martes, 17 de noviembre de 2020

 Vivimos en una sociedad errática y esto quiere decir que no sabe muy bien dónde va. Los jóvenes están desterrados a un botellón continuo y se vuelven ninis con demasiada facilidad. La educación es muy triste y más triste se vuelve con las leyes de educación que promulgan ministros bizcos o ciegos de toda entendedera. Los partidos políticos están antes que un gobierno que miente y retuerce el estado a voluntad. La pandemia ha demostrado que se puede mentir, no prever nada, no abastecer de lo necesario a los que lo necesitan y no pasa nada. Los acuerdos de gobierno son aberrantes y lo único que hacen es reafirmar la idea de que nos encaminamos a un nuevo régimen que ni siquiera conocen los que gobiernan, aunque los modelos están ahí: Cuba, Venezuela. El comunismo, dado por muerto en 1989, vuelve con fuerza en forma de populismo que promete el oro y el moro a costa de nuestro sistema institucional. La monarquía está en entredicho. Los jueces, también. La enseñanza, también y el idioma castellano, también. España es el único país del mundo que prohíbe su propio idioma. ¿Dónde vamos? A la puta mierda; esto es, a andar errantes en una historia pequeñita hecha de caudillitos pobres y tristes que no saben lo que quieren.

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