viernes, 1 de mayo de 2020


La cuarentena por coronavirus.



Fue un día 14 de febrero, sábado, tras una larga discusión por el gobierno de ineptos, cuando el presidente de gobierno de España salió en la televisión a decretar el estado de alarma y de paso, el confinamiento de las personas en sus casas. El domingo no sabía la gente qué hacer. Si salir o no salir a la calle. Creo que ese día fuimos a comer con nuestros padres. El jueves siguiente, Paco y yo teníamos que ver a la psiquiatra que nos dijo que nuestros padres no debían salir a la calle y que nosotros no debíamos acercarnos a ellos.

Paco y yo nos turnamos estos días para comprar pan y llevárselo a nuestros padres. Cada día le tocaba a uno. Los días fueron pasando y ya nos íbamos dando cuenta de que íbamos a estar mucho tiempo en casa sin salir.

Llevamos desde el 15 de febrero hasta hoy 14 de abril encerrados. Los días han sido iguales: levantarnos tarde, cocinar, comer y acostarme después de comer hasta las 16 horas que me despertaba de la siesta. No siempre dormía la siesta así que a veces meditaba tumbado hasta que me levantaba a echar un cigarrillo que apuntaba en una libreta. He estado anotando todos los cigarros que me fumo. A las 19 horas sacaba una manzana y un yogur de la nevera a la mesa para que se calentaran; a las 20 horas cenaba mientras mi hermano aplaudía desacompasadamente en la ventana (antes lo hacía en la terraza hasta que cambiaron la hora) y a las 22 horas, me acostaba. Paco cenaba y se acostaba un poco más tarde. Se relajaba en solitario en la habitación por media hora. La semana santa ya ha pasado con pérdidas millonarias. Todo son pérdidas millonarias, ERTES, despidos, gente en el paro, bajada del PIB, subida de la deuda: esto repetido mil veces en el telediario y en todos los sitios. Y kilos y kilos de solidaridad: unas que hacía mascarillas; otros que cocinaban gratis; otros fabricaban juguetes y problemas de matemáticas para que los niños, en las casas, estuvieran entretenidos.

Unos bailaban en casa; otros oían música o tocaban la guitarra para el gran público. Yo me entrenaba para el verano en el pueblo que seguro sería tan aburrido como estos días confinado. YouTube estaba que echaba humo de gentes compartiéndolo todo como si no hubiera un mañana. Y la gente, muy solidaria, muy solidaria. Otros voceros, en la radio o en la tele, decían que este virus era una manera de cambiarnos a nosotros mismos y salir de la cuarentena siendo otros distintos, mejores, más majos, más solidarios, unos campeones.

Mandé un wasap a Antonio Salgado, compañero de universidad, y me dijo que vaya una mierda, que a ver si acababa esto pronto. Parecía que tenía yo la culpa de todo por llamarle. No le llamé más en toda la cuarentena. No era el tipo sereno que yo me imaginaba.

Mandaba wasaps a Oscar, el compañero de la asociación “Tú decides” que tardaba un montón de minutos escribiendo sus mensajes, pero me entendía mejor con él que con otros.

Mandaba wasaps y hablaba directamente con Alberto Cobo, el otro compañero del “Tú decides” y este una vez dijo que la policía “iba a tomar las calles” y que “los militares en televisión hablaban de controlar la población” y yo le decía que eso no era así. Otro día dijo que “iba a haber manifestaciones revolucionarias cuando acabara la crisis” y a eso yo no supe qué decir. Quizás las habría, sí, pero yo no iba a salir a la calle.

Otro día, este Alberto Cobo no me contestó al instante y luego me contestó diciendo que estaba mal, que lo sentía.

Llamaba directamente a Rosa, la mujer de mi primo, que trabajaba en el hospital de Segovia. Una vez me dijo que “gracias por llamar. Llamas casi a diario”.

Llamaba a mis padres todas las tardes solo para recibir besos de mi madre para Paco y para mí.

El caso es que no escribía de la novela que había empezado. Tenía 15 folios escritos y la debía continuar, pero lo que hacía todas las tardes era dormir de 14 horas a 16 horas y no escribía.

Llamé a Gorri, el tipo que llevaba la asociación “Tú decides” y me contó en voz baja y lastimera que estaba muy mal, que había muerto su padre en una residencia y le habían cobrado 4000 euros por incinerarlo y que él estaba solo en su piso y que no podía hacer nada. Otro día me llamó él para que yo le explicara cómo era eso de los tribunales médicos de López de Hoyos.

Le llamé otra vez y creo que siguió en ese tono. No le volví a llamar.

