jueves, 18 de octubre de 2018

Últimamente no creo mucho en la literatura, que es algo en lo que podría creer pues creo que sé escribir y soy lector asiduo de novelas. Bueno, es que últimamente no creo ni en mí mismo ni en la vida que me es dada vivir. Se podría decir que yo no tendría que tener ningún problema (con todo cubierto) pero cuando a mí me da por decir abundantemente "qué rollo", es que algo no anda bien. La vida me parece un rollo, un aburrimiento, un sinsentido, una tristeza, una tortuga que va despacio y encima, tiende a esconder la cabeza debajo del caparazón. Mi proyecto vital, mi mirada al futuro es muy desalentadora. Y el presente no es más bonito. Quizás se deba a una curvatura de mi enfermedad que me tiene en un bucle triste y hay que esperar a algún acontecimiento que haga que se despierte la ola optimista o alegre de la enfermedad pero es que me siento no muy satisfecho con lo que tengo en mi vida y lo que he hecho hasta ahora. Es como la crisis de los cuarenta repetida una vez más. Una que trabajaba de camarera en el último instituto donde estuve y que sabía mi historia, me dijo: "a disfrutar de la vida". ¿Por qué no sé yo disfrutar de la vida adecuadamente? ¿Seré tonto o incapacitado para disfrutar de los placeres de la vida? ¿Será la enfermedad y sus altibajos y sus miedos los que me retienen en un presente triste? Mi hermano Paco ni se preguntaría estas cosas. Mi hermano Paco vive la vida según viene. Yo no soy capaz de vivir la vida según viene, sino que quiero que sea siempre mejor o de otra forma que ni yo mismo me imagino pero no me gusta la vida que llevo.

Si deseas cosas que ni tú mismo sabes qué son, estarás insatisfecho.

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