sábado, 7 de noviembre de 2020

 Me ha pasado esta tarde esto que cuento a continuación: yo juego al ajedrez en el móvil, de manera virtual y con piezas planas de dos dimensiones y hoy, dando un paseo con Paco, le digo que vayamos a comprar un ajedrez. Voy a una tienda de juguetes de Majadahonda. Le digo a Paco que se quede fuera por esto del virus y le digo a la dependienta, que está hablando por el móvil: quiero un ajedrez. La dependienta dice que espere, que está resolviendo un asunto. Después de un rato, yo emito un carraspeo y entonces me guía la dependienta a un anaquel y me muestra la caja del ajedrez y me dice: vale 15 euros. Ya voy a comprarlo y me muestra otro ajedrez como para jugar en la playa y le digo que no lo quiero. Ya voy a pagar y me muestra otro ajedrez, diminuto, y le digo que tampoco me gusta. Vamos al mostrador y me dice que son 19, 95, que no tiene oferta. En estas, se lía otra vez a hablar por el móvil y yo le digo: ¿Me cobra o no? Yo le doy 50 pavos, los mete en la caja y me da 5 céntimos y se queda mirando. Yo le digo: deme mis 30 pavos con un gesto de enfado grande pues ella hizo ademán, al darme los 5 céntimos de que yo ya estaba cobrado. Me voy de la tienda diciendo: bueno, bueno, bueno. No vuelvo a comprar nada en esa tienda de engañifa.

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