Pero lo peor vino una tarde en que yo pedí a Paco el teléfono de María, que es la novia de mi sobrino mayor, Carlos, y la llamé porque pronto iba a dar a luz. Le iba a dar ánimos y eso, pero ella empezó con un tonillo chistoso e irónico que yo no supe entender. Al final le deseé suerte y nada más. No tenía que haberla llamado. Paco dijo que me trataba así por teléfono por haberme quejado de su paella el día que fuimos los tíos y sobrinos a comer a su casa. La verdad es que la paella estaba sin cocer y me sentó mal al estómago. 

El caso es que también mi sobrino le llamó a Paco a final de verano con este mensaje: “La tía Cecilia está saturada y quiere hacer una reunión”. Cuando me lo comunicó mi hermano a mí, yo me eché a temblar porque conozco a la tía rara de mi hermana. Al final, Paco llamó a mi hermana Cecilia para decirle que no íbamos a ninguna reunión.  Lo tuvo que hacer de manera bronca pues mi hermana insistía tercamente con lo de la reunión, pero sin soltar ni mu. Yo llamé, muy nervioso, a mi sobrino para decirle que no fuera mensajero de mi hermana y que lo de la reunión (que nunca explicó mi hermana para qué era) lo podría plantear en una comida familiar, a lo que saltó mi sobrino Carlos como un basilisco: ¿Y quién hace la comida? Yo contesté descolocado. Y luego dijo: Tu avaricia…Y yo corté. Se cree que yo soy un avaricioso.

No quiero mezclarme ni en los asuntos de mis sobrinos ni de mi hermana, pero tampoco quiero que ellos se metan en mis asuntos. Resulta que la reunión estaba formada por mi hermana y dos de mis sobrinos, pero nunca nos dijeron para qué era. Qué gente más rastrera.

Por eso quizás María actuó así, irónicamente, con retintín. No me gustan mis sobrinos. No quiero saber nada de ellos. Y de mi hermana y de mi cuñado, prefería que vivieran en Moscú.

Otra cuestión fue la siguiente: mando una tarde un wasap a Rosa y no me contesta. Me dice que llamará desde el hospital, a las 10. Yo, las 10, no tenía ganas de hablar y se lo dije por un wasap. Ella llamó en balde. Es un rasgo de tacañería.

El día 22 de abril, a eso de las 4 de la tarde, Paco sale a la calle; dice que a dar una vuelta. En el bolsillo lleva el informe de ingreso en Puerta de Hierro del mes de enero. Cree que ese papel le librará de represalias. Una tarde que Paco decidió ir a la farmacia por mascarillas, se encontró con la UME y un militar muy chulo, dice él, le dijo que se fuera a casa, “que allí no hay virus”, le dijo el militar.

El día 20, sábado, mi sobrino Carlos tuvo su hijo. Un sobrino nieto cuando yo no tengo contacto alguno ni física ni moralmente con ninguno de mis sobrinos. Que se porte bien el niño y que le sepan cuidar. Mi cuñada Pili, que me llamó al móvil y charlamos un rato dijo que a esos que salían a la calle, cárcel, cárcel para el que se saltara el confinamiento porque ella está cumpliendo a rajatabla con él. Pero ahora lo va a romper para ver a su nieto. ¿Cárcel? Estoy esperando a que venga Paco de dar su paseo. Espero que no le pongan una multa porque se derrumbaría y lo daría miles de vueltas hasta volverse loco. Ayer, un operario de Ahorramas le dio una voz a mi hermano dándole la orden de ponerse los guantes antes de entrar en el súper y vino disgustado y mohíno y estuvo toda la tarde como acobardado. Yo pensé esa tarde en los raritos que habitan mi familia y me puse mal.

Esa tarde llamó Gonzalo, el de las oposiciones a celador, y estuvimos hablando largo rato porque Gonzalo tiene tarifa plana. Es a él al que contó mi hermano lo del supermercado. Gonzalo habló de su hermano mayor, que es un antipático de malos modales, al que ya no hace ni caso porque es imposible llevarse bien con él. Habló luego con mi hermano sobre lo de Ahorramas y de política y luego lo dejaron y cenamos.

Llamo cada tarde a mis padres a eso de las 6 o las 7 de la tarde y se ponen muy contentos quizás porque se les rompe la monotonía y porque escuchan una voz que viene del exterior.

Paco ha vuelto del paseo. Ha ido por más mascarillas. Dice que no sabe si hace calor o frío en la calle, que no se percibe adecuadamente el clima de hoy. Ha estado lloviendo estos días de atrás y ha dejado el ambiente fresco, pero si sale el sol, calienta un poquito.

