martes, 23 de noviembre de 2021

 La vida del taxista es dura, como todas las vidas. Hay que madrugar mucho, al haber mucha competencia, para coger los mejores servicios. Y si después de estar una hora de reloj esperando un servicio, te toca eso que los taxistas llaman ñapa o chirifú, pues te fastidias: vas al ambulatorio por cinco euros y vuelves a la casilla de salida como en el parchís. El taxi es comparable al parchís porque depende de la suerte que tengas. Si sales de casilla para hacer una ñapa, mala suerte porque no avanza el contador (la hoja) y, para que un día te cunda, hay que hacer buena hoja de servicios, como la de los funcionarios. Hacer buena hoja supone hacer servicios de 20 o 30 euros para arriba. Si al taxista le tocan muchas ñapas en el día, se da a todos los demonios y maldice ese día porque la cartera no se llena de billetes, sino solo el monedero. Para esto del taxi es imprescindible tener unas rutinas y que esas rutinas le vayan bien al taxista. Por ejemplo, madrugar o trabajar siempre a las mismas horas y luego, dedicar tiempo a la familia. Hay taxistas que se ceban con la hoja y no ven ni a su mujer por ganar unos euros más. Eso también es malo. Dicen que los taxistas se vuelven peseteros o mezquinos, pero eso no se sabe con veracidad: puede haber taxistas generosos o que no den tanta importancia al dinero. También tienen fama de que dan vueltas en vez de ir en línea recta al destino, cuando el cliente es un chino que no tiene ni idea de cómo funciona el taxi, pero a lo mejor también es mentira. No sé. Ser taxista es complicado porque tienes que saber las calles, conducir bien y tener paciencia cuando la hoja no se llena.

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