domingo, 3 de diciembre de 2023

Encontró su alter ego al escribirse a sí mismo. Deseaba profundamente que los demás sufrieran porque quería que nadie le estropeara la vida, necesitaba dinero y además de eso eliminar a los de alrededor. Si se pudiera definir su personalidad diríamos que representaba una mafia en sí mismo. Prácticamente necesitaba el oxígeno que respiraba la persona sentada a su lado. Sabía jugar a hacer daño, era su juego favorito. Ya no pensaba. Su mente era como la de un reptil y su mirada lo reflejaba con exhaustividad, mirarle a la cara era mirar a alguien ausente, frío y distante. A mí me recordaba a los ojos de un cocodrilo o de una serpiente, dolía casi hablarle de frente. Además de ser cruel para los demás también resultaba nefasto para su organismo incluso, pues ya denotaba expresión de idiota torpe e inútil, su porte decía mucho de la miseria moral que le definía. Se iba convirtiendo en una persona que ni sabía cómo salvarse, ni se esforzaba en ello, ni permitía ayuda, haciendo que las posibilidades de salir a flote de todos los que lo rodeaban fueran nulas. Yo le empecé a conocer y marqué mis prioridades. Sabía ya de su perversión, sólo valía la espera.

Siéntate a la puerta de tu casa y verás pasar el cadáver de tu enemigo. 

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