Paco ha dado un paseo bastante largo. Al salir de casa, ha visto un todoterreno de la Guardia Civil y ha tomado el camino contrario. Luego ha ido por calles cortas hasta la farmacia de Colón. Colón es una explanada que hay en la llamada Gran Vía de Majadahonda, explanada conformada por el acceso a la Casa de la Cultura y al otro lado, unos comercios y unos bancos puestos en semicírculo con unas absurdas barandas por encima de ellos que ni quitan el sol ni protegen de la lluvia. Allí está la farmacia, a unos 500 metros de mi casa. Paco ha prolongado el paseo metiéndose por otras callejas que salen por detrás de la plaza de Colón y al fin, ha regresado a casa. A mí me ha pedido 10 euros por cinco mascarillas, mascarillas que casi no uso ni creo que usaré.

Hoy, 23 de abril, jueves, he sido yo el que ha salido a tomar un poco el aire y a estirar las piernas. En un principio, me he sentado en un banco escondido tras las plantas de adorno de un parque llamado Pizarro, que también conforma una plazoleta y me he fumado un cigarrillo. He visto a un hombre que abría las compuertas redondas de los desagües y de la conducción de la electricidad y tomaba nota o algo así. Llevaba una barra de hierro en la mano e iba abriendo esas losas redondas que cierran los conductos.

Luego, he cogido la idea de Paco y me he ido metiendo por calles aledañas a la Avenida España y solo he visto pasar a un camión pequeño de la basura. Me he metido por otras calles que iban a dar a la Gran Vía, pero antes de llegar, me he vuelto y he ido camino de casa. Pienso recorrer este camino o parecido mañana para ver si se me pasa la intranquilidad.




El viernes día 40 de confinamiento, 24 de abril, mi hermano gemelo Paco viene con el diario “El País” y voy y lo leo. Resulta que hay una entrevista a Pedro Duque, el astronauta ministro de Ciencia e Innovación. Me entero por “El País” de que la pandemia se debe a la zoonosis. Oh, la zoonosis, qué listos son los de “El País”, me dejan anonadado. Con ese “palabro” ya casi está todo arreglado. Y luego, la entrevista a este señor es un lavado de cara del gobierno que te pasas: dice el astronauta que ningún país estaba preparado, que se han tomado cuanto antes las medidas, que el decreto de alarma lleva mucho tiempo, pero que el gobierno lo ha hecho muy rápido, que hay que estar dentro del gobierno para ver qué rápido se ha hecho todo, que la oposición ve mala fe en el gobierno… PP malo, caca, le ha faltado decir.

Y no han mentado en ningún momento en la entrevista la cantidad desmesurada de muertos que ha habido en España, no se ha hablado en la entrevista de países como Alemania, Portugal, etc. que han tomado medidas desde enero (Portugal lleva unos 500 muertos). Dice Duque que nadie sabía nada, pero ahí teníamos el ejemplo de Italia. No le preguntan a Duque sobre el 8M. Así sale la entrevista: pobre gobierno, no sabía nada. Y qué gobierno tenemos: lo ha hecho todo muy rápido que casi ni se ve lo que ha hecho el gobierno.

No preguntan a Duque por la gestión sanitaria ni la pasta que se han gastado en productos inútiles, et., etc. Etc.

Conclusión: si quieres que un gobierno socialista funcione a tope, léete “El País” todos los días y vivirás en el país de las maravillas todos los días.

La foto de Duque que ilustra la entrevista es un Duque sonriente, despreocupado, como si no hubiera pasado ni fuera a pasar nada con un fondo negro que aviva esa idea de idealismo en su sonrisa. Pero: 22.000 muertos, 15.000 sanitarios infectados. 8M: Posiblemente la mayor fuente de contagios ya que hubo unas 300.000 personas en contacto. Mientras, Portugal tomó medidas desde el 20 de enero. Eso no se lo preguntan a Duque ni nadie lo lee. El socialista borrego, lo lee y no lo discute. Palabra de “El País”.

Después de leerme el panfleto del gobierno, me he ido a pasear por el mismo sitio de ayer y no he visto ni señal de policía. Hoy estoy cabreado y no sé por qué. No es por lo de “El País”, yo no soy un zoquete socialista que se traga la mierda informativa de ese diario tan “culto y progre” que al final no dice más que patrañas con letras bonitas. Lo que pasa es que hoy estoy deseando que lleguen                                                                        las 10 y me acueste. Pero antes le he dicho a mi hermano que leyera la entrevista al caballero del espacio y Paco ha dicho que esa entrevista “dora la píldora de manera brutal”. En la entrevista no hay ni un dato objetivo, ni cifras, ni crítica ni nada. Palabra de Duque, palabra de “El País”. Socialismo obrero español en estado puro.

