domingo, 5 de diciembre de 2021

Ayer lo pasé bien con mi sobrino y su pareja, María. Y sobre todo, con el niño Angelín, con el que jugué con un globo rojo atado a un palito. El niño es una preciosidad y saca la lengua discretamente cuando las cosas se ponen difíciles y se cabrea como una mona cuando se harta de estar en los sitios. Pero no creo que sea hiperactivo. No lo es. Se concentra bien en tareas propias de su edad, un año y medio. En una bolsita de clínex, yo le metía una tarjeta y él se afanaba en sacar la tarjeta y le daba alegría. Este ejercicio lo repitió al menos cuatro veces sin cansarse. Es un niño al que se le puede entretener. Los padres del niño los vi un tanto agotados, a mi sobrino con ojeras y chupado de mejillas. Parece que aguanta mejor el tirón María porque el niño, con ella, está muy tranquilo y quieto. Relaciono lo de mi sobrino nieto con la historia de Jacinta y Fortunata. Ya voy leyendo por cuando Jacinta compra al Pitusín, hijo ilegítimo de Juanito Santa Cruz. Este niño descabeza todo un portal de Belén, que en aquellas épocas eran como un juguete para los niños y hace estragos en la familia de la hermana de Jacinta. Estoy deseando ver cómo reaccionan Juanito y Fortunata ante la compra del niño. La cosa se pone tensa entre Jacinta y su suegra, al pensar esta última, con razón, que es un disparate de la nuera el haber comprado al niño a José Izquierdo, su tío, por 1000 reales. Y está por ver, también, si el niño es de Juanito Santa Cruz. Fortunata solo ha salido comiéndose un huevo y refiriéndose al capricho de rico de Juanito, que la deja después de haberla preñado.

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