martes, 3 de febrero de 2015

El otro día en el pueblo mi hermano y yo pudimos hablar con gente de allí, gente que no tratamos en la pija Majadahonda, gente normal y corriente que llama al pan, pan y al vino, vino y que si me tiene que decir algo que me disguste, como me conoce pues me lo dice y ya está,  lo que pasa es que ni yo ni mi hermano damos motivo para que suceda tal cosa, sino que en el pueblo yo creo que nos respetan y quieren. Ahora, si yo llamo modorro o cabrón en mi pueblo a uno, no es lo mismo que si se lo llamo a otro de Majadahonda. Son otros términos, en Majadahonda no hay confianza ninguna con nadie. Yo hablé con un señor al que apodan "torero" y hablamos precisamente de los compartimentos estancos que hablaba mi hermano: antes la gente vivía en una piña, todos en el pueblillo e ir a Madrid era toda una aventura. Ahora cada cual vive en un sitio, a su puta bola y no sabe nada ni de sus padres siquiera. Vivimos la familia repartida por pisos de mala muerte y yo, por ejemplo, en Majadahonda tengo a mi hermana pero no la veo en toda la semana y a mis sobrinos, menos los veo, ni parece que ya tenga ganas de verlos, de lo lejanos que me parecen y cuando nos junta la casualidad no sabemos ni qué decirnos. Antes, todos en casa; ahora, cada cual en la suya.

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