martes, 25 de noviembre de 2014

Hay una cosa peor que la soledad que es estar solo y enfermo o solo y en una prisión, sin nadie que te aguarde a la salida o solo y pobre pidiendo por las calles. Acordémonos de la gente en estas situaciones antes de quejarnos de lo nuestro. No sé por qué me pongo tan tremendo pero veo que el mundo que nos venden es amable como una sonrisa de la señorita que nos lo vende. Lo demás se oculta. La sociedad actual oculta las enfermedades, las cojeras, las locuras, tratando de hacer como si no existieran. Lo malo es que sí existen y no es bueno ocultarlas sino tener cierta idea de ellas para cuando nos toque sufrirlas. Yo, como lector de novelas, he leído ya un poco de todo y salen estas cosas feas a relucir. No en las novelas actuales, que con un crimen para resolver o una saga de reyes o de romanos nos dan las tantas. El caso que yo quería exponer hoy es que lo feo también existe y el que lo ha vivido se olvida de tanto colorín y de tanto crucero por el mar del Corte Inglés. Sufre y por sufrir, abre los ojos. La educación enseña, la publicidad oculta.

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