martes, 19 de mayo de 2020

Cuando me levanto por la mañana los primeros pensamientos son sobre el deseo de control sobre nosotros, la reunión, mis familiares. No consigo olvidar. Cuanto más se piensa en una cosa, más crece esta. Pero no puedo evitarlo. Como si fuera un problema irremediable o que se va a cumplir en unos años.
Evidentemente, por nuestra condición de enfermos mentales, los que nos rodean piensan que deben intervenir sobre nosotros, aunque estemos bien. Son gente controladora, hecha a mandar.
Pero yo debo pensar en otras cosas que me hagan olvidar este intento. Debo pensar en las novelas que están por escribir, en los amigos que  tengo, en la vida que bulle alrededor de mí.
Poco a poco, he ido entendiendo que debo olvidar y perdonar. Es la única manera de avanzar. Como hace Paco, que no se preocupa de estas cosas nunca.
Hoy tengo que activar mis ideas buenas y lanzarlas delante de mí para que me guien.

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