viernes, 6 de febrero de 2015

No veo intelectuales a mi alrededor. A mi alrededor solo se habla de los programas de televisión, de unos pantalones muy bonitos que uno se ha comprado en no sé qué centro comercial y de la prima Montse, que está muy buena pero no puede uno tocarle las tetas esas que tiene de punta. Y de drogas y de cebollones y de accidentes de tráfico y de policías y de películas malas y de lo hijo puta que es uno que no me da para hacerme un canuto y de novias y de padres y de coches, sobre todo de coches y de putas y de otras cosas más que a mí no me interesan. Nunca se habla de libros, no de lo gordo que son, sino de lo que hay dentro. No de los que tienen dibujos sino de los que tienen palabras una detrás de otra. Porque no hay intelectuales donde yo vivo. Quizá en China sí los haya o en Francia pero en Majadahonda no los veo. No veo más que cazurros que hablan por hablar, que no saben porque no leen. Y no ofendo a nadie. Digo lo que hay y lo que hay no me gusta. Si no lees, ¿de qué vas a saber?

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