El día 25 de abril, me tumbé después de comer, estando todas las ventanas cerradas y estuve a gusto en la penumbra intentando dormir. No lo conseguí. Cayó un chaparrón bastante enérgico y subí la persiana para ver llover. Entonces wasapeé a Oscar y me dijo que viera alguna película para entretenerme y así hice. La peli era “Tienes un email” de Tom Hanwsk y Meg Ryan. Muy bonita, pero a mí me dio tal angustia que me salí de casa con la excusa de tirar la basura y estuve sentado en la plaza de Pizarro un buen rato a ver si se me pasaba. Luego hablamos Paco y yo de la triste y ruin familia que tenemos y no daba más que pena hablar de eso, así que cambiamos la conversación porque nos poníamos peor.

Después de leer “El País” el sábado, compró Paco “El Mundo”: otro rollo. Titulares que no se explican como Dios manda, como el de “Illa pide 27 requisitos para la desescalada”. Requisitos que no se explican. Todo va en contra del gobierno porque sí, sin explicaciones veraces sino con una serie de datos que no se sabe de dónde salen: “El gobierno tergiversa los datos para doblegar la curva”. Pero luego no explican nada.

Esto de los periódicos tiene dos verdades: la fecha y el precio.

Pero como decía un personaje de Camilo José Cela que leía novelas de crímenes horrendos: todo alimenta. Así los periódicos están vendidos a un partido o a una ideología y nunca son objetivos. Nunca cuentan la verdad.

Pero, aparte de periodistas, astronautas y ministros de mierda, nos vino la ilusión el sábado 24 porque al siguiente sábado saldríamos a dar un paseo y esto era importantísimo para nuestra salud mental y nuestro cuerpo y alma.

Después de un gobierno inepto que actuó tarde, los bulos, las mascarillas, las UCIs, los hospitales, las residencias, la curva de muertos y contagiados y la solidaridad y el “brotherhood” del hombre, salíamos a caminar. Solo una semana más y salimos. ¡¡¡¡¡Hurra!!!!!!

Los días anteriores al sábado de desconfinamiento fueron duros, largas noches de insomnio, dolores de espalda, estado depresivo… que hizo que esos días pasaran lentos, muy lentos. Paco estuvo muy comprensivo y no quiso que guisara todos los días. El lunes compró langostinos cocidos y otro día me dijo que iba a pedir comida a un restaurante chino o al Burguer King.

El día 29 de abril, día 45 de confinamiento, me levanté muy contento de la cama sin saber muy bien por qué. Escribí un blog sobre las últimas vacaciones en Soria, en las que mi hermano lo pasó mal por una crisis que tuve yo de fase maniaca. Pero a lo mejor estaba yo bien porque el día de antes habíamos hablado Paco y yo en profundidad sobre los problemas que nos ha acarreado mi hermana. El caso es que cuando se habla de mi hermana, Paco no quiere hablar, pero, ya digo, ayer sí que quiso hablar. Y tomamos unas determinaciones para cuando mi hermana vuelva a crear problemas. Y así, yo me alivié mentalmente al no ser yo solo el que da vueltas al tema de mi hermana la psicópata. Después de hablar de este tema, yo miré en Google la frase “acoso familiar” y es igual que el mobbing en el trabajo. Todos los miembros de la familia o algunos se unen para hundir al más débil o tratar de controlarlo. Eso nos sucede en nuestra familia a Paco y a mí. Mi hermana tiene rasgos psicópatas y es la que lanza los ataques contra nosotros. Ya veremos cuándo sea el siguiente ataque. Yo creo que será en verano. A ver qué inventa ahora.

Estos últimos días de abril he sufrido un insomnio que me tenía hasta las 3 de madrugada sin dormir hasta que se han pasado. Los días posteriores ya empecé a dormir bien e incluso a tener buen humor por el día. Hoy, viernes, 1 de mayo, los diarios digitales avisan de un crack en la economía que este gobierno no va a saber llevar porque no sabe más que gastar. Mañana se acaba por unas horas de confinamiento que hay que aprovechar para andar o para hacer gestiones necesarias.

Así que hoy se acaba la cuarentena o el confinamiento por coronavirus. Espero que no haya sido en balde. Este texto lo subiré a mi blog por si resulta entretenido o algo valioso










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