domingo, 27 de diciembre de 2020

 Las mujeres con sus tejemanejes,

los hombres, con su valentía adormecida,

caen en el amor democrático,

caen en redes de retretes y colchones compartidos

y se casan.

Cuando una mujer y un hombre se casan,

hay uno que domina, que piensa más que el otro

y se lleva el gato al agua.

El matrimonio, sin embargo, con los hijos, lo puede todo:

emigrar, dar de comer, trabajar para otros por un mísero sueldo

y en un sofá con pastillas joder.

y luego, un cariño que queda cuando se hacen viejos.

Los niños vuelan y no vuelven por navidad siquiera.

La vida es egoísta como un matrimonio, como un individuo, como un retrete lavado todas las mañanas.


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