos que el mundo es un valle de lágrimas. ¿De dónde sacar el humor en un puto valle de lágrimas? Yo creo que el humor es un estado del ser, una actitud de aquel que se lo toma todo un poco a la ligera, sin dar importancia a lo que le pasa y, además de no dar importancia de lo que le pasa, va diciendo: si yo me voy a morir y estaré callado una eternidad. Pues ahora me descojono de todo lo que pueda. Y hay otras personas que apenas se ríen, tienen siempre un mismo gesto de la mañana a la tarde, como si este puto mundo tuviera muchísima importancia. Cuando estas personas ríen, les sale tan rara la risa que no parece risa sino sucedáneo. Y hay esos que ríen de las cosas de otros, no de las cosas que se les ocurren a ellos y, por lo tanto, su humor depende de otros pues su forma de ser les impide reírse de lo que les rodea. Son risas por cuenta ajena la de estos últimos y, por lo tanto, una risa alquilada o prestada, no suya. Yo lo que digo es que te rías de este cochino mundo pues no hay otro y la risa oxigena y cura heridas al pasarlas por el espejo de la desfachatez más absoluta.

Humor, risas, cachondeo.

No hace falta estar en una fiesta para disfrutar del humor. La cotidianidad nos ofrece humor si lo sabemos detectar.

 Ahora que pienso, las letrillas satíricas de Quevedo y Góngora y algún que otro soneto de estos autores y de otros más que los imitaron, sí que tienen un humor muy agudo, pero son tan difíciles de leer que aburren bastante al tener que descifrar qué coño quieren decir. Y es que Góngora y Quevedo mostraron una rivalidad literaria a ver quién de los dos lo hacía todo más difícil. Y esto de la dificultad para el lector yo no lo apoyo, a mí no me gusta. Quevedo hacía algunos sonetos guiados por el feísmo como por ejemplo, a la mujer delgadísima, a la mujer con piojos, al hombre calvo, etc. Y, al final, yo creo que son un poco desagradables pues todo va de exagerar rasgos físicos y burlarse de defectos. Hoy en día, Quevedo sería acusado de muchos delitos de odio, así que no tendría futuro.

Quevedo:

de escribir sobre el dios Amor más allá de la muerte a escribir sobre un hombre cojo. Todo lo abarcaba su pluma.

 Una señora iba de rebajas y era esta actividad lo más salvaje que hacía en todo el año. Iba con un capacho bien grande en un costado para meter en él todo artículo rebajado que encontrara. Visitó unos cinco almacenes de prestigio y en cada uno de ellos arreó con dos o tres piezas de precio disminuido. En un almacén, se tuvo que pelear con una jovencita por una prenda que casi rasgan por medio tirando cada una de un extremo, casi la dejan sin mangas a la blusa, casi la descuartizan, casi la desmiembran. Al final, esta señora, por veteranía en esto de las rebajas, consiguió dar un último tirón a la camisa y quedarse con ella, sin destruirla del todo. El capacho venía a reventar cuando llegó a casa. Comió y decidió que por la tarde haría las cuentas de cuánto había gastado. Después de una pequeña siesta, cogió los tiques de compra y empezó a sumar, sumar y sumar y el resultado le indignó. ¿No dicen que las rebajas son para ahorrar? Pues maldito el ahorro que hago yo con esto de los precios bajos. En fin. La vida te devuelve lo que metes en ella.

Todo está muy barato.

Pero muchas cosas baratas salen caro, obviamente.

 Estaba yo pensando en comprar un libro de humor y, tristemente, no sabía de ninguno. El humor es difícil quizás porque hay que recurrir a la exageración, al esperpento, a lo raro y a lo ridículo. Entonces me acordé de un libro que se titula "Sin noticias de Gurb", de Eduardo Mendoza. Pero ese libro está muy localizado en los juegos olímpicos de Barcelona y quizás esté un poco desfasado. Y me quedé sin títulos. Wenceslao Fernández Flórez fue un gallego que escribió novelas de humor pero todo ubicado en el siglo XIX. Entonces, ¿dónde está el humor literario en este siglo XXI? ¿Hay humor literario en este siglo que parece maldito desde que se inició? Quizás lo mire en Google a ver si encuentro algo. No parece que estén los tiempos para el humor y sí para el cabreo y la mala ostia.

