miércoles, 21 de noviembre de 2018

He estado a ver a Antonio. Para ello, me desplazo a su lugar de trabajo, en la calle Príncipe de Vergara. Antonio es un experto en lenguaje jurídico y trabaja para un bufete de abogados que ocupa un inmenso edificio en esa calle. Me ha dicho que ha tenido mucho trabajo. Yo le he hablado de la posibilidad de publicar mis escritos pues en una cita de orientación jurídica gratuita, me han dicho que es compatible la publicación de escritos con el cobro de la jubilación. Lo que pasa es que en internet, hay casos de escritores que niegan esa posibilidad, escritores a los que han reclamado dinero de la seguridad social. Antonio me ha hablado de los derechos de autor. De todas maneras, mis obras escritas no creo que tengan mucha importancia o se vayan a leer masivamente, con lo que las puedo publicar y en ese trámite de buscar editoriales, me puedo entretener. Tampoco creo que quieran publicar mis obras así como así y me pondrán cuarenta pegas o me dirán simplemente que no me las publican. Pero me entretendré e iré a Madrid y haré otra cosa nueva. Primero probaré con las editoriales que haya en la zona de Moncloa, que es la que me pilla más cerca. A ver qué tal. También puedo probar Amazon pero lo veo demasiado aséptico e impersonal y nadie revisa tu obra. Yo desearía una opinión sobre mi obra pues me dice Antonio que una de las ocupaciones que hay en el mundo editorial es leer las obras y dar un veredicto. Si ese veredicto se transmite al autor de la obra, pues es lo que me gustaría. En fin, que me voy a poner a ver si me publican mis obras, tarea que dicen que no es nada fácil por la multitud de obras que todo el mundo desea publicar. Lo que me parece un poco deprimente (tantos rollos y también el mío) y me desanima un poco de antemano pero voy a probar. Eso de que se publiquen tantos libros al año aminora el valor de lo publicado, digo yo.

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