martes, 27 de marzo de 2018

Al aire de la cordura que ya ha venido a mi casa, casa en la que habitamos mi hermano y yo, todavía mi hermano gemelo precisa de cuidados. Está convaleciente de su propia mente. Lo hemos pasado mal los dos aquí en casa, acostándonos a las cinco o a las tres de la mañana porque a mi hermano se le cruzaban los cables de su enfermedad mental. Y por el insomnio, que es la cuna de toda locura. Y su juego con los medicamentos. Y su incorrección conductual y por haberle dejado solo yo dos veces en que se trastornó. Los enfermos mentales requieren de unas rutinas diarias que se las ha de proporcionar su cuidador hasta que puedan valerse por sí mismos. Cualquier cosa que rompa esa rutina mental del día a día, puede hacer que ese enfermo mental tenga una crisis. Se les debe demostrar también afecto y seguirles la corriente cuando están mal, hasta que ellos cedan a curarse (ingresar en un psiquiátrico, tomarse las pastillas, huir del desorden, etc). En el caso de mi hermano creo que ha sido una infausta carta de los hijos de puta de Mapfre pidiéndole 3000 euros por la cara. Pudo no pagar, pero las secuelas han sido un ingreso en el psiquiátrico. Si es verdad que los de Mapfre se valen de la debilidad de los enfermos para reclamar un dinero injusto, los de Mapfre son unos hijos de la gran puta y esas prácticas deberían estar penalizadas de forma rigurosa porque a mi hermano le  han arruinado un poco la vida por estar tres meses seguidos pendiente de esa deuda que le exigía Mapfre, Dios la meta en los infiernos que ha sufrido mi hermano.

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