viernes, 27 de noviembre de 2020

 Vienen, como oleadas, días de cielo gris y calles mojadas por la lluvia. Yo, ayer, en un día de estos, estaba como a la intemperie de unos pensamientos que me hacían frágil. Pensaba que mi hermano y yo estamos solos (de hecho, llevamos dos meses sin ver nada más que a nuestros padres). Vemos también gente conocida que no nos aporta mucho, la verdad y vemos gente de paso que se toma una cerveza con nosotros. No vemos a los de la asociación pues estamos confinados.

La lluvia nos mete en casa y nos vuelve reflexivos y, si no la detenemos con pensamientos bonitos, nos invade una melancolía terca y meliflua que se nos mete hasta dentro del alma.

La pena es pensar que los que tienes alrededor no son gente simpática y cariñosa sino gente que complica la vida de manera estéril y estúpida.

Bueno. Yo ya no sé de qué escribir. Sin embargo, tengo una historia que me aguarda esta tarde a que la continúe. Y tengo la tarde para darme un paseo aunque llueva.

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