sábado, 1 de diciembre de 2018

He llevado un fin de semana un tanto acelerado. Desde que levanté el viernes a las cuatro de la madrugada porque soñé que era rico y me fui de paseo, todo han sido impresiones excepcionales en semanas que llevo de vida. Ahora estaba viendo videos de Rufián en las comisiones esas que se hacen antes de irme a acostar. Algo se aprende. Rufián es un macarra. Insulta, corta la conversación, dice eso de "se lo digo sin acritud" y mete una pullita. Dice eso otro de "¿se avergüenza usted?" Y dice eso otro de "explíquemelo otra vez porque soy peregrino en la materia". Observo que se trabuca mucho y adopta una postura provocante siempre pero es un jirafo de la política, un tío raro e indeseable. Dentro de poco me voy a acostar y mandaré a Rufián al limbo de los tontos, aunque ese tío ya vive un limbo propio.
Mutatis mutandis, mi vida ha pegado un pequeño acelerón que no creo que sea definitivo para un cambio radical ni mucho menos pero me ha molado este finde tan interesante.
Yo sigo en mis trece, que es no meterme con nadie y procurar que nadie se meta conmigo.
Los come mierdas mentirosos que quieren estar en el poder a costa de todo tendrán su merecido en las urnas, que es donde se ve la democracia y a los demócratas, no jugarán mucho tiempo a aparecidos de medianoche.

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