jueves, 6 de diciembre de 2018

Qué manía con la república. La cosa es cambiar las cosas a ver qué rasco. Gilipollas los hay en todos los sitios. Yo, por mi parte, desearía ver reinar a Leonor antes de morirme y a gente cambiante, agresiva y pazguata, que no gobiernen jamás por el bien de todos. Siempre he odiado a los que dan la nota y se hacen los renegados. Los deberían expulsar. Un día, el maestro de la escuela me mandó cuidar la clase y un matón asqueroso me dio la hora provocándome en vez de estar tranquilo hasta que regresara el maestro. Yo apunté su nombre en la pizarra a ver si se le pasaba y me amenazó y tuve que borrarlo. Él jugó con su matonismo y yo pasé mal rato. El jugó a ponerme nervioso, a envidiarme porque yo aprobaba y él era un repetidor tonto y estúpido pero no le volví a hablar y le evité todo lo que pude. No me gustan los que van en contra del sistema (en ese caso, de cómo debe funcionar un aula). Luego, he sido profesor y un día una clase firmó para echarme.  Solo porque iba más lento en las explicaciones que el profesor titular de la otra clase. Otros gilipollas con los que tuve que lidiar. Ningún alumno podría echarme pero yo lo tomé a mal y discutí con ellos. Los que quieran cambiar algo, que lo hagan por lo legal y con el mayor consenso posible, no porque se les antoje. Qué les habrá hecho el rey. Qué asco de personas.

Si algo te molesta, no tiene por qué molestar a todo el mundo.

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