domingo, 4 de noviembre de 2018

Ha venido un puente, que llaman de Halloween.
Fui al cine con mi hermano,
me encontré a la salida
con unos amigos míos
y oímos luego a una banda liderada
por Fernando el de los pelos
que me transmitió su arte.
Fue una sensación extraña y bonita a la vez.
Al día siguiente,
un amigo esnifado se puso a contar chistes
y al frío de la noche
nos reímos como gansos.
Después fui con otra amiga
a comer arroz a un chino.
Se puso a toser con fuerza,
creía que se moría.
Casi se me muere el pájaro
de hambre y de frío
pues le solté de su jaula
y regresé ya de noche.
Le puse calefacción y comió de las semillas.
Espabiló el pajarillo,
que por poco no lo cuenta.
Al día siguiente,
mi hermano se fue al pueblo.
Tomé una cerveza con Abdul y con Miguel.
Abdul era una derrota, 
Miguel un tío divertido.
Comí con mi madre y vi series angustiosas
de policías y carcas.
Por la tarde vi el Madrid 
que ganó al Valladolid
injustamente.
Luego fui a un karaoke
y canté siete canciones.
Hoy he amanecido a las seis,
con las tripas acordeones.
He oído buena radio
y me he ido a Las Rozas.
He tomado mi café
y el puente dará a su fin.
Todas estas cosas me pasaron en el puente.
Me queda comer con mis sobrinos,
esos seres ignorantes
y que también son bribones.

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