miércoles, 18 de noviembre de 2020

En un cuaderno grande tengo yo unos apuntes de cuando me puse a buscar argumentos, personajes, temporalidad, tramas secundarias, etc. para una novela. Un apunte dice así: "Escribe sin juzgarte. Las partes menos pulidas de la novela pueden resultar irresistibles después". Deberíamos hacer las cosas sin juzgarnos mucho porque si no, se pierde mucha espontaneidad. Yo fui profesor, sobre todo al principio, sin juzgarme mucho. Lo que hacemos sin darnos cuenta de ello, quizás sea lo que perciben los demás como auténtico nuestro y lo valoren más. Un grueso trazo en un cuadro, visto de lejos, puede contener unos matices estéticos grandes y si afinamos mucho en lo que hacemos, nos perdemos lo esencial. Nos conoce la gente por los arranques veraces e impensados que tenemos a veces y no cuando transitamos vericuetos comportamentales que nos hacen ser vistos raros por el prójimo. Por lo que respecta a mis familiares, yo veo que me miran y se comportan conmigo con mucho hieratismo y mucho miramiento, pero es normal, porque han tenido un comportamiento conmigo muy raro, han hecho cosas extrañas contra mí, pero yo procuro seguir siendo el mismo a pesar de esa extrañeza que me da mi familia. Las familias van adquiriendo tics y formas de comunicación raras con el tiempo y es más difícil la comunicación entre los miembros por esa idea tonta de hacer artificial lo natural.

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