Yo me río de Janeiro.

Casi no se puede reír uno de nada sin que le acusen de algún delito. Qué mundo.

jueves, 6 de febrero de 2025

 En la novela "El señor de las moscas", de William Golding, que trata de una isla desierta a la que van a parar unos chicos de secundaria de los mejores colegios británicos, cuando llegan en barco a rescatarlos, la isla está ardiendo por los cuatro costados. Lo primero que aparece en la novela es la división: unos quieren ser cazadores y otros no. Unos quieren que se debatan los actos a seguir y otros no. Mientras, los niños más pequeños sufren una diarrea continua. A un pobrecito que lleva gafas le terminan matando por eso, por llevar gafas que sirven para encender fuego. Eso es lo que recuerdo de esa novela. Divide y vencerás, dice el dicho político más antiguo que la tos. Que no se una el pueblo contra los dirigentes y así podrán perdurar en el poder. Pero dice otro eslogan: el pueblo unido jamás será vencido.

El pueblo encuentra más motivos para estar unido que los políticos.

Los políticos son una nube.

Si el pueblo español es inteligente, aunque lo dudo un poco porque no le van más que programas nocturnos estériles, exigirá a sus políticos que la vida le vaya mejor, no que el gobierno crea en Marx o en su puta madre de Marx. Lo que yo digo es que en otros países la forman gorda si el gobierno le trata mal al pueblo, no porque el gobierno siga los pasos de un líder antiguo de las derechas o de las izquierdas. El pueblo lo que quiere es vivir bien en esos países y que no le suban la gasolina o que no tenga espacios verdes o que no se mejoren las carreteras o que pongan muchas multas de tráfico absurdas y, en último caso, que el gobierno se corrompa como lo hacen todos. La vivienda y el trabajo para los jóvenes, imposible. Quien tenga un hijo de 30 años, ¿no sufre con este gobierno? Que salgan a la calle hijos y padres para pedir vivienda (que no es un derecho) y trabajo. Pero no. La gente no sale a la calle como saldrían en Francia o en Alemania si la juventud estuviera así de acongojada. Salen a la calle por motivos ideológicos de un partido u otro. Hay que salir a la calle por cosas tangibles: impuestos, vivienda, trabajo, escuela, hospitales, carreteras, gasolina...

Me gusta el psoe y podemos porque defienden a la clase baja.

Y una polla.


 Un día fui con un amigo a la sierra. Era maestro, como mi hermano Paco. Comimos en un pueblo y después de la comida, bajamos a El Escorial. Aparcamos el coche más allá de la explanada que hay alrededor del monasterio. Lo curioso del caso es que al venir, se atajaba mucho por la explanada, pero este maestro no quiso pisar esta extensión de tierra porque era "franquista". Yo pensé: cómo está la peña con esto de Franco. La gente ya delira. Tuvimos que rodear toda la explanada para andar bastante más de la cuenta por asuntos políticos. Concluí que la política, en España, todavía estaba en pañales. En otros países, creo, se exige a los políticos que hagan cosas por el bien común y no están dando vueltas a las izquierdas y a las derechas. Por ejemplo, en Francia, salieron a la calle por una subida de gasolina, no porque los del gobierno fueran de una cosa o de la otra. A ver si vamos espabilando y pidiendo al gobierno cosas importantes y no que siga una ideología u otra. Menos mal que ya hay muchas generaciones nuevas que pasan de Franco, de la derecha y de la izquierda y quieren soluciones, hechos, derechos, acciones, viviendas y no la mierda de las izquierdas y derechas y chiringuitos políticos y partidos corruptos.

Izquierdas, derechas:

a ver si vamos superando esta mierda.